martes, 25 de junio de 2013

Leer es una forma de protestar


Gracias al blog Moleskine Literario me entero de esta singular protesta en la Plaza Taksim en Turquía. Desde la página web de la cadena de noticias Al Jazeera se muestra una nueva forma de protestar contra el gobierno de Erdogan. Ya no solo es el simbólico Hombre Quieto sino decenas de personas leyendo libros. Los títulos tienen que ver con la situación de descontento del pueblo turco: 1984 de George Orwell, el Mito de Sísifo de Albert Camus, la Hojarasca de Gabriel García Márquez, entre otros 

Leer libros no solo nos instruye, nos dan la capacidad de conocer mejor al ser humano, con todas sus dimensiones oscuras, profundas y maravillosas. Es acercanos al espejo de nuestra propia condición. Y en esta situación de protesta nacional hace ver la cara absurda e inconsistente de la represión.

A leer...

miércoles, 5 de junio de 2013

La Transiluminación del paciente Marlowe


La lectura de esta semana pertenece a El largo adiós de Raymond Chandler, las desventuras morales del escéptico detective Marlowe, quién en su afán de seguir la pista de un escritor que ha desaparecido de casa y es reclamado por su familia, decide recorrer extraños consultorios médicos dedicados a la cura del alcoholismo y otras adicciones. Estamos en la segunda década de los años 50 en la ciudad de Los Angeles, cuna de Hollywood.

Siendo un detective una persona no grata en cualquier consultorio. Marlowe decide fingir estar enfermo, para así abordar al médico y sondear un sospechoso potencial. Ha pasado por un par de experiencias previas infructuosas. Esta vez acude donde un otorrinolaringólogo. Así lo relata: 

El Doctor Vukanich –bata blanca y paso enérgico- entró con el espejo redondo en la frente. En seguida se sentó delante de mí en un taburete.

-          Jaqueca sinusal  ¿no es eso? ¿Muy dolorosa?  -Examinó una carpeta que le había pasado su enfermera.

Dije que terrible. Cegadora. Sobre todo cuando me levantaba por la mañana. El doctor asintió con gesto de experto. 

-          Característico – opinó mientras procedía a encajar un capuchón de cristal sobre un objeto que parecía una pluma estilográfica y que acto seguido me introdujo en la boca-. Cierre los labios pero no los dientes,  por favor. – Mientras hablaba extendió el brazo y apagó la luz. La habitación carecía de ventanas. En algún sitio zumbaba un ventilador.

El doctor Vukanich retiró el tubo de cristal, volvió a encender la luz y me miró con atención.

-          No existe congestión señor Marlowe. Si tiene jaquecas no proceden de un trastorno de los senos. Me atrevería a decir que no ha padecido sinusitis en toda su vida. Hace ya tiempo le operaron del tabique nasal, según veo.

-          Si doctor, una patada jugando al fútbol

El imaginario doctor Vukanich cumplió el milenario sistema de confrontar los datos que da el paciente con los hallazgos del examen físico. En este caso, Vukanich utiliza la transiluminación de los senos paranasales, un método que aplicaban los otorrinolaringólogos ante la sospecha de una sinusitis. El fundamento es simple, en un consultorio a oscuras la luz atravesará sin problemas los espacios vacíos de los senos paranasales si no hay líquido en su interior -al introducir una linterna por la boca o sobre los párpados-, evaluando los senos maxilares o frontales. Si bien es cierto, los fanáticos de la medicina basada en evidencias han encontrado que esta técnica no es certera ni permite descartar congestión en los senos etmoidales o esfenoidales, ofrece una buena probabilidad diagnóstica si no hay otro medio más preciso, como una tomografía axial-que en aquella época era inexistente. En todo caso, sirvió muy bien a la ficción literaria y revela que un escritor, como lo es Roger Wade –uno de los personajes de la novela- se supone que entiende lo que hace funcionar a las personas. Y por ende, podría yo agregar está muy interesado en investigar para conservar la verosimilitud de la ficción.

