sábado, 10 de agosto de 2013

De Juramentos y protestas


«Juro por Apolo el Médico y por Esculapio e Higeía y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de testigos, que éste mi juramento será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento.

A aquél que me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; participará de mi comunidad y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo. Instruiré por precepto, por discurso y en todas las otras formas, a mis hijos, a los hijos del que a mí me enseñó, y a los discípulos unidos por juramento y estipulación, de acuerdo con la ley médica, y no a otras personas.

Llevaré adelante un régimen dietético, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y la injusticia. A nadie daré una droga que pudiese ser mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejos con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la santidad y en la pureza.

No cortaré a nadie ni siquiera a los que posean un  cálculo manifiesto, dejando esta operación a los que trabajan en esa práctica.

A cualquier casa que entre, iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, así como de lascivia con las mujeres u hombres, sean libres o esclavos.

Guardaré silencio sobre todo aquello que escuche o vea en el ejercicio de mi profesión, o incluso  fuera de ella, acerca de la vida de los hombres, manteniendo estas cosas en mí mismo de manera que no se pueda hablar de ellas.

Cumpliré este juramento y no lo quebrantaré, lo que me concederá el disfrutar de la vida y de mi arte, por lo que seré siempre honrado por todos los hombres y que  lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro.»

Esta es una versión libre del Juramento Hipocrático que data del siglo V a.c. Otros centenares de preceptos fueron colocados en el llamado Corpus Hippocraticum una obra de 6 tomos cuya  gran parte fue redactado por sus discípulos.

Como se puede leer, el juramento se refiere al ejercicio de la profesión, en este caso llamado arte, tema sobre el que volveré en otra oportunidad. El Juramento es un código moral y obviamente creado en un contexto de 2500 años atrás. Sin embargo, no deja de estar vigente en todo.

Los principios fundamentales que se desprenden de este Juramento vienen a ser la devoción a la divinidad, el respeto y reconocimiento a sus maestros, el no provocar daño en el ejercicio de la profesión (primun non nocere), el respeto a la dignidad de los enfermos y a la confidencialidad que todo médico debe mantener respecto a la información que recibe.

Este código y otros que han aparecido en la historia de la medicina constituyen el cuerpo de lo que se llama Ética y Deontología Médica, documentos que recibimos al momento de la graduación, como lo son los juramentos que son leídos por una autoridad y todos al unísono juramos. De allí a tenerlo como lectura semanal, fotocopia o una aplicación del teléfono hay una gran distancia.

Una encuesta rápida y no representativa me dice que la mayoría no recuerda la mayoría del texto pero tiene claro el tema de la buena práctica,  no maleficencia, el respeto y el secreto profesional. Una vez más, de allí a extrapolar el tema a convertirnos en ascetas lo convierte en una distancia sideral.

Los médicos somos seres humanos con todas sus fortalezas y debilidades o por qué no decirlo, con sus vicios y virtudes. Y de todo hay en esta villa del Señor y que la facultad no logra impregnar del todo. Un médico, como cualquier otro ciudadano es la suma de todo, de su familia, de su instrucción y de su entorno.

Suena hasta absurdo el sonsonete de que el Juramento impide hacer una huelga como forma de protesta. De hecho, huelgas médicas hay en varias partes del mundo y deben ser respetadas pues el médico, como cualquier otro profesional está sometido a las presiones laborales y tributarias como cualquier otro ciudadano.

Pero hay formas de protestar y el abandonar los pacientes no es una que yo comparta. Cuando Hipócrates, no habían sistemas de salud, tecnología, corporaciones comerciales, regulaciones excesivas, ni el agitado tren de vida del presente. El apostolado es una figura retórica y mal utilizada por aquellos que pretenden acallar las protestas. El ser ético no significa vivir pobremente ni soportar en silencio malas condiciones de trabajo, así como el tener una retribución justa y buenas condiciones de vida es un atentado a la moral profesional.

Equidistante del grito destemplado y sectario así como de las malas prácticas profesionales que denigran nuestra profesión es una forma de ética que pido a mis pares seguir con disciplina. Sin embargo, la única manera de provocar un cambio es hacer transparente el ejercicio profesional y denunciar toda forma de abuso o desviación. De no hacerlo podemos sucumbir todos y alcanzar un punto donde ya no seamos respetados ni por las autoridades, ni por la sociedad. Aquí no funciona la frase, que exista cambio para que todo quede igual.

Ya no caminamos en túnicas o en sandalias, ni somos dioses o esclavos. Tenemos deberes y derechos como cualquier otro mortal. O acaso usted ha escuchado este diálogo de un médico frente a la caja de un súper mercado:

-          Soy hijo de Esculapio –levantando una mano en señal apostólica.

