viernes, 30 de abril de 2010

La Venganza del Silencio



Fuente: Planeta

¿Será una cábala? Hoy ya está en librerías la nueva novela de Alonso Cueto, La Venganza del Silencio. En Moleskine Literario se ha colgado un trailer de la novela, si quieren verlo pueden entrar a http://ivanthays.com.pe/
De acuerdo a lo descrito en la contratapa y lo visto en el trailer, La Venganza del Silencio es una historia policial donde los lazos familiares son estremecidos por el crimen de uno de sus miembros.
Doble felicitación a Alonso en este día. Al salir del hospital iré a la librería a comprar la novela.

jueves, 29 de abril de 2010

El Juramento





La enseñanza médica es como un monstruo mitológico para mí: su apariencia es atractiva, seductora y que a la vez inspira respeto. Si conoces sus trucos puedes establecer una convivencia armoniosa pero algunas veces, si se sale de control, puede devorarte.

Estaba preparando una clase sobre códigos en bioética y decidí revisar el Juramento Hipocrático. Al hacerlo, recordé los comentarios que he escuchado de diversas personas, sobre todo cuando hay situaciones de conflicto con el llamado acto médico.

¡Pero si han hecho el juramento hipocrático! mencionan como si aquello fuera una camisa de fuerza que nos obliga a la sumisión y al sacrificio perpetuo. Eso no significa que apoye algunas conductas, imprudencias, impericias y negligencias que lamentablemente salpican nuestra imagen ante la sociedad.

Como anécdota, hecho confirmado con algunos amigos, al menos en mi facultad no juramos con tal pronunciamiento, sino con otros de los cuales no tengo memoria, contraviniendo la creencia popular acerca de que todos los médicos hemos jurado ante Hipócrates. A la distancia, la lectura del juramento es como leer una clásica y fabulosa novela durante la juventud, al releer el texto con la densidad de los años vividos, las palabras adquieren una riqueza insospechada y aleccionadora. ¿Pero por qué importa tanto este médico griego?

Hipócrates de Cos (460 B.C.-377 B.C.), proveniente de una familia de médicos, fue el primero en retirar el mito y la superstición de la práctica y el conocimiento de la medicina de entonces. Sus actos se basaron en la observación de los hechos y la experiencia sistemática. Una colección de más de 60 libros, conteniendo sus métodos y enseñanzas, se compendió en el Corpus Hippocraticum, guardado en la Biblioteca de Alejandría. Se duda que Hipócrates los haya escrito todos pero se acepta que son el núcleo de sus enseñanzas y experiencia.

Aparentemente, en esa época los médicos, descendientes todos de Asclepios (Esculapio), escribían no sólo para sus colegas sino para el público, en la idea de que estuviera bien informado y pudiera discutir mejor sobre su propia enfermedad. El Corpus comprende libros que son un Tratado sobre las enfermedades, sus causas y pronóstico (Aforismos, Régimen en la Enfermedad Aguda, Pronóstico, De Fracturas y De Aires, Aguas y Lugares) así como sobre tratamientos, epidemias, humores y órganos internos (La enfermedad sacra, Afecciones, Nutrición, Humores y Epidemias).

Una evidencia indirecta sobre los actos de Hipócrates se puede encontrar en el libro Fedro, como parte de uno de los Diálogos de Platón. Al parecer el Juramento como ha llegado a la actualidad fue modificado con la introducción de algunos conceptos filosóficos posteriores a la muerte de Hipócrates




Juro por Apolo el medico, y Asclepius, e Hygieia y Panacea y con todos los dioses y diosas como testigos, que, de acuerdo a mi capacidad y mi juicio, Yo voy a cumplir este Juramento y contrato:…

Asclepios, fue el hijo de Apolo con una mortal, Coronis, quien le fue infiel y a causa de ello fue muerta por el mismo Apolo. En compensación, el dios decide salvar a Asclepios, quien estaba al lado de su madre en la ejecución, y enviarlo para ser criado por el centauro Chirón, quien le enseñó el arte de curar. Asclepios aprendió no solo medicina sino también cirugía y adquirió la capacidad de revivir a los muertos, cualidad obtenida al beber la sangre del lado derecho de Gorgona (monstruo femenino que es a la vez una deidad protectora, como lo fue Medusa) . Asclepius tuvo un mal final, fue muerto por un rayo de Zeus, como castigo por revivir un muerto a cambio de dinero, hecho denunciado por Hades, dios de los Infiernos.

