viernes, 14 de febrero de 2014

¿Amor Platónico?

 
Tomado del Banquete de Platón:
 
"...Así Hesíodo afirma que en primer lugar existió el Caos y luego la Tierra de amplio seno, sede siempre segura de todos y Eros.
 
Y con Hesíodo esta de acuerdo también Acusilao, en que después del Caos, nacieron estos dos, Tierra y Eros.
 
Y Parménides, a propósito de su nacimiento, dice: De todos los dioses concibió primero a Eros.
 
Así por muchas fuentes se reconoce que Eros es con mucho el más antiguo. Y de la misma manera que es el más antiguo es causa para nosotros de los mayores bienes.
 
Lo que en efecto debe guiar durante toda su vida a los hombres que tengan la intención de vivir noblemente, esto, ni el parentesco, ni los honores, ni la riqueza, ni ninguna otra cosa son capaces de infundirlo tan bien como el amor..."
 
Lo conversaron los filósofos, lo cantaron los trovadores, lo idealizaron los poetas mas lo importante sea el amor idealizado o terrenal, agreste o tierno, equilibrado o desigual, es tener en cuenta que si no lo sentimos no estamos completos.
 

La aparente dulzura de Cupido


Cupido era un troll. Bajo esa aparente imagen angelical se esconde un pequeño ser capaz de crueles venganzas.

Todo comenzó cuando Apolo (o Febo) ve a Cupido (hijo de Venus) tendiendo la cuerda del arco y exclama: “Qué haces niño lascivo, con armas de valientes? Tal armamento cuadra a mis hombros, a mí que soy capaz de inferir heridas certeras a una fiera o a un enemigo…Conténtate tú con tu antorcha no sé qué amoríos y no te adueñes de glorias que no son mías…”

A lo que Cupido replicó: “sea que tu arco Febo atraviese todas las cosas, pero el mío a ti y como todos los animales son inferiores a la divinidad , así tu gloria es inferior a la mía” Con lo que Cupido se retira batiendo sus alas rumbo a la fortaleza del Parnaso. Una vez allí saca de su aljaba dos tipos diferentes de dardo: uno de afilada punta de oro que provoca el amor, y el otro de punta roma con lomo bajo la caña que espanta el amor.

El dardo de oro lo clava hasta la médula de Apolo y el otro, el que ahuyenta lo clava en Dafne, la hermosa hija de Peneo.

Desde entonces, Apolo arde en deseo ante Dafne, quien graciosamente huye por los escondites del bosque y desoyendo a su padre que desea desposarla con el dios. Apolo implora, persigue e invoca a la misma medicina (de la que es dios) para  lograr la aceptación de Dafne. Más ella permanece fiel a sus principios, mantener la virginidad. El viento la desnuda, lo que acrecienta el deseo de Apolo y ella continua huyendo. Perseguida constantemente, acosada y casi cercada por un febril Apolo, Dafne implora a su padre una salvación que llega bajo la forma de sopor y una metamorfosis, una corteza de madera envuelve su pecho, luego su cuerpo entero hasta echar raíces y sus cabellos se tornan en hojas. Así Dafne escapa convertida para siempre en árbol y Apolo queda con una pasión no correspondida. Se consuma entonces la venganza de Cupido.

Acaso esquivar aquellas flechas no podemos, las que caen con la fortaleza de un relámpago, sean de oro o de plomo sobre nosotros simples mortales, pero esta historia nos demuestra que jugar con Cupido es cosa seria.

Don Juan Tenorio o las trampas del amor


 


El Burlador de Sevilla, obra de estilo barroco de Tirso de Molina narra las peripecias de Don Juan Tenorio, hábil en el arte de la seducción femenina. La obra abre la escena con una duquesa engañada y la huida del pícaro. Ante tales evidencias el Rey exclama:

[Que] no importan fuerzas,
Guardas, criados, murallas,
fortalecidas almenas,
para amor, que la de un niño
hasta los muros penetra…

 (el niño al que se refiere el Rey es Cupido)

Isabella, la mujer seducida y prometida del duque Octavio, implora al Rey ofendido el perdón, pero éste sigue de espaldas invocando un castigo. A lo que Isabella replica:

Mi culpa
No hay disculpa que la venza;
mas no será el yerro tanto,
si el duque Octavio lo enmienda

El duque Octavio, versos más adelante será motivo de burla del mismísimo Don Juan al exclamar que el duque pasó de Sagitario (amante con las flechas del amor) a capricornio, es decir un vulgar cornudo.

Sin embargo, las fechorías tienen un castigo cuando el burlador es burlado. De este modo el lector obtiene la moraleja entre la salvación y el pecado.

Tratado de moral, de amor cortés o simplemente literatura, El Burlador de Sevilla es una obra divertida que mantiene vigencia. Si no me creen, a darse una vuelta por la prensa del corazón o las conversaciones de las tías