miércoles, 7 de octubre de 2015

En vigilia



Semana de Nobel. Desde el día lunes recibimos a diario las noticias de los premios que ya se han revelado en Medicina (o Fisiología), Física, Química, Mañana se revelará el de Literatura para luego pasar al de Economía y el de la Paz.

Soy una persona escéptica en lo de la suerte y nada adicto a las apuestas. Los premios Nobel en Literatura tienen un aura particular pues están rodeados no solo de la calidad literaria sino de implicancias geopolíticas. No hay manera de predecirlos pues no existe un patrón histórico determinado, ni una alternancia, ni cuotas geográficas. Vaya usted cual es el factor crítico que determina al ganador, si la votación es unánime o por mayoría o con voto dirimente a la hora de la decisión final.

Dado el hermetismo de la Academia Sueca todo son especulaciones. La única referencia, aparte de un pálpito un golpe de instinto o un disparo al aire, es la lista de la casa de apuestas de Ladbrokes. Ah, los timberos.

Está en la lista el elenco estable de candidatos, como Murakami (el amigo de todos pero considerado superficial por los académicos), la ucraniana Aleksijevtj, el keniata Wa Thiong´o, el noruego John Fosse que ha subido recientemente. Veremos si la Academia le levanta el “castigo” a la literatura norteamericana. Me sorprende además encontrar entre los doce primeros al irlandés, el de la prosa exquisita, al austriaco Peter Handke y a la médico egipcia Nawal El Saadawi. Aquí les dejo la lista de apuestas de Ladbrokes de esta mañana donde en el puesto 12 aparece el poeta sirio Adonis (Ali Ahmad Said Esber), cuyo país está siendo atacado militarmente por tres fuerzas.

Svetlana Aleksijevitj 3/1
Haruki Murakami 6/1
Ngugi Wa Thiong'o 6/1
Jon Fosse  10/1
Joyce Carol Oates 10/1
Philip Roth  10/1
Ko Un  14/1
Peter Handke 14/1
John Banville  16/1
Nawal El Saadawi  16/1
Peter Nadas  16/1
Adunis 20/1


Cualquier cosa puede suceder. A estar atentos, la vigilia comienza…


viernes, 3 de julio de 2015

Inside Out



¿Quién podría oponerse a la felicidad? Creo que nadie, sin embargo se me hace complicado pasar por alto aquella búsqueda insaciable por la felicidad que inunda a la sociedad actual. Siendo la felicidad un estado temporal, creo muchas veces que se confunde bienestar con felicidad.

Sin embargo, hay etapas de la vida donde lo importante es ser feliz, como la infancia. Un niño criado con amor y sensaciones de felicidad plena, con los límites demarcados por el respeto a los demás, será una buena persona. Y de buenas personas es de lo que esta escaso ahora el mundo.

La última película de Pixar, Inside Out, traducida de mala manera como Intensa-Mente, se introduce en el cerebro de la adolescente Riley, para mostrarnos algo de la arquitectura de las emociones, la memoria y los pensamientos. Se nos dibuja dentro de la mente a cinco personajes, representando cada uno a las emociones básicas: Alegría, Tristeza, Temor, Disgusto e Ira quienes están al mando de un panel de control desde donde dominan las acciones de Riley.

El centro de mando contiene una pantalla que es lo que ven los ojos, pero que además intercala las visiones con imágenes de flashbacks de la memoria, como dándonos una idea visual de que es posible ver con la mente o acaso soñar despiertos. Este centro se interconecta con otras estaciones cerebrales a través de una red de carriles por donde viajan pequeñas esferas que llevan el color con el que se representa a cada emoción. De este modo, las experiencias vividas se transforman en información que se almacena y donde aquellas esferas semejan las imágenes de las vacuolas (bolsas) que almacenan los neurotransmisores que circulan dentro del tejido cerebral.

Mientras tanto, Riley se ve sometida a cambios corporales, geográficos y sobre todo de situaciones. Cambia de ciudad y de colegio, su padre tiene un nuevo trabajo y como cereza del pastel, Riley ingresa a la adolescencia. Sus emociones deben aprender a lidiar con todo ello.

