Me gustaría dejar por escrito lo que ocurrió en casa de mi abuela aquel verano cuando tenía 8 o 9 años, pero no estoy segura de si sucedió realmente. Necesito dar fe de un hecho dudoso y que siento rugir dentro de mí – este hecho que puede no haber ocurrido. Aun no sé que nombre ponerle. Pienso que podría llamarlo un delito carnal, pero aquella carne hace mucho se ha desprendido y no estoy segura cuanto de daño ha quedado en los huesos.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Libros pendientes
jueves, 9 de diciembre de 2010
Otras divagaciones
A eso será lo que se llama apostolado, el caminar sin descanso ejerciendo una vocación, pero también dejar fuentes escritas para que el viento de los años no borre nuestras huellas. Para sentir que no se avanzó en vano.
Caminar con lápiz y libreta, escribir, publicar: tarea pendiente
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Enfermedades Paralelas
Ya que dentro de una vida en la que todos los días se viven iguales: levantarse, desayunar, vestirse y las campanadas de la iglesia a la misma hora, solo hay dos cosas que pueden cambiar: el clima y el curso de las enfermedades.
El coronel se sintió mal en el cementerio. Cuando don Sabas lo empujó hacia la pared para dar paso a los hombres que transportaban al muerto, volvió su cara
sonriente hacia él, pero se encontró con un rostro duro.
-Qué le pasa, compadre -preguntó.
El coronel suspiró.
-Es octubre, compadre
Regresaron por la misma calle. Había escampado. El cielo se hizo profundo, de un azul intenso. «Ya no llueve más», pensó el coronel, y se sintió mejor, pero continuó absorto. Don Sabas lo interrumpió.
-Compadre, hágase ver del médico.
-No estoy enfermo -dijo el coronel-. Lo que pasa es que en octubre siento como si tuviera animales en las tripas.
La casa queda en un espacio rural, una sala amoblada y amplia, un dormitorio -demasiado estrecho para la respiración de una asmática.-, un jardín y un silo. Dentro de ella la tensión es constante y los roles bien definidos, la mujer cocina cuando hay con qué, zurce y remienda las mil vueltas de una ropa venida a menos, la que plancha si no esta devastada por el asma. El coronel se encarga de las visitas sociales, de recoger el correo que nunca llega y de explorar la posibilidad de llevar dinero a casa, pero con parsimonia, como pidiendo permiso a cada habitante del lugar.
Llovió después de la medianoche. El coronel concilió el sueño pero despertó un momento después alarmado por sus intestinos. Descubrió una gotera en algún lugar de la casa. Envuelto en una manta de lana hasta la cabeza trató de localizar la gotera en la oscuridad. Un hilo de sudor helado resbaló por su columna vertebral. Tenía fiebre. Se sintió flotando en círculos concéntricos dentro de un estanque de gelatina.
Amaneció estragado. Al segundo toque para misa saltó de la hamaca y se instaló en una realidad turbia alborotada por el canto del gallo. Su cabeza giraba todavía en círculos concéntricos. Sintió náuseas. Salió al patio y se dirigió al excusado a través del minucioso cuchicheo y los sombríos olores del invierno. El interior del cuartito de madera con techo de zinc estaba enrarecido por el vapor amoniacal del bacinete. Cuando el coronel levantó la tapa surgió del pozo un vaho de moscas triangulares.
Era una falsa alarma. Acuclillado en la plataforma de tablas sin cepillar experimentó la desazón del anhelo frustrado. El apremio fue sustituido por un dolor sordo en el tubo digestivo. «No hay duda», murmuró. «Siempre me sucede lo mismo en octubre.» Y asumió su actitud de confiada e inocente expectativa hasta cuando se apaciguaron los hongos de sus vísceras. Entonces volvió al cuarto por el gallo.
-Anoche estabas delirando de fiebre- dijo la mujer.
Había comenzado a poner orden en el cuarto, repuesta de una semana de crisis. El coronel hizo un esfuerzo para recordar.
-No era fiebre -mintió-. Era otra vez el sueño de las telarañas.
Entre esa monotonía infame en que se convierte una vida aferrada al pasado y desplazados de la vida social del pueblo, la novela es también la historia de un matrimonio donde los reproches se hacen inocuos por desvencijados de tanto uso, donde los afectos se han trastocado en un interés mutuo por la supervivencia, donde el recuerdo del hijo perdido es su único anclaje con el calendario. Un matrimonio como testigo del deterioro de los tejidos vitales que tropieza con el desarrollo de las actividades diarias y cada incapacidad es un adorno más dentro de la casa.
Se sentía bien. Diciembre había marchitado la flora de sus vísceras. Sufrió una contrariedad esa mañana tratando de ponerse los zapatos nuevos. Pero después de intentarlo varias veces comprendió que era un esfuerzo inútil y se puso los, botines de charol. Su esposa advirtió el cambio.
Al final de la novela los personajes centrales saben que antes que la esperada pensión o el dinero que amengüe el hambre de sus tripas, lo que puede llegar antes de cada amanecer o anochecer es la muerte.
-Es lo mismo -replicó la mujer-. Debías darte cuenta de que me estoy muriendo, que esto que tengo no es una enfermedad sino una agonía.
El coronel no habló hasta cuando no terminó de almorzar.
-Si el doctor me garantiza que vendiendo el gallo se te quita el asma, lo vendo en seguida -dijo-. Pero si no, no. Esa tarde llevó el gallo a la gallera. De regreso ncontró a su esposa al borde de la crisis. Se paseaba a lo largo del corredor, el cabello suelto a la espalda, los brazos abiertos, buscando el aire por encima del silbido de sus pulmones. Allí estuvo hasta la prima noche. Luego se acostó sin dirigirse a su marido.
Masticó oraciones hasta un poco después del toque de queda. Entonces, el coronel se dispuso a apagar la lámpara. Pero ella se opuso.
-No quiero morirme en las tinieblas -dijo.
El coronel dejó la lámpara en el suelo
La Retórica Burocrática
Un coronel retirado, ex combatiente en una guerra fratricida, espera inútilmente una pensión de veterano. Perdido entre los vericuetos y la retórica de la administración pública yace su expediente. El coronel, con ansiedad y desazón, espera la llegada del correo todos los viernes en el muelle de su pueblo. Quince años de la misma rutina esperando una carta que lo confirme como pensionado.
El coronel y su esposa viven rodeados de la esperanza en una pensión que no llega y en el recuerdo de un hijo asesinado por revolucionario, del que solo les queda un gallo de pelea al que alimentan con el fin de hacerlo pelear tres meses después, en la temporada de gallos, para recibir dinero de las apuestas.
Sin otro medio de subsistencia que la venta de artículos caseros y con la remota ilusión del triunfo de un gallo que si tiene sus alimentos al día, a diferencia de sus dueños, al coronel y a su esposa solo les queda lidiar con sus enfermedades, su dignidad marchita y el progresivo deterioro de una ancianidad en la pobreza.
El Coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de la tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.
Mientras esperaba a que hirviera la infusión sentado junto a la hornilla de barro cocido en una actitud de confiada e inocente expectativa, el coronel experimentó la sensación de que nacían hongos y lirios venenosos en sus tripas. Era octubre. Una mañana difícil de sortear, aun para un hombre como él que había sobrevivido a tantas mañanas como ésa. Durante cincuenta v seis años -desde cuando terminó la última guerra civil- el coronel no había hecho nada distinto de esperar. Octubre era una de las pocas cosas que llegaban.
Su esposa levantó el mosquitero cuando lo vio entrar al dormitorio con el café. Esa
noche había sufrido una crisis de asma y ahora atravesaba por un estado de sopor.
Pero se incorporó para recibir la taza.
-Y tú -dijo.
-Ya tomé -mintió el coronel-. Todavía quedaba una cucharada grande.
En ese momento empezaron los dobles. El coronel se había olvidado del entierro.
Mientras su esposa tomaba el café, descolgó la hamaca en un extremo y la enrolló en el otro, detrás de la puerta. La mujer pensó en el muerto.
-Nació en 1922 -dijo-. Exactamente un mes después de nuestro hijo. El siete de abril. Siguió sorbiendo el café en las pausas de su respiración pedregosa. Era una mujer construida apenas en cartílagos blancos sobre una espina dorsal arqueada e inflexible. Los trastornos respiratorios la obligaban a preguntar afirmando. Cuando terminó el café todavía estaba pensando en el muerto.
“Debe ser horrible estar enterrado en octubre”,dijo. Pero su marido no le puso atención. Abrió la ventana. Octubre se había instalado en el patio. Contemplando la vegetación que reventaba en verdes intensos, las minúsculas tiendas de las lombrices en el barro, el coronel volvió a sentir el mes aciago en los intestinos.
-Tengo los huesos húmedos -dijo.
-Es el invierno -replicó la mujer-. Desde que empezó a llover te estoy diciendo que duermas con las medias puestas.
-Hace una semana que estoy durmiendo con ellas.
jueves, 11 de noviembre de 2010
Pensando frente al jardín
Tiendo a la noche
La noche profunda es silenciosa y robusta
como una madre con un faldón amplio
A la Noche
del libro Historia Natural
Lo que Varguitas dijo en Huanchaco
Ahora ya con la novela en casa, estoy con el lápiz y post it en mano para cerrar el círculo y explorar los secretos de nuestro novelista.En Los Sueños del Celta (título preliminar), se esconden sus viejos demonios: la libertad, la lucha contra la injusticia y las dictaduras, y la verdad detrás de las mentiras literarias.
En este caso, la historia de Roger Casement, un irlandés devenido en agente del gobierno británico, que denunció las atrocidades de Leopoldo I en el Congo, que estuvo un año y medio en la selva amazónica investigando entre 1910 y 1911 a los indios Putumayos en Brasil y el Perú sobre el maltrato y exterminio que les ocasionaban las compañías de explotación del caucho, y, el Casement que luego trasmutó en conspirador contra la Corona Británica al descubrir una similitud entre las injusticias vistas en Africa y América con la opresión del Imperio sobre su natal Irlanda, descubriendo a su vez su vena nacionalista. Una vida así ofrece una riqueza extraordinaria a cualquier escritor.
Para ello es importante repasar algunos detalles históricos: sabemos que Casement se hizo amigo del entonces marino Joseph Conrad a quien puso al tanto todas las atrocidades que ocurrían en el Congo, para ese entonces propiedad privada de Leopoldo I. Fruto de lo contado y de la experiencia del viaje mismo que hizo Conrad, salió esa vital y cruda novela sobre la explotación y los límites borrosos entre normalidad e insanía que es El Corazón de las Tinieblas.
Durante la charla descubrimos también al Casement justiciero, al explorador, al receptor de epifanías que moldearían su comportamiento político a futuro, al conspirador y finalmente, al menos en apariencia, al ser humano en su intimidad profunda.
Es debido a participar en una conspiración originada en la Alemania de 1914, que tenía como fin el desembarco de un cargamento de armas y hombres en apoyo al movimiento separatista irlandés, que Casement fue apresado bajo los cargos de traición, espionaje y sabotaje.
Estando ya preso, muchos intelectuales de la época, entre ellos Joseph Conrad, George Bernard Shaw y Arthur Conan Doyle, pidieron clemencia a la pena de muerte que le había sido impuesta. En el ínterin aparecieron los llamados Diarios Negros, manuscritos con una abierta descripción de relaciones homosexuales con niños y jóvenes. Eso hizo que muchas personas retiraran su pedido de clemencia y Casement muriera ejecutado.
La historia descrita revela muchos matices de lo que MVLL describió en su ensayo las Raíces de lo Humano en La Verdad de Las Mentiras ( y que sirve también como prólogo a la edición de bolsillo de El Corazón de las Tinieblas). La trama de la novela esboza una historia apasionante que discurre por tres continentes, la lucha contra la opresión y el abuso, ya sea en el Congo o el Perú, del reconocimiento de la cultura nativa, sea congolesa o irlandesa y finalmente del poder de las mentiras, de asumir que aquellos Diarios pudieron ser originales sí, pero fruto de las fantasías, de momentos nunca vividos físicamente pero imaginados cientos de veces.
Y es ese final abierto, el más fascinante de aquella noche, la posibilidad que tenemos de expresar nuestra libertad a través de las ficciones, de crear mundos paralelos al contarnos historias, del poder de las mentiras de los escritores de entregar profundas reflexiones de la condición humana.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Cartas Geográficas
El Precio del Celta
jueves, 4 de noviembre de 2010
Vuelve Luis Loayza
Literatura Peruana: Producto de Bandera o como aprovechar el Momentum Vargas Llosa?
miércoles, 27 de octubre de 2010
La Feria RicardoPalma
viernes, 22 de octubre de 2010
El Fin de los Imperios y el Cambio de Eras
En todos los casos, han existido hechos críticos y dramáticos que simbólicamente han funcionado como hitos o puntos de inflexión, aunque las condiciones que promovieron la transición se hayan estado generando años antes.
El final de la Edad Antigua (746 D.C.) está marcado por la toma y saqueo de la ciudad de Roma a cargo de los Bárbaros, quienes desde casi cien años atrás venían traspasando las fronteras de un imperio venido a menos debido a una decadente sucesión de emperadores; a su vez, ellos venían siendo desplazados desde Oriente por los Hunos.