-          Siga nomás, que para usted todo es gratis

 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Crónicas de la Huelga


Ayer se me aparecieron los Reyes Magos. Al menos lucían igual. Los vi a través del rabillo del ojo, quietos y silenciosos como las figuras del pesebre, vigilando a todos los que marcábamos la asistencia al trabajo. No decían nada, solo miraban acaso con el fin de amedrentar, de hacerte sentir que cometías una falta grave. Pero sus miradas no eran ni  pesadas ni inquisidoras, ni estaba haciendo nada malo. No sentí culpa. Preocupado en mis tareas urgentes salí del lugar.

Luego reparé que eran parte del comando de huelga y lo que querían decirme era que no firmara, que me pasara su bando en esta lucha que viene a ser parte de los reclamos salariales. Pues al fin y al cabo, la madre de todas las protestas viene a ser un aumento de sueldo. Lo que no está mal. Todos queremos un aumento. Pero vayamos por partes y no todos tenemos que seguir a la turba. Pero somos parte de la estadística, los que trabajan y los que acatan, un número que se disputa como final de campeonato.

Toda huelga comienza así, el comando de lucha diciendo que todos acatan la huelga y las autoridades que todos trabajan normalmente. En la vida real la lucha es en otro campo. Durante la huelga el jefe de personal es quien más trabaja, recopilando las cifras de asistencia cada mañana, por a eso al cierre de la hora de entrada, corren las secretarias entregado memos. Metros más allá, en el frontis del hospital, se inicia el espectáculo de gritos y pancartas. Los primeros días siempre van periodistas a decir lo de siempre y los noticieros siempre refregando a cada momento el juramento hipocrático. Pero lo que no se ve en la televisión es aquella masa de ambulantes que venden de todo a los huelguistas: matracas, pitos, bocinas, pañuelos, vuvuzelas, sánguches, bebidas, galletas, papita con huevo, entre otras cosas. Una marcha es lo más parecido a la caminata de una barra brava. Los policías acompañan y están alertas a cualquier desarreglo. Ni mirar a los vehículos, es seguro que cuatro cuadras a la redonda el atraco es general. Durante toda la mañana el hospital tiene un ruido de fondo como de panaderos constantes. Peor aún, de cuando en cuando nos engalanan con un pasacalle matutino en los pasillos interiores. Las marchas podrían ser mejores si no se parecieran tanto a las de construcción civil.

La segunda etapa es la guerra verbal y ambas partes se lanzan puyas. Los días pasan y como toda huelga tiene sus mártires se monta en escena el encadenamiento en la puerta principal y luego la artillería pesada: las marchas. Recientemente han aparecido las vigilias nocturnas con velas y se ha visto la resurrección de las huelgas de hambre. Del bando enemigo hay dos reacciones, el atrincheramiento del director del hospital, desplazando a los vigilantes y policías en zonas estratégicas, enviando despachos al ministerio o quedando al llamado de alguna conferencia de prensa. Desde el ministerio, los primeros días están marcados por la mirada de desprecio, el ninguneo, el para qué protestan si todo está bien. No hay plata. Pero del diálogo nada. Un diálogo perfecto, uno grita el otro no escucha.
 
Y los medios juegan para su molino, le sacaron al Presidente una frase fuera de contexto y para enemistarlo con el gremio nos tildaron de “bravucones”. Y para no quedarse atrás, el comité de lucha les dio la razón: se metieron a hacer lío a la Catedral de Lima en plena misa y agredieron verbalmente a la Ministra al salir de una estación de radio. Y como cuando llueve todos se mojan, quedamos todos como “bravucones”.

Mientras tanto los pacientes quedan al medio. Es cierto que una huelga es impopular pero decanta las atenciones, llegan los casos graves y urgentes, los que necesitan atención pronta. Una gran parte de los que vienen a hacer un “doctor shopping” se quedan en casa esperando a que la huelga termine. Los que necesitan atención inmediata entran por la emergencia. Los pasillos de la consulta externa permanecen vacíos, pero las salas de hospitalización no. Todo lo que llega a emergencia termina hospitalizado y hay que tratarlos pues la huelga te genera ese terrible dilema moral de reclamar por lo que consideras justo y por no dejar desatendida a una persona con una enfermedad seria. Al menos para mí, cuando colisionan dos principios prefiero el que favorece al vulnerable

Atender un enfermo no es estar a favor de la Ministra, es un acto de empatía y misericordia. No me gusta esta bacanal de reclamos que significa el grito destemplado y la parafernalia de una huelga, ya que en cierta medida están los “bravucones” usuales, algunos de ellos que practican la medicina en las cafeterías y en las salas gremiales, con quienes difícilmente me sentiría representado.
 
Si no se han puesto a pensar, hasta donde yo sé, ningún médico ha sido invitado a un programa de televisión o noticiero para exponer sus ideas. El Colegio Médico lanza tímidos recados de prensa agazapados en las páginas interiores de un diario. No hay líderes de opinión que se desliguen de su actividad científica para poner las cosas en claro y los hay, pero acaso continúen absortos en sus propias responsabilidades.

En medio de todo esto, se realizaron reuniones bajo el manto sagrado de un Monseñor, pero lo ofrecido no se aceptó. La propuesta del Ministerio es buena a largo plazo pero no llena las arcas del presente. Se ha lanzado una guerra de comunicados por ambas partes pero con medias verdades.
 