Hasta entonces, la mente de Riley, dominada por la Alegría pero secundada hábil y coordinadamente por las otras emociones, encuentra que Tristeza se interesa en explorar nuevas experiencias, ya que la niñez va quedando atrás y las nuevas situaciones que enfrenta Riley, acaso requieran de nuevas estrategias mentales. Alegría es dinámica e inquieta orquestando en cada momento la vida de Riley, pero es entonces cuando Tristeza provoca los primeros conflictos al realizar una mayor actividad y provocando un efecto extraño sobre los pensamientos centrales que se almacenan en la mente de Riley. Este conflicto genera un accidente dentro de la compleja red de carriles que obliga a ambas a dejar temporalmente el centro de mando de la mente de Riley. Alegría y Tristeza, ahora se encuentran en sitios inexplorados para ellas, los almacenes de la memoria mediata e inmediata, los recuerdos que pronto serán olvidados, los laboratorios por donde discurren el pensamiento abstracto y sus múltiples fases de transformación como el análisis (deconstrucción) y la figuración. Algunas de estas fases son ya conocidas, al menos en teoría, por Tristeza quien se encargó de leer todos los manuales de operación del centro de mando, pero otros espacios cerebrales como la voluntad, el sentido de pertenencia, las percepciones, las fantasías, los recuerdos perecederos y los comportamientos les son mostrados por el Amigo imaginario de la infancia de Riley, que como Virgilio a Dante, les muestra a Alegría y a Tristeza los recovecos de la memoria y el comportamiento humano. Es un viaje de descubrimiento y remembranzas no exento de sorpresas y algunos “peligros”. Pero esta peripecia debe terminar con el retorno de Alegría y Tristeza a su lugar original, como canto del cisne, el Amigo imaginario ofrece, a modo de sacrificio, la ayuda para el viaje de retorno de las emociones expulsadas del centro de mando. Alegría y Tristeza vuelven al panel de control, transformadas en su visión de la vida, mientras tanto encuentran algo alterado su lugar pues ha sido comandado por la buena voluntad e inexperiencia de Ira, Disgusto y Temor, como mostrándonos que la adolescencia es una transición no exenta de cambios turbulentos.

Esporádicamente ingresamos además a los centros de control de los padres de Riley, solo para darnos cuenta que Alegría ya no comanda los paneles de control en la adultez, pero que en contraposición se han hipertrofiado otras zonas cerebrales como producto del proceso de maduración al que nos somete la vida.

Es cierto que Inside out realiza simplificaciones acerca del funcionamiento de la mente, privilegiando las emociones sobre el razonamiento, pero en compensación le otorga a los personajes que recrean a las emociones la capacidad de razonar y decidir en aras de la verosimilitud. Esto no desmerece la película sino más bien le permite una narración fluida y comprensible acerca de términos tan complejos como los mecanismos mentales. En Inside out predomina la visión del neurofisiólogo, con sus imbricadas redes neuronales, de la topografía cerebral con áreas dedicadas a funciones específicas, de las vacuolas llenas de neurotransmisores almacenando nuestras ideas, impulsos y recuerdos. Pero no se vaya a creer que tenemos neurotransmisores ya sea tristes, alegres o iracundos, o que hay un centro cerebral de la familia o de las emociones, toda nuestra mente es producto de una combinación de sustancias químicas, tejidos e impulsos eléctricos, procesos muy complicados y muchas veces todavía incomprensibles al entendimiento humano.

Inside Out es una nueva joya de Pixar, que nos habla de la necesidad de tener infancias felices, de no quemar etapas y permitir que los niños se porten como adultos, respetando los ciclos de la vida y que más allá de nuestras creencias o culturas no es posible que una sola emoción nos domine. Que tristeza, alegría, temor ira o disgusto nos son imprescindibles para amar, luchar o destacar profesionalmente, pero que es necesario el carácter, la personalidad, las percepciones, el juicio, la inteligencia, el conocimiento, el pensamiento, la abstracción, la imaginación y las fantasías, entre otros.

Nos dice además que entre todas las regiones cerebrales es necesario que todo adulto albergue un niño dentro, con aquella capacidad de  curiosidad y asombro que nos permita vivir de nuestras fantasías y descubrimientos, de los momentos felices y de reflexión, de alejarnos de la malicia y, porque no, de disfrutar de nuestras pequeñas explosiones de carácter.





viernes, 13 de febrero de 2015

El Amor y las especialidades médicas



Mi amigo Mel McGinnis estaba hablando. Mel McGinnis es cardiólogo y a veces eso le da el derecho a hacerlo. En este cuento de Raymond Carver De qué hablamos cuando hablamos de amor, dos parejas de casados por segunda vez pasan una tarde conversando acerca de sus vidas y sus amores pasados. La tarde esta soleada y toman ginebra. Terri, la esposa de Mel, habla de su primer esposo, un hombre que la golpeaba y que luego le pedía perdón llorando, a eso Terri le llamaba amor. No sé cómo podríamos llamarlo, pero estoy seguro que no debemos llamarlo amor, replica Mel. Pasa la tarde, se suceden los vasos de gin, pasan las historias de parejas, nuevas y antiguas, se oscurece el día y el narrador dice Oía los latidos de mi corazón. Oía el corazón de los demás. Oía el ruido humano que hacíamos allí sentados, sin movernos, ninguno o más mínimo, ni siquiera cuando la cocina quedó a oscuras.