La Edad Media (1453 D.C.), terminó con la toma de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino –o Romano de Oriente-, ciudad sitiada durante años y que cayó tras la presión expansiva de los Turcos Otomanos liderados por Mahomet II, quienes ya estaban un buen tiempo asentados en los Balcanes. La ciudad cayó tras un bloqueo naval y la desidia de los Imperios papales y las repúblicas Italianas como Génova, Venecia y Pisa, que no apoyaron al decadente imperio a pesar que tenían en la ciudad su emporio comercial.
El término de la Era Moderna está marcado por 14 de Julio de 1789, día de la Toma de la Bastilla, un castillo medieval que funcionaba como prisión en la Monarquía Absolutista de Luis XVI. La Revolución Francesa fue el corolario de años de difusión de las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad que se iniciaron con la Ilustración y la Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII. Los pueblos en distintas partes del mundo comenzaron a cuestionar el orden establecido a través de la Razón, robustecida por las ideas de Descartes, Newton y Adam Smith que explicaron el mundo de una manera nueva hasta entonces. Fue la Edad de la razón pero con acciones llenas de pasión y violencia, fue la época de la expansión de nuevas potencias, de las guerras de independencia en América, del capitalismo y la lucha de clases.
Desde entonces vivimos la Edad Contemporánea. Muchas cosas han pasado en el siglo XX que pudieron haber marcado el cambio de Era, por ejemplo, la llegada del hombre a la Luna podría haber tenido el efecto que tuvo el viaje de Colón, pero quedó como un hecho aislado, los viajes espaciales tripulados a otros planetas se suspendieron y todos los descubrimientos astronómicos posteriores no han tenido un impacto directo en la vida de las personas. Ni las Guerras Mundiales, ni la Guerra Fría, ni la caída del Muro de Berlín han tenido un efecto dramático en el modo de vivir ni de pensar, vistos fríamente desde los albores del siglo XXI, al margen de lo penoso de atestiguar la pérdida de vidas humanas, en la mayoría de casos se ha tratado de un reacomodo de fuerzas y ejes mundiales pero manteniendo el sistema. Lo que tales eventos trajeron consigo fue la caída de las utopías y grandes ideologías: el resto de occidente terminó de occidentalizarse, expandiendo su “doctrina” al resto de Europa oriental y a la mayoría de países orientales. Finalmente parecía que un solo sistema imperaría en el mundo.
Parecía.
La rapidez de la producción científica y tecnológica han creado no solo nuevas maneras de vivir sino de pensar y de interrelacionarse con los demás. En esto ha tenido que ver el desarrollo de comunicaciones: el teléfono, el fax, la Internet, el desarrollo de la fibra óptica, permite no sólo intercambiar la voz, sino imágenes e ingente cantidad de datos en tiempo real. Se habla ahora de una realidad paralela: la realidad virtual. Desde hace 20 años se implanta el concepto de Aldea Global, de protección al Medio Ambiente, pero también de tribalización (tomado como ejemplo el conflicto de los Balcanes) de las sociedades, de minorías étnicas, de disputas raciales y del resurgimiento de los conflictos por la Religión. El desplazamiento de grandes masas poblacionales ha generado nuevos problemas y el mundo dividido entre Occidente y Oriente ha trastocado su eje en Norte – Sur. Más aún, en un solo territorio conviven sociedades distintas separadas por la raza, religión o cultura.
El tráfico aéreo y marítimo, la comunicación de todo tipo, que han derribado fronteras y husos horarios, no solo transporta mercancías y migrantes, sino además enfermedades. Las epidemias necesitan horas o días para tener el potencial de convertirse en pandemia. Como respuesta a ello, se vuelven a levantar barreras, sean aduaneras para el comercio, migratorias para detener el influjo de masas humanas o alertas de cuarentena para evitar la propagación de enfermedades, sino aparecen vallas invisibles e infranqueables, las de las ideas religiosas, las de la censura. Reaparece el tráfico de seres humanos, como lo fue la esclavitud de hace centurias, promovidos esta vez por la pobreza y el crimen organizado.
Por múltiples razones la Gran Aldea, ya no es tan global, ya que se percibe que el intercambio es desigual es que algunos sistemas de gobierno deciden cerrarse ideológicamente: China, Corea del Norte, Irán, Irak, Afganistán. Ciertas sociedades miran hacia dentro e intentan hacer prevalecer su cultura en países lejanos, estamos frente al levantamiento de ghettos culturales o religiosos. Este movimiento muchas veces no es sólo de ideas sino de acciones. A cada acción de un lado se genera una reacción del lado opuesto socialmente o políticamente. El Islam vuelve a hacer sentir su guerra santa a través de millones de musulmanes migrantes en Europa y los Estados Unidos.
Hasta que ocurre un hecho crítico en el 2001: la Caída de las Torres Gemelas en New York, sumado al ataque simultaneo al Pentágono y el fallido ataque al Capitolio. Meses después ocurre el atentado en el Metro de Madrid y otras acciones fallidas en Europa. Se pone en alerta el mundo hasta por la aparición de caricaturas de Mahoma y se vuelve discusión nacional el empleo de velos o la colocación de crucifijos en las escuelas europeas. La Jihad alcanzó su cenit. Desde ese momento, los Estados Unidos, representante del nuevo orden mundial aparecido en la segunda mitad del siglo XX, aparece vulnerable por primera vez.
Desde entonces sus ciudadanos se sienten blancos móviles en su propio territorio o en cualquier parte del mundo. Los estados de alerta comienzan a multiplicarse y arrastran en esta alerta a casi todo Occidente. La reacción poco inteligente de invadir Irak por los nuevos aliados no ha hecho más que tensar las reacciones con el Islam. El mundo se ha vuelto a dividir.
Y como corolario de la crisis, sobrevino la debacle económica del 2008. La explosión de la burbuja hipotecaria especulativa que se ha traído abajo la bonanza económica de Occidente. Este año, en forma casi simultánea las economías de Estados Unidos, Reino Unido, España, Francia, Grecia y otros países europeos y sudamericanos están viendo enormes recortes presupuestales con obvias y contundentes repercusiones sociales. Hoy mismo, a esta hora uno puede ver en los noticieros globales las protestas en el Parlamento Británico, los motines en París o la caída de la popularidad de Barack Obama en los Estados Unidos en vísperas de las elecciones para la renovación del Congreso.
Por primera vez, se han visto reportajes en las cadenas televisivas sobre la pobreza que afecta no sólo a migrantes indocumentados sino a ciudadanos norteamericanos otrora viviendo la aparente prosperidad a costa del crédito. Miles de familias perderán su vivienda en todos los estados de la Unión debido a su incapacidad para pagar hipotecas. La tasa de desempleo sube en las economías desarrolladas. Para empeorar las cosas, un caso emblemático como el derrame de petróleo en el Golfo de México a cargo de la compañía BP revive los fantasmas de la explotación indiscriminada de recursos y su nefasto efecto sobre el medio ambiente.