Una marcha de mandiles blancos con pancartas pero sin gritos, con firmeza pero sin insultos, una ofensiva mediática con propuestas sensatas y alcanzables pueden ser más contundentes que todo lo actuado. Hay una dignidad que se ejerce en silencio, con seriedad y firmeza. El Ministerio de Salud solo ha recibido “bravuconadas” y ellos necesitan recibir un golpe certero para entender que su sistema debe cambiar, que no es posible dirigir la salud desde un escritorio o una isla burocrática, que un conjunto de normas impresas debe corresponder a la realidad y no al revés como viene sucediendo. Que algunos de los que detentan cargos deben velar por el interés de todos y no usar el cargo para sus vendettas personales o ideológicas.
En pocas palabras, debemos de re – humanizar la profesión médica, desde dentro, de inmediato. Antes que algún “iluminado” decida hacerlo por nosotros.

Pues los Reyes Magos ya no existen.

sábado, 3 de agosto de 2013

Quedan 2 días...


La Feria del Libro termina mañana. A primera impresión el número de visitantes es mayor que el año pasado, pero no necesariamente se traduce en mayores ventas. El balance general debe ser evaluado no solo en valores (monto total de ventas en soles), sino en unidades vendidas y su relación con el número total de días de feria. Algunos expositores me comentaban ayer que recién están alcanzando las cifras del años pasado, considerando que esta feria es más larga, hay que esperar estos dos últimos días donde la gente se vuelca a hacer las compras de última hora. Tener presente además que los libros en general están un poco más caros.

Otro balance es el de la difusión en medios. La principal en las redes sociales fue el fallido reconocimiento a MMQ. Sin embargo, se extrañó una cobertura similar a los merecidos homenajes a Antonio Cisneros y a Marco Martos. Ni un discurso, ni una semblanza publicada, por parte de los organizadores, redes o medios impresos. La página oficial de la FIL en Facebook, muy democrática, le da el mismo peso a escritores reconocidos o a libros de moda. Como en años previos, al parecer los organizadores apuestan por los más mediáticos: Pedro Suárez Vértiz, Aldo Miyashiro y Jaime Bayly. Cosas de la feria y de los tiempos donde pesa más el espectáculo.

Este año las instalaciones de la FIL tuvieron más espacio haciendo el paseo más grato y se quitaron esas alfombras grises y rojas que oscurecían el recinto ferial. Los stands tuvieron más espacio y la oferta de libros ha sido de lo más variada.

Virtualmente hay de todo. Editoriales, distribuidoras y librerías han traído la artillería pesada y la otra, los libros del almacén. Todavía hay tiempo para una primera visita o para la segunda, tercera o cuarta. Solo hay que armarse de paciencia y buen ojo.

Aquí una guía de visita rápida:

Si está interesado en historia peruana y mundial visitar los stands del Congreso de la República, Instituto de Estudios Peruanos, Banco Central de Reserva, Fondo de Cultura Económica, Universidad Ricardo Palma, Pontifica Universidad Católica.
 
Libros bilingües o en idioma inglés: SBS

Literatura peruana: stand de PEISA, Petroperú, Borrador editores, Estruendomudo, Mesa Redonda.  

Distribuidora Océano, libros de Anagrama (narrativas hispánicas, panorama de narrativas, ensayo), Salamandra, libros de Harry Potter con descuentos mayores al 20%. Tiene una mesa de remates.

Editorial Planeta: tiene una oferta muy variada y con islas bien señalizadas. Imperdible

Editorial Santillana: todo a 20% de descuento, la colección Vargas Llosa, colección Punto de Lectura. Tiene un par de islas con 50% de descuento

Libros de filosofía: La Familia, Fondo de Cultura Económica, Universidad Saedes Sapientiae, Universidad Ricardo Palma.

Distribuidora La Familia: tiene Alianza Editorial con colecciones por autores, Clásicos de Grecia y Roma, Tecnos, Taschen (pintura, arquitectura), Tusquets (fábulas y de bolsillo)

Librería Crisol, a pesar de las diferencias irreconciliables con sus directivos y sus manejos en los negocios, debo decir que han traído de todo y de todas las especialidades. Todo al 20% de descuento

Si va con los niños, virtualmente hay un espacio en cada stand en mayor o menor medida para la literatura infantil. Y de paso completar la lista del colegio.

Libros de Viejo: Ideal, la Casa del libro viejo, el Aleph

Distribuidora Heraldos Negros: el gallo de tapada de la FIL. Ya metió el gol del primer minuto con sus ofertas de Acantilado a 25 soles. Han prometido el gol de los descuentos. Tiene de todo: poesía, filosofía, historia, narrativa y de editoriales exquisitas: Impedimenta, Pre-Textos, libros del Acantilado, Gredos, PUV, Nórdica, Libros del Asteroide, Periférica, Akal, Alba, siguen firmas…

Serán 48 horas de búsqueda y remate… nos vemos allá.