jueves, 12 de diciembre de 2013

Contarlo Todo: ¿burbuja literaria?


 
La técnica es la siguiente: leo las primeras páginas, luego salto al azar sobre algunas al interior pero sin leer el final. La lectura de aquellos textos salpicados me da una idea de la escritura, el tema y saber si engancho con el texto, ya sea parte de una novela o de un ensayo. Por lo general, esta técnica me ha dado buenos resultados, sobre todo cuando se trata de escritores que no he leído previamente.  
 
Entonces, una tarde de hace un par de semanas, me encontré con la novela de Jeremías Gamboa, Contarlo todo (Mondadori, 2013). Cogí el único ejemplar no embolsado y repetí la técnica habitual. Primeras páginas, nada. Interiores, nada. Una segunda vuelta, nada. Para una novela que venía arrastrando rumores en el mundillo literario y era precedida de una intensa campaña de intriga en medios -máxime si detrás de toda esta parafernalia publicitaria está como promotora Carmen Balcells- la pregunta que me hice fue: ¿por esto tanta publicidad?
 
Me considero un lector exigente, no leo a Jaime Bayly, Rafael Roncagliolo, Josefina Barrón, Daniel Alarcón,  o los manuales tipo Busco Novia o La Soltera Codiciada. Paso por alto los best sellers y todos los libros de autoayuda, gestión o marketing.  
 
Debo aclarar que no he leído completa la novela Contarlo todo, pero como se lo dije a mis amigos del Facebook, no necesito pasar por la experiencia de más de 500 páginas para corroborar mi idea de que estamos frente a una obra superficial, ligera, predecible, de algunas frases hechas y que apela a una historia repetitiva en el Perú de hoy: la del emprendedor. Una novela donde el nombre del protagonista es fonéticamente parecido al del autor y que algunos personajes secundarios sean un reflejo fiel de amigos reales que funcionan como un adorno narrativo pero no gravitan en la historia.
 
Acaso vaya contra la corriente del mainstream literario limeño que la ha alabado sin reservas y que presumo ya la ha leído completa. Pero toda la prensa que ha recibido la novela no hace una mención al texto sino a la historia del escritor, del proceso de publicación o a los reflejos emocionales que representan todas estas cosas. 
 o pienso pasar más de 500 páginas para comprobarlo. Lo siento por ir en contra del entusiasmo marketero y de los amigos literarios, deseo que la novela y su autor tengan éxito pero por ahora no cuenten conmigo.
Pero una obra literaria debe evaluarse por cómo ha sido escrita y cuál es su connotación. En pocas palabras: el texto se defiende solo.
 
Y eso es lo que no hemos visto, hay una corriente apabullante que a priori descalifica cualquier voz disidente. Se invoca el triunfo del emprendimiento, el nacionalismo, el optimismo y hasta las buenas vibras que  amenazan al primero que critique la obra por su texto y descubra sus limitaciones.
 
En espera de nuestros revisores nacionales acaso las primeras críticas imparciales vengan desde fuera. Ya hay una opinión que viene de México que no ha sido halagadora.
 
Pero flaco favor hace este entusiasmo tipo película Asumare. Jeremías Gamboa se ha convertido en el Gianmarco o en el Gastón de nuestras letras por obra y gracia de nuestros reporteros locales.
 
Crear una burbuja literaria es peligroso pues una expectativa no satisfecha a nivel de calidad y nervio narrativos puede desencantar a muchos al sentir que le vendieron gato por liebre. Es peligroso para el mismo Gamboa cuando en sus futuras obras, que deseamos las tenga y de calidad, los lectores lo esperen con escepticismo.
 
Algunos me dirán que no tengo razón o que se leyeron la novela rapídito, que se entretuvieron y se vieron reflejados. No lo dudo, lo mismo se dice de las obras de algunos autores que mencioné anteriormente o de Paulo Coelho. El tema no es discutir si este es un libro de autoayuda o un manual para emprendedores, el tema es el núcleo de lo que se entiende por literatura: nervio y la necesidad de contar historias que impregnen el  pensamiento, que cuestionen y que generen una reflexión acerca de la vida. La literatura es todo ello, llevar situaciones al límite de un conflicto desde se revela una verdad detrás de la trama y las frases de una ficción.
 
La aventura narrativa de Contarlo todo, parece un happening que pasará pronto como cualquier campaña publicitaria o una tendencia en redes sociales #ContarloTodo, signo de nuestros tiempos y de esta civilización del espectáculo. Pero lo que importará es lo que nos quede del texto una vez pasado el carnaval mediático. Como todo concepto u obra su solidez debe pasar las turbulencias de la crítica y del tiempo.
 
Veremos qué pasa en el futuro cercano cuando las aguas queden tranquilas.