No se puede pensar ni concebir el mundo como hace 20 años. Pasadas las celebraciones por la llegada del nuevo milenio, el mundo no sólo camina sino también se percibe de manera distinta. Se nota en la vida diaria, en las relaciones humanas, en los medios de comunicación, en la economía y en la política. Como nunca antes, los eventos rápidamente son reemplazados por otros de igual o mayor magnitud, se vive ahora lo que Mario vargas Llosa ha llamado la Sociedad del Entretenimiento. Como nunca antes la privacidad de las personas se hace pública en segundos en mails, blogs, facebooks y twitters.
La cultura también ha cambiado, sobre todo la literatura que está reflejando la situación social y sus temores, para muestra Un Hombre en la Oscuridad de Paul Auster, A Falling Man de Don deLillo, Al Pie de la Escalera de Lorrie Moore. Existe una nueva manera de escribir, como por ejemplo Diario de una Mal Año de JM Coetze y Dublinescas de Enrique Vila-Matas para tomar un ejemplo. Sé que estoy dejando varios títulos y acaso ustedes puedan nombrar otros más.
El mundo ha cambiado juntos con sus paradigmas, no podemos pensar en los mismos términos que a finales del siglo XX, el evento explosivo y simbólico que marcaría su punto de partida: el 11 de Setiembre del 2001, el ataque de Al Qaeda a los Estados Unidos.
Faltaría además ponerle nombre a la nueva Era.
miércoles, 20 de octubre de 2010
A Bits de Distancia
Uno de los libros que más capturó mi atención ha sido el Fantasma de Anil, de Michael Ondaatje, una novela que se ramifica en diversos tópicos y personajes de la que hablaré más adelante. Sin embargo, su lectura me ha dado que pensar en el libro electrónico.
En el pasado los textos en Medicina la mayoría de textos eran monocromáticos, conservando algunas páginas especiales en color para un atlas de imágenes clínicas. Pero los grandes tratados conservaban una monotonía de negro sobre blanco. Sólo hace un par de décadas se introdujo el color en los textos, así como en las tablas y las gráficas. Los libros británicos fueron los primeros en experimentar con la paleta de colores.
Aún recuerdo aquellas nuevas ediciones de antiguos Tratados que me negué a comprar sólo porque consideraba la adición de figuras o tablas multicolores como un plus sin sentido, que no mejoraba ni l presentación ni el significado de los textos, que es lo que al final importa. Era cuestión de tiempo pensaba. Hoy se pueden encontrar textos diseñados y escritos en un estilo en los que la variedad de colores ofrece un valor agregado.
Con el tiempo además aparecieron las ediciones electrónicas en CD ROM e Internet, permitiendo la actualización constante en áreas donde el avance de las investigaciones hacía obsoleto un texto en menos de un año. Ahora los hipervínculos permiten saltar de un tópico a otro en razón a la importancia que cada lector le asigne o lo crea necesario.
¿A qué viene el comentario? Vuelvo al Fantasma de Anil, un drama ambientado sobre todo en Sri Lanka, con algunas expresiones en cingalés, con datos arqueológicos, médicos y forenses, que han lentificado mi lectura al consultar diccionarios, mapas y textos impresos o de Internet para entender mejor la trama, lo que no ha sido una molestia sino que ha enriquecido mi lectura.
Un texto electrónico con hipervínculos que me refieran a datos importantes para enriquecer la trama hubiese hecho más placentera mi lectura. Como el hecho de descubrir que uno de los libros de medicina forense referenciados en la novela realmente existe.
Ahora que existe la discusión entre el libro impreso y el electrónico, sobre una migración que ahora se ve difícil y que acaso no lo será en la siguiente década, se hace necesario diferenciar lo importante de lo accesorio. Una versión de la transición de la era Gutemberg a la era Google como lo apunta Vila-Matas
Una plataforma, llámese Kindle, iPad o Reader, en este momento es útil pues permite almacenar una gran cantidad de libros en poco espacio, cumpliendo el deseo de la biblioteca portátil, pero para muchas personas esto no es necesario y el tener un libro electrónico no pasará de un Gadget más que deviene en vistoso pero poco funcional.
Sin embargo, el reto del verdadero libro electrónico literario pasará por una concepción distinta de la concepción creativa y de la edición literaria, según pienso es la decisión de usar hipervínculos, no para saltar capítulos como una versión moderna de Rayuela sino para expandir textos que modifiquen el acto de la lectura o el significado de la misma, al aumentar los contenidos. Pudiendo incluir además imágenes, audios y/o videos. Desde luego, no todas las obras ni los autores se amoldarían al nuevo sistema pero se espera, o al menos lo espero así, el futuro podría venir por ese lado.
Esa es a mi opinión que va con mi gusto de convertir mi lectura en un fractal, es decir ramificando la lectura de conceptos a medida que van llegando en el texto, pero siempre con la posibilidad de regresar al cauce narrativo original.
Desde luego que las especulaciones y el debate, así como el desarrollo de la edición electrónica están recién tomando el ímpetu inicial. Pero eso no impide que uno pueda imaginar o desear el futuro de las letras electrónicas.
¿estaremos tan cerca, sólo a la vuelta de un byte?
Las Palomas Invisibles
Uno de esos ejemplos ha sido el rescate de los mineros en San José de Copiapó. De una tragedia, producto de malas condiciones de trabajo, aparece un producto excepcional. Resultado de una organización y planificación impecables el rescate ha sido un triunfo del instinto de supervivencia y de la capacidad humana para sobreponerse a grandes adversidades. Una operación épica que ha unido a casi todos desde los primeros momentos de conocerse el accidente. Desde entonces dentro y fuera de Chile muchas personas trabajaron por el objetivo común de rescatar a 33 personas literalmente tragadas por la tierra.
Se erigió el campamento Esperanza, un enclave humano en medio del desierto, una superficie sobre el socavón de la mina. Setecientos metros más abajo, es difícil imaginar la sensación de angustia de saberse encerrados y comprobar que no había salida posible desde dentro. A más de 30 grados de temperatura y con escasas provisiones las probabilidades eran escasas. Pasaron 17 largos días de incertidumbre a ambos lados de la superficie hasta que una de las sondas alcanzó la burbuja subterránea y por la pantalla apareció la mirada polvorienta de uno de los mineros con la frase escrita en un trozo de papel, “Estamos bien en el refugio los 33”. Tuve entonces una sensación de alienación y lejanía: tal mirada, entre suplicante y asustada, me descubría seres humanos en un estado salvaje, en un estado de alerta extrema. Mi enajenación continuó al imaginar a seres humanos como nosotros, dentro de una cápsula rocosa y privados de las condiciones básicas que conocemos hoy como civilización, en un proceso de retroceso hacia lo primitivo, con la eclosión de emociones y pulsiones primarias. Una involución milenaria en un corto lapso de tiempo.
