jueves, 20 de diciembre de 2012

Para antes del fin del mundo

Los siguientes son libros que esperan pacientemente ser leídos:



 
 
 
 
 



 
 
 


Llegaré?

martes, 11 de diciembre de 2012

Padre e Hija



En el cine estadounidense es notable el uso del baseball como telón de fondo de sus historias, algo que no he visto en esta parte de Sudamérica con el fútbol. 
 
Un ejemplo reciente fue Moneyball, la historia de un entrenador que juega a perdedor en su vida mientras lleva a su equipo a las grandes definiciones luego de darse cuenta del valor de las relaciones humanas así como con la ayuda de su joven asistente, un freak de las estadísticas deportivas,

El mas reciente ejemplo de baseball en el cine es Trouble with the Curve. La historia de Gus Lobel, el cazatalentos del Atlanta Braves-interpretado por un invernal Clint Eastwood- cuando ya la modernidad se arropa de las estadísticas de rendimiento y las contrataciones se deciden a través de la pantalla de un computador.

Gus decide continuar de la única manera que aprendió, usando la observación, sus sentidos y la perspicaz exploración de las cualidades humanas. Por ello visita las ligas menores en busca de algún joven deportista que llene sus expectativas para recomendar su contratación.

Sin embargo, Gus no cuenta con dos problemas fundamentales, la modernidad lo ha convertido en obsoleto –con la presión un tanto cretina de los que vienen detrás- y el inexorable avance de los años comienza a dañar sus sentidos: una degeneración macular de la retina le impide una adecuada visión y las fallas propias de la coordinación espacial en el envejecimiento dificultan el conducir un auto. Sin saberlo, este viaje se convierte para Gus en su última oportunidad laboral.

Su gran amigo y miembro del directorio, Pete Klein,  lo apoya ante los directivos del club, pero al ver el hándicap físico de Gus, pide a la hija de éste, Mickey (llamada así en honor a un jugador de baseball), que acompañe a su padre. Mickey, quien a su vez pasa por un complicado trance profesional, deja por unos días el estudio de abogados donde trabaja un caso cuya resolución favorable le permitirá el ascenso.

Pero Gus y Mickey llevan una relación que es hostil en lo superficial ya que debajo de ese cascarón hay un mundo de cosas no dichas que pugnan por salir a la superficie. Mickey, es dejada de niña en casa de sus tíos poco tiempo después de la muerte de su madre. Gus decide vivir solo aunque tenga que lidiar pesadamente con tales ausencias. Los reproches son mutuos, uno que no entiende ni acepta que su hija ya no es una niña y por otro, el de una hija que no entiende la razón del abandono y no tolera el carácter áspero de Gus.  Sin embargo, el baseball los une más allá de lo que piensan. Gus mantiene su rol de padre al intentar proteger a su hija y enseñarle lo que sabe: a distinguir en una postura de los brazos, en el sonido de una bola lanzada o en el movimiento corporal las virtudes de un talento y Mickey no solo es una alumna aplicada sino una hija que aprendió el baseball como un acto de amor y homenaje al padre distante. Mickey ahora se convierte en los ojos y protección de Gus, invirtiendo los roles. Es cuando ocurre la crisis es que caen las máscaras y la verdad entre ambos aflora ruda y tierna al mismo tiempo, cuando padre e hija retoman el punto que dejaron inconcluso.

Por otro lado, Gus demuestra que los viejos métodos siguen vigentes, que los números son importantes pero nada reemplaza el arte de la observación y que la experiencia de los años va afilando la perspicacia en forma lenta pero segura. Que los ahora llamados multitask se van a quedar solo en la superficie de lo evidente si no toman en cuenta el valor de la observación paciente y con sentido, y que para trascender en una decisión es importante tomar en cuenta las distintas expresiones de la dimensión humana

Curvas de la Vida (o Golpe de Efecto como se tradujo en España) utiliza el mundo del baseball para ofrecernos varias dimensiones de la vida: el difícil reencuentro padre hija, el avance incontenible de las nuevas tecnologías deshumanizantes, la frustración de no lograr los proyectos de vida, el irremplazable valor de la observación calmada y sistemática y la esperanza de una recompensa cuando hacemos las cosas con honestidad creyendo en nuestros instintos y principios.

Aparte de algunos pecadillos veniales en el guión y algunas situaciones predecibles en las historias secundarias (como el romance de Mickey con Johnny Flanagan, un talento del baseball que truncó su carrera por la ambición del sistema) muestra un Eastwood actor como en sus mejores películas: un rudo de nobles sentimientos y valores.