En honor a Asclepios, considerado como el Dios de la Medicina, se organizan las Asclepiades, escuelas de Medicina. Tuvo además 5 hijos, entre las que destacan Hygieia (diosa de los hábitos saludables) y Panacea (diosa de las pócimas curativas).

Por eso el Juramento inicia así, en honor a los dioses y continúa con una serie de enseñanzas éticas sobre lo que el médico debe de hacer:


  1. Gratitud a sus maestros quienes son los que le enseñaron el arte de curar, respetarlo como se respeta a los padres. Tal gratitud que se expresa en atender a la familia del maestro y enseñar los secretos de la medicina a su propia descendencia como a sus propios hijos para que el arte perdure.


  2. Uso de las medidas de higiene a favor del paciente.


  3. No provocar daño.


  4. No administrar pócimas para causar la muerte, aún sea requerido a hacerlo.


  5. No operar al paciente, aún lo requiera, ya que existen para ello los cirujanos.


  6. En cualquier casa que visite actuará en beneficio del paciente, evitando cualquier actitud o comentario impropio.


  7. Cualquier cosa que escuche de su paciente será mantenida en secreto.

“…Mientras mantenga este Juramento con fe y sin corrupción, podré llevar una vida plena al ejercicio de mi arte, y así, ganarme el respeto de todos los hombres. Sin embargo, de transgredir este Juramento y violarlo, que todo lo opuesto sea mi destino.”



De una manera inconsciente, el legado de Hipócrates ha perdurado mas allá de sus escritos y a través del traspaso de sus ideas encarnadas en decenas de médicos a lo largo de la historia: Galeno, Ibn Sina, Osler, entre otros. Y es que curar es un arte, enseñar a ello también, tan consistente y aparentemente frágil como mantener una llama votiva ardiendo orgullosa a través de la oscuridad de los tiempos.

En la Foto: El centauro Chiron, Apolo y Asclepius

martes, 20 de abril de 2010

Mañana Brumosa


Fuente: El Louvre


En esta mañana gris, en que pienso que a veces Dios tiene un mal sentido del humor, y la neblina empaña mi entorno, me dedico a traducir el primer párrafo de Moby Dick para sentirme mejor:

Pueden llamarme Ismael. Algunos años atrás –no importa con precisión cuantos- con apenas algo de dinero o quizá la billetera vacía, y con nada de particular interés para mí en la costa, pensé que podría salir a navegar un momento a ver el lado húmedo del mundo. Es la manera que tengo para quitarme la melancolía y regular la circulación. Cada vez que percibo en mí una mueca de disgusto; cada vez que hay un húmedo y brumoso Noviembre en mi alma; cada vez que me doy cuenta de estar detenido involuntariamente ante un velatorio; cada vez que me encuentro último en la fila de un funeral; y, especialmente cada vez que mis bajones se apoderan de mí, y se requiere que un fuerte principio moral evite que salga a la calle e impulsivamente comience a quitar de un golpe uno a uno los sombreros de la gente – entonces, me doy cuenta que es el mejor momento para salir al mar tan rápido como se pueda. Ese es mi sustituto a las balas y a la pistola. Mientras un filosófico y trémulo Cato se arroja decidido sobre su espada, yo tranquilamente me lanzo al mar. No hay nada sorprendente en esto. Pero si lo supieran, casi todos los hombres que llegaran a ese punto, en algún u otro momento, cobijarían muy de cerca los mismos sentimientos hacia el mar como yo.




Esta es una de las mañanas en las que hasta la brisa mas tenue raspa.


En la Foto: Mañana Brumosa de Camille Pisarro

lunes, 12 de abril de 2010

Haiku Clínico


Hace unas semanas he empezado las clases de entrenamiento en Semiología Médica. Marzo es un mes muy complicado para mí por el inicio de estas y otras clases, como las rondas en Medicina Tropical y sesiones en Clínica Médica. Aparte de ello y fiel a mis afanes literarios no he dejado de leer: Estrella Distante, Pálido Fuego, Las Desventuras del Joven Werther, son algunas de las novelas que he devorado en estas semanas.