Qué ideas no habrán recorrido las mentes de estas personas sin salida, lejos de los estímulos naturales como el ciclo día – noche, el viento soplando la vegetación, el agua corriente, los ruidos de una casa, la naturaleza viviendo a través de los sentidos, y sobre todo, cortados los vínculos familiares. Pero fueron las extraordinarias condiciones de vida otorgadas por la tecnología disponible y la perseverancia de las personas que apoyaban las labores de rescate, las que lograron la galvanización del espíritu de los mineros atrapados, para darles una nueva envoltura, más dura y protectora, y por añadidura también suave y tierna a partir del contacto con sus seres queridos.
Hace algunos años tuve la experiencia de ingresar al interior de una mina localizada en los Andes centrales. Tenía que completar una encuesta en mineros como parte de un programa de salud. La condición era hacer las preguntas y dar una charla a 400 metros bajo tierra aprovechando la hora de descanso. Equipado para el descenso, botas, casco y mascarilla, entré al ascensor que me bajaría al comedor del socavón. Al cerrarse la portezuela desvencijada me entró el temor natural de quedar atrapado. El descenso se acompañó del ruido del metal arañando la roca en medio de la oscuridad absoluta. Al detenerse el ascensor, y con ello el ruido, se abrió la puerta hacia un ambiente iluminado que alivió de pronto mis temores. Completé tranquilo mi tarea y al comenzar el ascenso volví a tener la sensación de quedar atrapado.
No importa cuantos años tenga uno involucrado en una tarea, sobre todo si ésta es de riesgo, siempre existe la posibilidad de que se presente un hecho fortuito, como realmente ocurrió en Copiapó.
Sin la intención de hacer un recuento técnico o político del accidente y rescate, ya que este evento tiene distintas lecturas, lo que me ha motivado a hacer este post es la capacidad de resiliencia de los mineros atrapados y la tenacidad de las relaciones afectivas en condiciones adversas. Así como, al menos por las noticias, ver como los sentimientos de una nación hicieron fuerza para que las cosas salieran bien. Como pocas veces, Chile en un solo año ha vivido momentos críticos: un terremoto devastador y el derrumbe de la mina. Pero no solo fue un país, en los días finales del rescate millones de personas estuvieron pendientes a través de las transmisiones por satélite en tiempo real.
Pensar que la distancia borra los vínculos afectivos es caer en un lugar común muchas veces equivocado, en este caso tales vínculos actuaron n solo como paliativo sino como un estimulo para la resistencia. Estos afectos permanentemente recordados, la comunicación continua con el mundo exterior, a través de mecánicas palomas mensajeras, así como el influjo diario de alimentos evitaron que el comportamiento de los afectados fuera dominado por las regiones mas arcaicas del cerebro, desde el punto de vista filogenético, el sistema límbico, el que domina el hambre, la sed así como el instinto animal de supervivencia.
Esto abona a la concepción gregaria del ser humano, no importa cuantas veces intentemos aislarnos del mundo exterior, irremediablemente regresaremos en busca de nuestros puntos de referencia, sean familiares o no. Con su cercanía física o a través de la comunicación a distancia, son un estímulo permanente para seguir caminando por la vida. Palomas mensajeras invisibles.
Por eso me quedo con un par de imágenes del rescate que se han quedado rodando en mi mente desde entonces. La primera, la enorme tensión emocional de las familias de los mineros mientras bajaba por primera vez la cápsula Fénix, el éxito de este descenso garantizaba de alguna manera el éxito de toda la misión, el que terminó con una explosión de emoción contenida. La segunda, el llanto de un niño al ver como aparecía bajo el suelo, la cápsula que transportaba a su padre de nuevo a la tierra.
A sentir de nuevo el aire fresco, a ver el cielo y a reconocer el abrazo intenso de los que más te quieren.
A volver a vivir. En una diáspora que escribirá nuevas historias
jueves, 7 de octubre de 2010
Confesión de Parte
lunes, 20 de septiembre de 2010
Sobre Hombros de Gigantes
El estudiante de Medicina debe ser un Naturalista para que pueda esperar convertirse en un epidemiologista científico, patólogo o práctico capaz.
Sir Patrick Manson
Hace unos días he introducido algunos cambios en mi perfil que para muchos habrá pasado inadvertido. El cambio más importante es el de Naturalista, que he decidido evocar ya que tal nombre fue dado a los científicos dedicados al estudio de las Ciencias Naturales o Historia Natural a través de la observación cuidadosa de la Naturaleza. Si bien los antecedentes se remontan a Aristóteles, los Naturalistas alcanzaron su apogeo entre los siglos XVII y XIX, en la época de las grandes expediciones y la colonización de nuevos continentes por parte de Europa.
Las conclusiones del Naturalista están basadas en una contemplación disciplinada y paciente. Es por lo tanto un ejercicio intelectual solitario y de largo aliento. Sólo luego de una observación tenaz y una ambición por capturar todos los detalles se pueden obtener patrones, ya sean estos de estructura o de comportamiento.
Estos hallazgos son registrados en las libretas del expedicionario. Palabras y trazos aparecen en el papel en un orden que sólo entiende su autor. Mas tarde, luego de una reflexión sosegada irá transcribiendo sus hallazgos en un texto coherente siguiendo su propia lógica de pensamiento.
Fruto de este proceso, Aristóteles en el siglo V A.C. estableció una clasificación zoológica dividiendo animales según su contenido de sangre, medio de locomoción o de reproducción. De este modo por siglos se usaron las denominaciones de animales con sangre o sin ella, bípedos, cuadrúpedos o ápodos y, asimismo, vivíparos, ovíparos u ovovivíparos. Para todos aquellos animales, por ejemplo algunos insectos, en los cuales no identificó un patrón reproductivo específico los colocó en un gran saco conceptual llamado animales de Generación Espontánea.
Casi 20 siglos más tarde, bajo el mismo proceso Carl Linné (1758) en su “Systemma Naturae” establece un nuevo sistema de clasificación basado esta vez en la comparación de semejanzas estructurales anatómicas. Este nuevo sistema es adoptado rápidamente por los naturalistas de fines del siglo XVIII.
Los naturalistas además de la cualidad de la observación sistemática gozaban de una polivalencia científica y humanista. Esta polivalencia conceptual en los Naturalistas borró en esa época los rígidos límites entre Ciencia y Arte tal como los conocemos hoy. Los expedicionarios de antaño llegaban imbuidos de conocimientos filosóficos greco latinos, así como de los teológicos medievales y del Renacimiento. Su eclosión intelectual fue máxima luego de la Ilustración. A través de estos conceptos entendían la naturaleza como un estado de armonía, por eso sus libros influyeron tanto en la concepción del mundo moderno.