 

 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuando los mundos paralelos colisionan


Fuente: Planeta
“Las cosas son como la gente de arriba dicen que son...Hay que pensar que es así...por el bien de todos” reflexiona uno de los personajes de la última novela de Alonso Cueto, Cuerpos Secretos, ante el designio inamovible de transfigurar la verdad por la ciega y absoluta decisión de la dinámica social.  

Una dinámica, la de los compartimientos estancos y las cosas predestinadas, que es adquirida al nacer en determinado círculo social. Somos colocados por el destino en mundos paralelos que no pueden ser trasgredidos sin recibir un castigo. Los personajes principales de Cuerpos Secretos: Lourdes, una dama adinerada e infeliz esposa atrapada en una trama de apariencias; y, Renzo, un joven profesor de matemáticas que intenta escapar de la pobreza con el trabajo constante. Ambos tienen una gran carencia de afecto que los obliga a refugiarse en la rutina hasta que la casualidad los junta. Un apurado desencadenamiento de  hechos fortuitos hace que el deslumbramiento de Renzo y la vulnerabilidad emocional de Lourdes generen el desarrollo de una relación sentimental.

Cuerpos Secretos trabaja la idea de dos mundos paralelos: Uno, el dominante, con estrictas normas sociales pero donde algunos de sus miembros infringen normas morales que se ocultan en un manto de hipocresía, los que sufren esta situación no les queda más que dos alternativas o caen en el nihilismo o en la frustración crónica. Dos, con menores normas restrictivas, sus habitantes se orientan al trabajo como fuente de superación social, si bien no está exento de problemas éstos pueden discutirse sin remordimientos. Ambos mundos se miran con desconfianza e interactúan por un beneficio propio pero sin posibilidad de empatía mutua.

Lourdes y Renzo no solo comparten sus estados de vulnerabilidad sino además una fuerte dependencia afectiva con el padre ausente, en ella, las culpas paternas marcaron su compromiso de vida a largo plazo; en él, existe una gran responsabilidad por concretar un legado. Esta lejana figura funciona como derrotero para ambos personajes. Por contraposición, los personajes femeninos lucen fuertes y seguros de sí.

La novela trabaja el conflicto a partir de la relación sentimental entre actores sociales dispares como Lourdes y Renzo, cuyos encuentros furtivos no son ajenos a sus propios entornos. Por un lado, Vanessa, la ex novia de Renzo y, Milos, el eterno pretendiente de Lourdes no funcionan como observadores sino además realizan acciones que modifican el devenir de aquel limbo en que se ha refugiado la pareja. Pepe, el esposo de Lourdes, es el detonante de las crisis, a veces desencajado, a veces ligeramente grotesco.
 
Cuerpos Secretos es una historia sentimental que deviene en policial. Acaso una salida traumática era la manera mas apropiada para resolver un conflicto que comenzaba a enredar a sus protagonistas, ya que los personajes de ambos mundos comienzan a entrecruzarse y entablar dilemas sin solución aparente. Una crisis quiebra temporalmente la relación afectiva y que puede leerse como castigo a la trasgresión de las normas sociales, el amor que atraviesa las diferencias de clase, raza y edad. En ese momento la relación entre Lourdes y Renzo pasa a un segundo plano y es desplazada por las tareas de pesquisa de dos agentes policiales con un profundo y práctico sentido de la vida y cuyos diálogos oxigenan el ambiente taciturno de los acontecimientos.

En la segunda parte de la novela los personajes secundarios sostienen la trama y de rato en rato revelan las acciones de Lourdes y Renzo, alejados de la ciudad y sus propias vidas. Los protagonistas se separan geográficamente mientras el tiempo realiza su trabajo reparador repitiendo los ciclos de muerte y nacimiento. El Coronel Piña y su asistente, Gerardo, el medio hermano de Lourdes y Milos, el amigo común de la pareja de esposos, se encargan de limpiar y empañar consecutivamente las pistas de un evento traumático.

Cuerpos secretos es además una novela topográfica que permite, a quien conoce Lima y el Cusco, el reconstruir los viajes físicos de los personajes, como calles y plazas. Revela además las influencias literarias del autor, que colorea los ambientes, dotándolos de una perspectiva casi fotográfica y haciendo que sus personajes reflexionen ampliamente sobre sus aspiraciones y sentimientos, así como la impronta que ha dejado el pasado sobre sus destinos.