La primera impresión del narrador de este cuento  puede ser cierta si atribuimos a que el corazón es el centro motor de nuestros amores, que se agita ante la presencia del ser amado y que duele hasta el infinito cuando lo perdemos. Pero estar enamorado es más que una sucesión casi infinita de sístoles y diástoles.

Igual derecho podría reclamar el neurólogo como depositario del sistema nervioso, cuyo sistema autonómico gobierna el ritmo cardiaco y provee de los neurotransmisores necesarios para desarrollar la tormenta química que desencadena el amor. De las sensaciones y sensualidades que provoca un beso o el roce esquivo de los cuerpos de los amantes. Muy cerca también disertarían los psiquiatras al hablar de emociones, percepciones, de las alteraciones del juicio y la conducta que se liberan con el vendaval afectivo de una persona enamorada. También pueden hablar de amores insanos y desquiciados, de aquellos que quiebran toda razón y que se rinden ante el impulso de la pasión. La mente también sería la responsable de las decisiones frías que se toman cuando se afirma que en materia del amor es mejor pensar con el cerebro que con el corazón.

Pero muy cerca está el endocrinólogo aduciendo que una revuelta hormonal es responsable de los flechazos de amor y del torbellino del amor apasionado, aquel que explota como una bombarda que ilumina el cielo y nos trasciende a alturas insospechadas. Pero tanto como nos eleva como que nos aterriza, a veces de mala manera, cuando la pasión se acaba o cuando la traición se consuma como una daga ácida que alguna vez nos ha cercenado la inocencia.

Por otro lado, pueden reclamar los hematólogos, ellos son responsables de la sangre que circula por todo nuestro cuerpo. La que nos ruboriza y enciende ante el estímulo adecuado, la presencia del ser amado o la sola evocación de su recuerdo. De igual manera, ellos estudian la médula ósea aquella que se evoca cuando se dice que alguien está enamorado hasta el tuétano. Y los huesos, ah los huesos, amor que estremece la carne y los huesos, como lo cantaban algunos trovadores, la tentación de la carne y aquellos amores que se impregnan en el hueso hasta hacerse eterno, perdurar más allá de la muerte. Carne y hueso, esqueleto y armazón, territorios del traumatólogo.

Qué decir de la hiperventilación y del oxígeno que purifica los pulmones en cada encuentro amoroso o del dicho fundir mi pecho en tu pecho. Alveolos, oxígeno, intercambio gaseoso, caja torácica que se agita con un suspiro o ante el asedio del deseo son patrimonio del neumólogo.

Amar es también sentir mariposas en el estómago cuando se besa, se percibe la mirada lánguida o el tenue perfume de la mujer amada. Vivir un amor intenso que nace de las entrañas o cuando aquellas se encogen al no tener noticias de quien amamos. También esta ese fuego lento y perverso que consume las entrañas a causa de los celos. Acaso todo ello no debiera de ser examinado por los gastroenterólogos.

Hay amores que nublan, que enceguecen. Amores que evocan estrellas entre la penumbra, chispitas en el aire que danzan cariñosas y coquetas. Amores que reflejan el rostro de la mujer amada hasta en los eventos más intrascendentes. Hay amores que hacen llorar ante la desidia, traición, desatención o desprecio. Pero hay otros quereres que agrandan las pupilas de alegría ante la presencia de la amada. En estos casos que nos queda sino invocar la ciencia del oftalmólogo para resolver las imágenes distorsionadas de nuestras vidas ante el amor.

Otros escuchan música, melodías dulces, el suave silbido de las aves, campanitas cuando caen en cuenta que ya se han enamorado: pero por oposición una ruptura genera tormentas, truenos o el silencio negro de la ausencia. Me pregunto si el otorrinolaringólogo podría ayudar en estos casos.

Pero el amor también es embriaguez, turbamiento y veneno. Un beso puede envenenar nuestros labios y convertirse en un brebaje esclavizador, nos puede sumir en el sopor o éxtasis más profundo como una ambrosía tóxica. Territorios del farmacólogo

Pero el amor es fruto prohibido, furtivo, esquivo, malevo, malsano, maniático, totalizador, que anula o agranda, te puede llevar al infinito o a la eternidad, pero también puede ser escaso, insuficiente, fugaz, delicioso néctar que da más vida, que perdura más allá de la propia existencia. De donde se saca entonces aquella valentía para ponerse de espaldas a la razón y luchar por un amor incomprendido o el coraje para pedir perdón.  Pero sobre todo el amor es humano, como un pequeño prisma que emite diferentes formas de luz, tan contradictorio como nosotros mismos.

Por eso ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?


Solo ustedes conocen su propia e intima respuesta.