Tomaré como ejemplo a aquellos, que recorrieron América sucesivamente como Charles Marie la Condamine, Alexander von Humboldt, Charles Darwin y Antonio Raymondi. A nivel mundial la expansión de los imperios europeos impuso el patrocinio de expediciones no solo para conocer los nuevos territorios sino para mantener la hegemonía imperial. De esta manera se sentaron las bases del sistema métrico global al medir la longitud de un paralelo respecto al ecuador, se describieron numerosas especies vivientes y accidentes geográficos en América, así como los procesos que explican el desarrollo de la corteza terrestre y las corrientes marinas. Acaso la expedición más famosa y productiva para las ciencias naturales fuera la del Beagle, que llevó a Charles Darwin a escribir años mas tarde el Origen de las Especies y cambiara para siempre el concepto de vida en el planeta.
El trabajo de los Naturalistas generó no sólo numerosos tomos de información sino además fueron la base de los hallazgos científicos contemporáneos y hasta se podrían considerar generadores de la identidad del Nuevo Mundo. Revalorando y actualizando las ancestrales obras nativas, tanto Darwin comoVon Humboldt recorrieron los Caminos del Inca, uno por el Sur otro por el Norte
Exploradores de tierras allende los mares, acaso los Naturalistas hayan tenido formidables viajes interiores ya que nadie podría estar excluido de conmoverse ante el titánico paisaje agreste de los Andes, la Tierra del Fuego o la Selva Tropical. Fruto de estas expediciones interiores quedan copiosas correspondencias, textos y grabados, los que permiten conocer no solo a la naturaleza sino al hombre que las recorre.
Este mismo sentimiento de aventura llevó también a algunos médicos de la época a examinar el comportamiento de enfermedades en regiones exóticas. Sir Patrick Manson (1844 – 1922), médico de la Armada Imperial Británica en el sur de China realizó varias investigaciones hasta sentar las bases del rol del mosquito en la génesis de la Malaria, el Dengue y la Filariasis, dejando de lado la teoría del Miasma, presente desde la era de Hipócrates.
Y en Perú nuestra Medicina Tropical está hecha también de médicos exploradores que han tenido lidiar con los agrestes microclimas del país generadores de igual variedad de infecciones, como lo demuestra este párrafo del Dr. Carlos Monge, extraído de sus Obras Completas:
Si estos hechos no fueran aun suficientes para hacer resaltar nuestra variada Patología tropical nos queda por revisar los procesos morbosos determinados por metazoos parásitos en el organismo humano o que directamente lo atacan y que se encuentran sobre todo en los países cálidos, lo que nos lleva inmediatamente a la necesidad de contemplar el estudio de la Historia Natural Médica.
Expediciones, apuntes, dibujos, experiencias, monólogos interiores están desperdigados en mi escritorio esperando ser ordenados. Es el momento para hacerlo. Por eso seguiré los pasos de los Naturalistas, en viajes reales o imaginarios, para ver mucho más allá pues ahora estoy parado sobre los hombros de gigantes
martes, 14 de septiembre de 2010
Punto de Inflexión
París, 13 de setiembre de 2010
Excmo. Señor Dr. Alan García Pérez
Presidente del Perú
Lima
Señor Presidente:
Lo saluda atentamente,
Mario Vargas Llosa
Presentía que esto llegaría tarde o temprano, como el agua y el aceite que no pueden mezclarse. Es un saludable punto de inflexión.
sábado, 11 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
Resaca de la FIL: tareas pendientes
Cada una de las partes puede argumentar a su favor acerca del número de visitantes, las ventas, el espacio y hasta el programa musical paralelo. Es bueno que en un país con tan pobre índice de lectura la Feria tenga visitas y compradores. Pero no basta la cantidad sino también la calidad. No todo es crecimiento también desarrollo.
Las ventas parecen haber sido buenas, y eso está bien para hacer crecer el negocio. La agenda estuvo sembrada de presentaciones de libro y eso demuestra que la actividad literaria camina a buen pie. Los homenajes fueron merecidos y oportunos. La feria es un buen espacio para reencontrar a los amigos y hacer nuevos. Es una oportunidad de renovar el “contrato social” entre libreros, escritores y lectores.
Sin embargo, en términos de impacto tengo mis dudas. A la Feria de Lima no llegan los pesos pesados, la agenda carece de discusión de temas trascendentales o aquellos fueron mirados tangencialmente durante la presentación de algunos libros. Los hechos de la feria no “rebotan” en los círculos más allá de nuestras fronteras. Mas aún, algunas editoriales se esforzaron por poner al día su catalogo, pero en otras la artillería pesada llegó un mes después de la Feria, hecho que he podido constatar recientemente. En este mismo año sólo en América Latina hemos sentido la onda expansiva de Festivales en Cartagena, Puerto Rico, Bogotá, Montevideo y ahora estamos conectados al que ocurre en Buenos Aires
No sólo como lector sino como escritor esperaba más. Del debate de ideas, de la variedad se pueden obtener consensos. La feria es una buena oportunidad para evaluar las tendencias de la narrativa, ensayo y la poesía nacionales, la situación actual de las editoriales, tanto los sellos tradicionales como las independientes, así como la función actual de la crítica literaria y los blogs, la constante amenaza de la piratería- que atacaría tanto al papel impreso como al digital-, la función de las instituciones educativas, culturales y las bibliotecas. Si esto no se ha discutido abiertamente poco podríamos conversar acerca del futuro, entre ello el libro electrónico. En la pasada FIL nuestros mejores escritores residentes y visitantes pudieron ser mejor aprovechados.
La pasada Feria se ha preparado con el apoyo de la Cámara Peruana del Libro, de las editoriales, las distribuidoras y los escritores. Pero al margen de las licencias necesarias poco se ha visto del apoyo oficial (salvo las emisiones en vivo de un programa cultural del canal del estado). Lo que se vio no es suficiente, fue una oportunidad perdida pues se tenía la coyuntura de la creación del Ministerio de Cultura. Y no parece ser falta del sentido de oportunidad, ya que en su momento hasta Chespirito fue homenajeado en ambos palacios, el Municipal y el de Gobierno. Un ministerio no basta sino una visón cultural, amplia e inclusiva, algo que se debe de entender como política de estado. ¿Podremos llamarlo producto de bandera? No importa, pero hay que ponerse a trabajar
Ante tal escenario, en lo que resta del año nos quedan algunas ferias locales y como colofón la de Ricardo Palma, que espero vuelva a su lugar original por el bien de todos. Una buena incitativa que no debería de perderse pues acercan el libro a zonas donde incluso no hay librerías. Y para la próxima FIL 2011, es tiempo de comenzar a pensarla, a organizar los equipos de trabajo, a colocar los cimientos de un evento que debiera ser el hito anual de nuestra literatura nacional.
viernes, 20 de agosto de 2010
Excavadores de Tumbas
Las alternativas son múltiples, se heredan, se donan, se venden o hasta se canibalizan. Mi primer recuerdo de ello vine de la época del colegio. Para hacer una tarea de Filosofía trabajé una revisión en la enorme biblioteca en casa de un amigo, cuyo padre, un profesor de Humanidades, había muerto prematuramente tiempo atrás. Hasta ahora recuerdo fragmentos de tales lecturas. Por analogía recuerdo también la primera vez que supe sobre Séneca, en la biblioteca de uno de mis tíos, ahora fallecido y del que no tengo idea que fue de sus libros.