La bondad y la maldad deberían estar igualmente repartidas. Sin embargo en algunas personas el tinte esta más cargado de un lado. “Mi papá también era un maestro. Es una profesión para la que hace falta ser una buena persona. A lo mejor para ser físico o un buen matemático no es necesario ser una buena persona, pero en algunas profesiones sí; la enseñanza por ejemplo, o la medicina”

Para Cuerpos Secretos esto podría ser una cuestión de cuanto amor se ha recibido en la vida.

martes, 4 de diciembre de 2012

Ratón de Librería


Fue el primer libro regalado a solicitud expresa. Aún lo conservo. En medio de todas las cosas frente a mi vista, estaba aquel libro,  reluciendo en el estante de una pequeña  librería del Jirón de la Unión. Yo, caminando en medio de mis padres, quedé impresionado por la carátula, a una edad  donde sentía una pasión por el cosmos y los viajes espaciales eran noticia de cada día. El libro: De la Tierra a la Luna de Julio Verne y lo primero que me percaté  fue que no había figuritas. Igual pedí que me lo compraran. De regreso a casa, embelesado con el interior del libro disfrutaba de una marcha interminable de letras en cientos de páginas. Los capítulos avanzaban y de lo profundo de la lectura aparecieron las figuritas, que se formaban en mi mente. Una explosión. Una bala de cañón que podría impactar aquella lejana bola blanca, aquella bola con forma de queso gruyere que imaginaba infantilmente como la luna.

Desde entonces, fui gratificado con más libros hasta los días en que pude comprarlos por mi cuenta. De todas las librerías que recuerdo una se ha quedado muy grabada, era el último tramo  de los paseos de viernes por la noche por el Jirón de la Unión, una veza pasados el Club Nacional y una estación de radio aparecía la librería Época, en el jirón Belén. Tenía tres grandes puertas, el tercer ambiente de la librería  albergaba estantes de pared a pared y de suelo al techo. Centenares de libros y la colección más grande de revistas que podía conocer hasta entonces. Un señor sentado en un rincón, con el gesto adusto siempre callado custodiaba la caja registradora. Pagabas, el sonido de las teclas, un sonido como de campanilla, una bandeja que se disparaba horizontalmente y de donde sacaban tu vuelto.

Seguí visitando la librería, que como la tienda de discos Boza, se convirtieron años después en mis lugares de peregrinaje adolescente hasta que la tranquilidad y el glamour del Centro de Lima se fueron extinguiendo y el camino  se hizo intransitable. En aquellas visitas volvía a revisar los estantes y a hojear las revistas internacionales, que me servían como puerta de acceso a un mundo que era difícil conocer por las restricciones de entonces, otras tantas veces las revistas me sirvieron también como fuente de referencia para las incipientes discusiones políticas en los cursos de sociología en la Facultad.

Mis años universitarios rememoran también la gigantesca librería Studium de la Plaza Francia, allí me refugiaba a veces en los intervalos meridianos de las clases que tenía en uno de los hospitales cercanos. Studium mantenía una extensa colección de libros técnicos y no pocas veces veía algunos de mis profesores revisando los estantes y comprando pilas de libros.

Desde entonces he visitado decenas de librerías y puestos de diarios en busca de entretenimiento, para oxigenar mis excluyentes estudios de medicina. Ha caminado por el Virrey de la calle Dasso, con sus interminables filas de libros y autores, con la presencia del señor Sanseviero y sus partidas de ajedrez; por La Casa Verde de la cuadra 10 de Larco, la primera librería que usó sensores electrónicos para los libros;  por los cachineros del jirón Pachitea con el surtido de libros viejos;  por la estación de diarios del Sheraton con los últimos diarios y revistas del mundo;  por un estrecho pasillo de la cuadra 1 de Larco con un surtido de los más recientes números de Time, Newsweek y Rolling Stone.  Luego Época se mudó al Ovalo Gutierrez  pero ya no veía al señor de la caja y algo de su encanto original se fue desvaneciendo.

Ni que decir de aquellas librerías que descubrí fuera del país, de varios pisos y secciones como en tienda de departamentos, algunas con servicio de café (o té) y muffins donde me pasaba horas perdido entre los estantes, las secciones de ficción y no ficción, historia, filosofía o ciencia. Paradójicamente nunca me compré un libro de medicina en tales librerías para eso estaban los bookstores de hospitales y universidades. Con el tiempo aprendí a llevar una libreta y tomaba apuntes de aquellos libros que no compraría, pero que eran muy buenos, ya que ni la bolsa de viaje ni la maleta aguantaban tanto. Visitar las librerías se convirtió entonces en parte del viaje, hasta llegué a establecer mi record personal de permanencia, cinco horas.

