jueves, 28 de agosto de 2008

La Musicalidad de las Palabras


Eso lo aprendí en la Escuela. Cada palabra tiene un tono y cuando se juntan producen un compás, una fuerza, una emoción. Por eso Flaubert leía en voz alta sus manuscritos de Madame Bovary, cuando una palabra desentonaba, era inmediatamenteb excluída, asi lograba encontrar Le Mot Juste, la que encajaba perfecta en su armonía.


Digo esto pues hoy en la tarde, como todos los dias, yendo de un lado a otro de la ciudad, acostumbro a escuchar música y recordé las veces que utilicé canciones para alcanzar la tranquilidad que deseaba para escribir o para obtener un ritmo de narración apropiado a mi historia.


Por ejemplo, hace unas tres semanas me la pase explorando todas las radio de tecnocumbia con el fin de incorporar ciertas letras de canciones que eran muy funcionales al texto. De este modo había reado un soundtrack a mi cuento. un sueño que espéro alcanzar cuando los textos sean presentados en formato digital.


Hace unos años pasé horas escribiendo bajo un mismo ritmo, como fue el caso de un cuento que transcurre en una discoteca. La narración debía de ser trepidante y sincopada, con la percusión golpeando los tímpanos.


El acento, el golpe de una consonante o el vuelo de una sílaba definen la melodía de una palabra, que cuando se juntan pueden armar hasta una sinfonía. Puede guiar suavemente como un vals, erotizar como un tango o desgarrar como una guitarra de rock.


Una palabra puede acelerar el beat del corazón, relampaguear los nervios o caminar suavemente por la piel


Todo eso podemos hacer con las palabras. Inténtelo

Lo Que Queda del Día


Esta vez no voy a referirme a la novela de Kazúo Ishiguro. Este mes de aparente silencio ha estado marcado por tres asuntos fundamentales: la FIL Lima, el Festival de Cine de Lima -al cual llegué raspando- y el Curso Gorgas de Medicina Tropical para Expertos.


Cada cual imponía un ritmo distinto, el viaje interprovincial hasta el Jockey Plaza para perderme entre las páginas de las novedades y de los clásicos. La elección de las películas a ver, con calendario en mano, donde las decisiones a veces pasaban por un salto al vacío; y, repetir hasta la saciedad el circuito de visitas clínicas en el hospital, buscando y presentando casos, sumergiéndome en la maraña bibliográfica.


No morí en el intento, ahora tengo más libros en los estantes, pendientes de lectura; las películas, disfrutadas en la gran sala oscura me enseñaron nuevas formas de narración: y, los casos clínicos refrescan mi ejercicio clínico.


Pero terminé exhausto. Alcanzar el cenit agota. No pocas veces este mes quede dormido, atrapado bajo la colcha que me protegía del frío, con el libro abierto o irradiado por la pantalla del televisor.


Es momento ya de ordenar la casa. De completar mis textos que van por su enésima revisión y de darle forma al análisis de todas las lecturas que, con paciencia, se vieron un poco relegadas pero que siempre estuvieron acompañándome , en esos lapsos que me permitía para respira con tranquilidad.


Lo que quedó de cada uno de esos días, será motivo para la publicación de futuros posts.

The Cure en Huancayo


Conocí los trabajos de Ulises en los talleres de narrativa. Sus textos viajaban a lomo de caballo entre lo urbano y lo andino, sobre todo por su particular entonación al momento de leerlos. Al inicio me sorprendió el tono de sus relatos, pero a medida que pasaban las semanas comprendí que sus historias iban mas alla de la mezcla de tópicos o de la densidad de sus textos. Sus historias quedaban pegadas como queda el fondo de una olla de barro o los restos de la molienda de un batán.
Ahora veo que se cumple un plan que Ulises ya había trazado con anterioridad, la publicación de su primer libro de cuentos: The Cure en Huancayo.
Estaremos allí, los compañeros de la Escuela y todos sus amigos. La cita es en Pescados Capitales, el viernes 29 a las 7:30 pm. Presentan Iván Thays y Marco García Falcón.
Los esperamos.