Repaso estos recuerdos ahora que visito de manera fortuita las tenebrosas galerías de venta de libros viejos ubicadas entre los jirones Quilca y Camaná. Un olor acre a humedad traspasa el ambiente y a pesar que visito estos cascarones de día, un escenario polvoriento y casi fantasmal se dibuja ante mis ojos.
Pero tal sensación se desvanece una vez que me veo abducido sea por los títulos o sea por el contenido de aquellos libros. Algunos pulcramente cuidados, otros gangrenados por los hongos o las polillas. Sin embargo, las letras y los grabados permanecen allí incólumes ante el paso del tiempo y ante sus eventuales guardianes. Están allí para seguir ilustrando, para seguir deleitando, para ejercer una hipnosis literaria.
Sólo me detiene ver mis dedos oscurecidos por el hollín depositado gracias a la densidad vehicular de las calles del Centro o cuando mi alergia me pide salir de allí.
He conseguido en visitas sucesivas, ya que la búsqueda de libros funciona en mí como potente droga adictiva, una Antología de Poesía Latinoamericana de inicios del Siglo XX, un estudio sobre Dante, la Norton Anthology of Western Literature en un solo volumen, un tratado sobre las Aguas Termales de Arequipa y otro sobre Microbiología de los alimentos (con secretos sobre vinos, quesos y el chucrut), y hasta un libro con las biografías de Médicos famosos, entre otras reliquias.
Estos libros, que ya están en mi casa -su nueva casa-, han sido sometidos a un periodo de cuarentena con un tratamiento contra las plagas. Se quedarán allí solo esperando que tenga el tiempo necesario para leerlos.
Y como el destino siempre juega en carambola, abro la primera página de Prosas Apátridas y me encuentro con esto:
¡Cuántos libros, Dios mío y que poco tiempo y a veces que pocas ganas de leerlos! Mi propia biblioteca, donde antes cada libro que ingresaba era previamente leído y digerido, se va plagando de libros parásitos, que llegan allí muchas veces no se sabe como y que por un fenómeno de imantación y de aglutinación contribuyen a cimentar la montaña de lo ilegible y, entre estos libros, perdidos, los que yo he escrito. No digo en cien años, en diez, en veinte ¡¿que quedará de todo esto?!
lunes, 26 de julio de 2010
Desde la Feria del Libro 2010
Primera novedad, la entrada cuesta 2 soles, que si bien puede no ser un obstáculo para algunos y hasta puede ser irrisorio es una incomodidad que he escuchado de no pocas personas. Segunda novedad, el horario de exposición, cierra a las 9:30 pm abre a la 1pm incluso los fines de semana, que muchos bibliófilos aprovechábamos para llegar temprano y luego tener el día libre. Tercera novedad, no hay zona de parqueo, arréglese como pueda.
Algunas incomodidades de instalación, el primer día no había servicio de cobro a través de tarjeta de débito POS, sin cajeros automáticos en el vecindario, las ventas debieron de ser pocas. Por otro lado, algunos expositores se quejaron que sólo había 6 baños portátiles para toda la feria.
De las novedades literarias, salvo los best Sellers tipo Amanecer y los libros de autoayuda que inundan la mayoría de stands, no he visto algo que me deslumbre. Pero yo soy un caso atípico, vivo casi al día con las novedades literarias antes de la feria. En este caso mis novedades están en otras áreas como Historia, Filosofía, Ciencias, Historia Natural. Aquí mis recomendaciones de visita:
1. Fondo de Cultura Económica, llegó con un lote interesante con clásicos como Fausto de Goethe, Cuentos de Chejov (con prólogo de Sergio Pitol) a poco más de 20 soles. Un libro muy interesante para mí fue Ojos Imperiales, interesante estudio sobre los libros de viajes. Además el FCE tiene una interesante colección sobre Ciencia para Todos.
4. Planeta, con dos buques insignia, las nuevas novelas de Enrique Vila Matas, Dublinesca, y Alonso Cueto, La Venganza del Silencio. A rebuscar algunas joyas en Seix Barral o Emecé. Hay descuentos.
6. Importaciones Riguse, no defrauda feria tras feria. A armarse de paciencia y escarbar tras los lotes, allí se puede encontrar Triste Vida de Chi Li por 15 soles y otros títulos de Belacqua. Siempre hay Borges y Bioy, así como clásicos policiales a menos de 10 soles. Allí compré una edición tapa dura de Tierra Baldía de TS Elliott a 8 soles.
7. Crisol, la novedad es el Manual de Nueva Gramática Española, comprarlo allí que todo el stand tiene 20% de descuento.
8. Ibero, explorar la colección de Cátedra y Libros de Bolsillo, están con descuento. Una pena, al parecer no tendrán Verano de Coetze para la Feria, se agotó antes el pequeñísimo lote que trajeron, no han asegurado nada.
9. Universidades, siempre hay textos interesantes con precios de feria. Entre los que destacan, el de la PUCP, a mi parecer el más interesante, a explorar Historia, Antropología, Psicología, Derecho y Literatura, a buscar ofertas allí. Le siguen el de la UNMSM que es muy variado y el de la Pacífico, que es más enfocado a temas específicos. El de la USMP está centrado en Gastronomía.
10. El Fondo Editorial del Congreso, para los interesados en temas nacionales. Ha salido un libro reciente sobre San Martín.
11. País invitado, este año es Ecuador, lamentablemente se conoce poco de su literatura y no pudo hacer ninguna recomendación. Entre los otros darse una vuelta por el Chile, desde que fue país invitado hace 3 años mantiene un stand grande y bien surtido, se puede encontrar verdaderas joyas en distintas disciplinas, sólo que tienen que apurarse, traen sólo uno o dos ejemplares, si le gusta cómprelo al toque.
12. Instituto de Estudios Peruanos, uno de mis favoritos no literarios. Compré Muerte y Conversión en los Andes, un estudio sobre creencias acerca de la muerte, evangelización y creación de hospitales en la Colonia, entre ellos el mío. Hay un manual sobre la Invención de la Cocaína, con datos históricos interesantes y otros textos sobre Política y Ciencias sociales.
Éstas no son recomendaciones definitivas, y como la Feria está en curso, seguiré posteando sobre ella. No dejen de ir.
miércoles, 2 de junio de 2010
¿Familias Felices?