Con los años el centro de gravedad se ha repartido en librerías, campos feriales e incluso compra por internet o a través de amigos. Literalmente los libros llegan por aire, mar o tierra. No tengo escapatoria.

Entrar a una librería, era y es hasta hoy, como atravesar un espejo y descubrir un mundo paralelo, el de las ficciones que me hacen soñar despierto y que me aíslan por completo de la complejidad y tedio de las responsabilidades que fueron creciendo en todos estos años.

Leer un libro es para mí, entre tantas otras cosas, el renovar cada día el compromiso de vivir. Y volver como aquella primera vez a quedarme embelesado frente a un estante de libros como si fueran lo único que importara. Total, soñar no cuesta nada.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Más lecturas

 
De cómo los recuerdos de una ciudad, el gusto por un buen escitor y una bellísima presentación hicieron que compre este libro. Una crónica personal de viajes por la Ciudad Eterna, vista a través del prisma de los años y, por supuesto, los ojos de un escritor.
 
La lectura de Vacaciones en Roma de Henry James (Abada Editores, 2012) nos muestra la siempre  interesante diferencia entre ser un viajero y un simple turista.
 
Dice la contratapa:  
 
VACACIONES EN ROMA contiene las evocadoras y personalísimas impresiones de la Ciudad Eterna que recogió Henry James durante más de treinta años. Las imágenes se suceden del bullicioso Carnaval al solitario Foro, de la Roma papal al Risorgimento, del abarrotado Corso a las solitarias iglesias, de los paseos a caballo a las excursiones en automóvil por la Campaña, de la Villa Borghese a la Villa Medici, o del Palazzo Barberini al Odescalchi.

 
Arriverdeci...

miércoles, 28 de noviembre de 2012

leyendo ahora...


"Las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris. los hombres, sus almas..., pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros..."

Reflexiones frente a las atrocidades humanas de todo conflicto bélico, en este caso la Primera Guerra Mundial, en la novela ganadora del Premio Renaudot, Almas Grises de Philippe Claudel.

La lectura de la semana.

Relecturas con anotaciones


“A partir de ese día, la filosofía natural y en especial la química, en el más amplio sentido de la palabra, se convirtieron en casi mi única ocupación. Leí con gran interés las obras que, llenas de sabiduría y erudición habían escrito los investigadores modernos sobre estas materias...”


Frankenstein o el Moderno Prometeo
Mary W. Shelley

Palabras del joven estudiante de Medicina, Viktor Frankenstein, mientras cuenta su vida a bordo de un ballenero en el Ártico durante la implacable persecución a su inefable criatura.

La relectura de estas semanas de cierre de clases, fábula sobre la moral de la ciencia y el jugar a ser Dios.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mi vida como impostor


 

La burocracia recrea sus propios laberintos hasta hacerse eterna. Debido a mis variadas ocupaciones me he enredado en la tarea de conseguir las certificaciones necesarias par seguir con mis trabajos de investigación. Los certificados son variados: como hacer un empaque para el correo, como llenar formularios, demostrar que hemos leído y entendido un documento hasta asegurar que sabemos colocar inyectables o conversamos con el paciente, entre otras cosas.
 
Es como vivir  una película de stop motion y debemos firmar cuadro por cuadro. El trabajo deviene en extenuante debido a que las certificaciones terminan por ocupar la mayoría de atenciones y nos alejan más de la contemplación sistemática y del análisis riguroso que obliga toda tarea científica.

Lo peor de todo esto es que si por alguna omisión involuntaria obviamos una certificación, el trabajo entero se ve empañado por la falta y nuestras acciones devienen en algo cercano a una impostura administrativa que para ser corregida deben de acometerse una serie de tareas, las que a su vez necesitan de la certificación apropiada. Kafka no lo habría hecho mejor.

Ganas no me faltan a veces de dejar todo y pasar al bando de  la actividad creativa,  fuera de los férreos grilletes de la certificación, ya sea en el ejercicio libre de la medicina. Pero siempre está latente el riesgo de convertirse en un impostor. Si uno olvida de renovar la licencia, con el mero trámite de pagar una cuota, pasará al bando de los ilegales, no importando cuan diestro y entrenado se está para desarrollar una función.