Marlowe no pudo engañar a un médico muy consciente de los principios diagnósticos, ni tampoco pudo hacerle quebrar sus principios éticos. Y es que en algo Dr. House tenía razón: los pacientes mienten. Es nuestra labor de médicos el confrontar la verdad. El cuerpo no miente, sus signos están allí para decirnos la verdad.

Mientras tanto, Marlowe salió del consultorio a recorrer las calles a continuar con sus recetas de ironía y sarcasmo en busca de nuevas pistas…

 

sábado, 1 de junio de 2013

De los entuertos cerebrales que provoca el Treponema


Parte de mis tareas de lectura incluyen la revisión de trabajos científicos, tanto los publicados como los que están en fase de proyecto. Sin embargo, de vez en cuando caen en mis manos ejemplares raros y apreciables, como trabajos notables por su antigüedad y autoría. ”Contribución a la Clínica e Histopatología de la Endarteritis Sifilítica de los pequeños vasos de la corteza”, es el título de la Tesis Doctoral del Dr. Enrique Encinas que data de 1944. Para los no entendidos debo decir que corteza se refiere a la capa más externa del cerebro, es decir los trabajos fueron hechos con muestras obtenidas de autopsia.

La estructura del trabajo es la de cualquier trabajo de investigación actual pero me llamó la atención una particularidad, algunos párrafos están escritos en un lenguaje más literario y coloquial, algo impensable en nuestros días.

El Dr. Encinas en su tesis hace referencia a su labor diaria en el hospital Dos de Mayo y repasando sus casos clínicos menciona su relación laboral y profesional con el Dr. Hermilio Valdizán, conocido por publicaciones de sus estudios en medicina tradicional peruana y los casos de locura.

Uno de los casos clínicos más llamativos es el de una mujer de 48 años, analfabeta, viuda, católica y de condición humilde, que ingresó al hospital en 1909 y muere 31 años después, en mayo de 1940 –presumo que la paciente vivía en el hospital ya que se menciona que conversaba con los médicos y se describen anécdotas en los pasillos y jardines del nosocomio-. La historia clínica de la paciente muestra que su memoria retrógrada es casi nula, con un pensamiento coherente y sensaciones frecuentes de deja vu  (refería conocer personas que se sabía nunca había visto antes), desorientada en tiempo y espacio, con un lenguaje claro pero con pobres señales de abstracción y un afecto conservado. La paciente refería con frecuencia el morir tres veces cada 30 años y resucitar igual número de veces.

Al alimón con el Dr. Valdizán  el Dr. Encinas glosa los dichos de la paciente en sus conversaciones con el personal hospitalario, incluidos los médicos. Estos dichos según el autor pertenecerían al acervo popular del ande peruano:


Hasta cuando mar inmenso
He de navegar sin viento
Hasta cuando remaré
En el mar de mi tormento

O esta otra, un tanto pícara:

 Unos viejos de cien años
Se fueron al monte seco
La vieja quedó preñada
Y el viejo quedó culeco

 Acaso la paciente sentía una profunda soledad y desamparo al decir esta copla:

 Yo soy hija de la nada
Y de la nada nací
No tengo padre ni madre
Ni madre se duele de mí

Si la paciente estaba en esa tesis es obvio decir que murió y su cerebro fue analizado. Sus arterias cerebrales estaban inflamadas por la Sífilis (la infección por el Treponema pallidum) y eso explica tales cambios de comportamiento y juicio, pero también deja entrever aquella lucidez remanente con la exposición de sus coplas. Un caso dramático en la historia de la literatura fueron los episodios explosivos de delirio de Guy de Maupassant provocados por la Sífilis terciaria.

El antecedente más lejano de una tesis con una mirada sensible al ser humano es la Isla de Sajalin de Anton Chekhov, que descubre la vida y miserias humanas en una colonia penal rusa cerca de la Siberia, una isla cercana al Japón. Aquella tesis fue rechazada por ser “muy social”.

Entiendo que la tesis del Dr. Encinas no fue rechazada y muestra aquella sensibilidad humana de los médicos antiguos del pasado. Una mirada que por el apego a parámetros científicos no deberíamos dejar.