La Venganza del Silencio está contada desde la voz narrativa de Antonio Hesse, quien en la adolescencia queda huérfano en un accidente que no se nos esclarece al principio. Desde entonces pasa a ser adoptado por la familia, la cual está controlada por el tronco matriarcal que representa Adriana Hesse.
Mi tía Adriana tenía un rostro angular, hecho de una superficie de porcelana. Su pelo rubio, alineado en hebras gruesas, estaba ajustado en un molde, como una aureola dura, alrededor de la cabeza. Sus facciones convergían alrededor de unos ojos de acero. Recuerdo haber pensado que su rostro era el mapa de una pasión que subordinaba a todas las otras: la pasión por el orden. Todo parecía organizarse en su cuerpo alto y proporcionado que daba una sensación extraña de impenetrable armonía.
La familia Hesse es un clan, heredado y manejado por Adriana, depositaria de un legado que tiene que controlar con mano de hierro, aplastando disidencias y cortando por lo sano, todo esto acompañado de una provisión de armonía. Es una aduana implacable de las motivaciones personales y de los escapes terrenales del alma humana. Es un filtro necesario que mantiene la hegemonía totalizadora familiar. No es gratuito entonces que los Hesse sean dueños de un banco, imagen de fortaleza, abundancia y estabilidad. Para la tía Adriana manejar una institución financiera y su familia es lo mismo.
Si bien la historia acompaña el recorrido vital de Antonio, trazado acaso desde antes de nacer, es una saga familiar, que demuestra, entre otras cosas que la disciplina, la organización y la constancia proveen de estabilidad y orden pero no dan amor. Que ninguna pasión puede subordinar a otra explica porque el esposo de Adriana termina muerto, y que esas pasiones no conocen de convencionalismos impuestos desde una jerarquía. Primera moraleja: la sumisión total significa la extirpación de instintos naturales.
La muerte del tío Adolfo, rompe el orden narrativo precedente, dedicado a dibujar la estructura familiar y su orden de jerarquías y funciones, así como los vasos comunicantes con la servidumbre. Luego del asesinato tenuemente aparecen las manos del tramoyista (o tramoyistas) que mueven los engranajes familiares. El aparente orden familiar está lleno de intrigas, palabras no dichas y verdades encerradas bajo el prestigio.
Por eso que para las familias endogámicas, como las de los Hesse, el ingreso de un forastero social es penalizado. Si ocurriera, como ocurre realmente en la novela, existen algunas alternativas: deberá den ser extirpado, hasta de manera cruenta si fuera necesario, o en el caso más benigno el recién llegado deberá de aceptar su lugar y rol y a partir de entonces ejecutarlo con disciplina y constancia. Por eso, la relación entre Antonio y su prima Sonia, es atenuada bajo la premisa de mantener el orden establecido.
Cualquier alteración del delicado equilibrio del clan, logrado a costa de un sacrificio que alguien tiene que asumir, en este caso Adriana, es vista como una amenaza y no como un cambio necesario en la evolución natural de las cosas. Por eso la inflexión argumental que significa la muerte de Antonio, sorprende a la familia en la superficie de los hechos pero no en su esencia. Como se puede ver en los capítulos posteriores, los miembros del clan hubiesen querido una salida menos traumática, pero los accidentes pasan. El tío Adolfo, en la búsqueda de su propia felicidad, cometió el error de suponer que engañaría al orden. Y fue derrotado. En tal situación no valen los dramas, solo volver a ordenarse. Como en las fotos familiares que custodian el honor de la familia Hesse, todos deben de acomodarse y sonreír para el público y la posteridad.
Las familias son instituciones que aspiran a prosperar a veces a costa de la sociedad, me dijo una vez mi tío Adolfo. Son árboles que crecen para extender sus ramas. Adquieren sus fuerzas de unas raíces antiguas y profundas, y se expanden, tratando de arrebatar el aire y el agua del resto del mundo. Esas ramas cobijan a los suyos, y mientras más frondosas y grandes sean, hay lugar para más personas bajo su protección. Pero solo los miembros de la familia pueden estar allí. “La familia es una conspiración contra el mundo” concluyó.
El único que parece sorprendido, herido y engañado es Antonio Hesse, un personaje inicialmente ingenuo, seguro de su entorno, su rol y su futuro hasta que decide investigar la muerte del tío Antonio. Al igual que en la Hora Azul, tenemos un personaje que va tras las huellas de una figura paterna perdida. En su búsqueda hay algo de remordimiento, algo de ira y algo de curiosidad malsana. Ya que Antonio reprochó malamente desde la esquina de su inexperiencia las actividades del tío y en la narración se vislumbra una soterrada atracción erótica de Antonio hacia la hija del chofer de la familia.
En la pesquisa de Antonio se cruzan los argumentos y personajes propios de una trama policial: un detective, sus propios familiares, parte de la servidumbre familiar. Cuando Antonio termina de juntar las piezas, las limpia de las impurezas de las intrigas y pruebas falsas sembradas, desentraña la verdad del asesinato. Pero eso que podría ser el fin en sí mismo se diluye cuando, por serendipia, descubre el verdadero y oscuro engranaje que mantiene en orden a su familia. Una revelación que acaso, como la historia del matrimonio de sus propios padres, que también descubre en el camino, hubiese querido no saber.
Creo que el viaje más largo, el más agotador, el que en peor estado dejó los músculos de mis piernas, fue el que hice esa noche por las escaleras al segundo piso de mi casa.
Con el develamiento de la verdad la narración se coloca en una encrucijada. Con el remezón de los cimientos familiares, Antonio se cuestiona su presencia en la casa matriz, hecho que se resuelve con el rescate emocional que le provee su prima Sonia, es decir la familia nutricia salvando a uno de sus integrantes. Para Adriana, si no estará pagando la audacia de casarse con alguien que no era de su clase y, además, cuestionarse una vida pegada a sus principios, de llevar a cabo la actuación magistral pero infeliz de una ficción, no de vivir para buscar una felicidad simple y terrenal, sino de vivir para mantener una imagen socialmente correcta, como se dice en la aparente carta que le escribió el tío Adolfo antes de morir:
Tú has sido eso para mí Adriana: una roca, un puerto, un centro. La eternidad, la constancia, la seguridad. En este mundo tan cambiante, tu has sido lo permanente.
Las personas pasan, las familias quedan manteniendo su propio orden parece decir la novela. De las personas solo quedan las fotos y las ficciones que construyen los que llegan detrás, pero cabría preguntarse si la frase aquella de “Todas las familias felices se parecen” no esconde un grado de desgracia en los lazos familiares, que no vemos directamente pero que alguien carga con estoicismo.
La Venganza del Silencio nos da una moraleja de cómo las pasiones no pueden subordinarse hasta silenciarlas sino que deben aprender a modularse. Es una moraleja además del poder de la ficción que utilizan algunas personas para soslayar las desventuras de la vida misma.