Regresemos a la medicina, para muchos de nosotros el curso de semiología debería de ser un punto de inflexión en los estudios, por primera vez y directamente los estudiantes s enfrentan a un paciente real en un ambiente de hospital. Se acabaron los días en el campus, llenos de clases teóricas, sesiones o prácticas de laboratorio. Ahora los alumnos deben de respirar, comer y sentir la medicina en vivo y en directo.


Lo complicado no es que los alumnos aprendan los conceptos del libro, ellos ya demostraron los años previos que eso es sencillo, lo complejo y tedioso es hacer que se acostumbren a recopilar información adecuada, que la procesen en lenguaje técnico y pueda esa información convertirse en punto de partida para elaborar un diagnóstico, que a su vez es el inicio del acto médico: curar, paliar o prevenir una enfermedad.


Las primeras semanas trabajamos la narrativa, esto me recuerda a los talleres de la escuela de escritura creativa, donde aquí en lugar de lidiar con adjetivos o adverbios redundantes, debo lidiar con términos como me duele la barriga o se me hinchan los pies o hincones en el corazón.


Una de las partes más complicadas en el proceso inicial es la colocación de los síntomas principales, que vienen a ser por lo general tres síntomas que explican por si solos toda la enfermedad que trae al paciente a la consulta o a la hospitalización. Los estudiantes por lo general tienen un manojo de síntomas y no saben que hacer con ellos.


Una mañana, acaso influenciado por una reciente clase sobre Haiku, durante la práctica estábamos trabajando con los síntomas principales y se me apareció una idea disparatada: que los síntomas principales son una forma de poesía corta, como un haiku.


Un haiku es una expresión poética japonesa compuesta de 17 moras (símiles japoneses de una sílaba) distribuidos en tres frases métricas de 5, 7 y 5 moras respectivamente. Deriva de otra forma de poesía llamado Hokku no renga. Fue Matsuo Basho, quien le dio la forma como la conocemos actualmente. Basho, nacido en 1644, entiende que la literatura y en este caso la poesía es también y sobre todo experiencia interior; luego de una intensa búsqueda, años de meditación y aprendizaje bajo la dirección de un maestro Zen, el monje Buccho (1643-1715), Basho crea su poesía basado en la observación paciente de la naturaleza como el equilibrio del ser humano con su entorno. El haiku de Basho nos hace sumergirnos de lo cotidiano para encontrar lo trascendente, su libro más famoso Oku no Hosomichi (conocido en castellano como Senda de Oku) es un relato de un paciente viaje por la naturaleza y el interior de la vida.



Este camino
nadie ya lo recorre,

salvo el crepúsculo


Al redactar una historia clínica, lo que hacemos también es reflejar un viaje corporal y espiritual por el camino de la enfermedad, una transición de la que podemos regresar, no sin huellas ni exenta de revelaciones importantes de nuestros límites y nuestro entorno. Una enfermedad, al fin y al cabo es eso: una enfermedad, sin metáforas, pero con consecuencias a veces imprevisibles pero imperecederas.


Luego de este viaje interior regreso a lo terrenal de las clases y mi intento por transmitir la destreza de armar una historia representativa y coherente, por ejemplo cuando uno escribe:




incontinencia urinaria

marcha inestable

tremor en reposo

está mencionando un caso de Hidrocefalia a presión normal. En esas cortas palabras hay una afirmación y negación implícitas, ya que si bien una de ellas puede sugerir un grupo de enfermedades, como parte de lo que se llama diagnóstico diferencial, la colocación de otra, por oposición restringe el abanico de posibilidades. Igual puede suceder con:



disuria

fiebre

dolor en flanco izquierdo


la disuria habla de una inflamación de vías urinarias, ya sea en la vejiga o en los riñones, la fiebre habla de que el proceso es de una magnitud importante para comprometer todo el cuerpo y el dolor localizado en un flanco habla de la procedencia de una infección renal sobre todo izquierda. Diagnóstico final: Pielonefritis


Igual podríamos seguir con:



dísnea

tosedor crónico

esputo purulento

como sería un caso de Bronquiectasias infectadas, o:



artralgias

fiebre

eritema malar

un caso de Lupus Eritematoso Sistémico, y asi ad infinitum, retratando nuestros pacientes y la trascendencia de sus vidas y por supuesto la nuestra propia.