viernes, 7 de agosto de 2020

Cuarentena, días siguientes



Los días siguientes fueron algo turbulentos. De un día para otro se descabezó una generación. Todos los mayores de 60 años fueron enviados a sus casas por el riesgo de desarrollar formas severas en caso se contagien. Luego fueron aquellos que siendo menores tenían alguna de las llamadas comorbilidades: diabéticos, obesos, hipertensos, asmáticos. 

Los equipos de trabajo se fueron reduciendo y ahora para el mismo volumen de pacientes teníamos hasta el doble o triple de tareas. Sin embargo, el hecho de suspender las labores docentes en el hospital nos daba mas tiempo. De pronto, el hospital adquirió un nuevo rostro, vacío de pacientes ambulatorios y visitantes todo era más fluido. Se habían cancelado la consulta externa, las clases prácticas con estudiantes pero también la cafetería y todo tipo de venta de snacks

El hospital con sus grandes jardines daba la posibilidad de caminar con tranquilidad una vez terminadas las labores cotidianas. Pero la calma era aparente.

El Presidente de la República iniciaba su conferencia de prensa alrededor de cada mediodía, encendíamos el televisor para conocer las ultimas noticias y regulaciones de la cuarentena. Olvidaba decirlo, había toque de queda a las 8pm, eso hacía que los turnos de guardia se alteraran ligeramente pues aquella hora definía el cambio de turnos. 

Día a día los casos iban en aumento, pero estamos hablando de números que no llegaban a la decena. Mientras tanto en el hospital, salvo los cambios que ya referí, el flujo de hospitalizaciones era el habitual. Solo en la zona de emergencia habían habilitado una carpa para recibir a los potenciales casos de COVID que para entonces estaban restringidos a personas que llegaban al Perú desde China o Europa, Los reporteros de la televisión se apostaban en el aeropuerto para ver llegar a un supuesto caso, como si se tratara de una estrella de cine o un futbolista famoso. 

Como se demostraría más adelante, el aeropuerto fue la puerta de entrada pero nadie se dio cuenta. Un par de casos brotaron en Lima y otro en Arequipa. Aun existía una tensa calma, pero todos éramos conscientes que lo peor acaso llegaría en las siguientes semanas. 

Como cuando anuncian una catástrofe inminente como un huracán. pero los peruanos no estamos acostumbrados a los huracanes, nuestras crisis llegan de otra manera como los huaycos y los terremotos.  

Repentinamente

miércoles, 5 de agosto de 2020

Cuarentena día 1



Era la mañana siguiente del aislamiento social obligatorio, pero todos le decían cuarentena.  También había toque de queda.

Salimos muy temprano, como todos los días, al hospital. Nos llamó la atención que para la magnitud del decreto hayan tantos autos pues el decreto autorizaba la circulación restringida a un pequeño sector de la población. 

No pensé que en esta ciudad hubiesen tantos trabajadores esenciales, le dije a mi esposa. Seguimos avanzando fluidamente por la vía expresa hasta que nos detuvimos ante mas de un centenar de autos que estaban detenidos como esperando a que pase la luz roja del semáforo. Estábamos casi al final de la vía rápida, cerca al óvalo que es la entrada al centro de la ciudad. 

En realidad se veía a mas de una cuadra el semáforo pero estaba en verde, luego cambió a rojo y otra vez a verde pero todo seguía igual. No eran las luces del tráfico, era un tanque y unos soldados que se habían apostado a lo largo de los cuatro carriles. No dejaban pasar a nadie. Se nos hacía tarde para llegar al hospital. 

Bajé del auto. Mientras me acercaba distinguía mejor a los soldados en uniforme de camuflaje, armados con un fusil. Saqué mi carnet de médico y continué avanzando hacia ellos. Llevaba mi carnet con la mano en alto. En mi campo visual aparecieron unos camarógrafos y presumía periodista pues tenían una credencial colgada del cuello. 

Oficial, buenos día, tenemos que ir a trabajar, le dije a quien estaba al mando del operativo, se le veía muy molesto y le decía a uno de sus soldados. no dejes pasar a nadie. Miró mi identificación. 

¿Dónde esta su auto doctor? me respondió ya mas calmado. Como a media cuadra, le respondí.  Al voltear me percaté recién de la cantidad de vehículos estacionados. 

- Vamos a ver qué hacemos -me dijo mientras se tomaba la barbilla- es que ahora todos dicen ser esenciales, eso no puede ser - Casi al instante me preguntó - ¿en qué carril esta?

En el izquierdo, le respondí. Entonces se dirigió a uno de los soldados para indicarle que debía abrir el carril izquierdo y dejar pasar a todos los autos que me precedían previa identificación y justificación, los que no tenía alguna razón válida quedarían a un costado pero sin obstruir la vía. 

Así fueron pasando uno tras otro, como unos diez hasta que pude pasar. Frente a nosotros se abría la calle, casi limpia de autos.

Llegamos al hospital. El sol ya estaba iluminando los jardines. Las personas caminaban aun taciturnas. Sus rostros no eran muy expresivos. 

Aun era un día de verano, pero no se percibía el entusiasmo de los días de calor. Los conocidos me respondían el saludo pero andaban mas apurados que de costumbre.

Acaso intuían todo lo que vendría después, el anuncio de la cuarentena revelaba que potencialmente algo podía pasar mal.