Esto me lleva a uno de los libros que reviso por partes en estos días, cuando me libero de conseguir certificados, se llama Impostores famosos, obra poco conocida de Bram Stoker, el creador de Drácula. Uno de sus capítulos trata precisamente de Paracelso,  un famoso médico de la Edad Media, época oscura donde la medicina se mezclaba con la religión, la magia, la astrología y la necromancia. Tiempos donde la presunción de pactos con el demonio eran comunes y que dieron origen a una de las leyendas más recreadas, como la de Fausto, el médico que hizo un pacto con el diablo.

Se dice en el libro que Paracelso, nacido en Suiza y que se llamaba realmente Theophrastus Bombast von Hohenheim, fue un médico que despertó muchas envidias debido a su tono contestatario e iconoclasta, así como sus métodos curativos heterodoxos.

De acuerdo a lo mencionado por Stoker, los documentos de época alegaban que  Paracelso creía que  la vida era una emanación de las estrellas, que el Sol gobernaba el corazón, la luna y las estrellas, júpiter el hígado, Saturno la vesícula, mercurio los pulmones, Marte la bilis, Venus la carne y que en cada estómago hay un demonio, y que el abdomen es un gran laboratorio donde todos los elementos se mezclan.

Pero no todo fue descabellado en Paracelso pues el mismo libro menciona que este médico errante y repudiado por sus colegas, introdujo el uso del mercurio y el opio con fines curativos, haciendo todo lo posible para desterrar el uso de infames pócimas sin sentido como medicinas. Asimismo condenaba la idea prevalente de entonces de explicar los fenómenos naturales a partir de la intervención de espíritus o fuerzas ocultas.

Al parecer no todo lo malo que se decía de él era  cierto y me lleva a pensar que la maledicencia estaba muy ligada a lo revolucionario y contestatario de sus ideas, en franca colisión con la tendencia de la época.
 
Como consecuencia de sus esfuerzos, su genio, su intrépida lucha por el bien común, y aunque tuvo pequeños episodios de prosperidad,  Paracelso sufrió penurias, calumnias y ataques sin cesar, tanto por los profesores de religión y de ciencia. Fue un investigador original y de mente abierta, de una gran habilidad y dedicación, así como absolutamente intrépido.

Entonces solo me queda seguir adelante sin importar las benditas certificaciones

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Cortocircuito o los laberintos del desasosiego


Hay momentos en que uno se queda varado en una encrucijada de lecturas y escrituras. Aquí me encuentro, en este punto del mapa, cuando la página en blanco es agobiante y las lecturas se entremezclan clamando la misma atención.

Mi escritorio ha apilado una serie de pendientes: un libro de los grabados de Durero con textos de John Berger, la biografía de Paracelso, el Atlas Geográfico del Perú de Paz Soldán, el Clima de Lima de Hipólito Unanue, Los Anillos de Saturno de Sebald, la Hija de Galileo de Dava Sobel, el Discurso del método de Descartes, un libro de entrevistas a Martín Adán, Cosas Transparentes de Vladimir Nabokov, varios ensayos sobre los Estoicos, Poesía Ingenua y Poesía Sentimental de Friedrich Schiller  y Trabajos Forzados de Daria Galateria. Y aunque no lo crean sigo tomando apuntes de Moby Dick con sus lecturas paralelas tanto en la versión en inglés y la traducción

Es muy posible que termine picoteando algunos capítulos en los libros de ensayos ante la premura de las responsabilidades y que otros sigan esperando.

Completaré de datos mas fichas y seguiré llenado mi libreta de ideas que servirán de insumo a horas de escritura.

Mientras tanto, la contemplación de la belleza en un jardín cualquiera me servirá de sosiego

miércoles, 31 de octubre de 2012

Autos de Fe


Fuente: Congreso de la República

Esta noche para algunos es noche de brujas, para otros una noche de homenaje a la canción criolla. Para combinar ambas tendencias he escogido un tema muy peruano: el Tribunal de la Santa Inquisición. Una entidad creada para enderezar creencias y voluntades, para alejar del vicio y la corrupción espiritual a la gente de estas tierras. Un tribunal que sembró el terror permanente en el oscurantismo colonial de Lima en la segunda mitad del siglo XVII

De este modo, y siguiendo las doctrinas puritanas del Malleus Maleficarum, que consideraban como herejía cualquier desviación de la fe cristiana, cualquier persona podía ser denunciada ante el Tribunal del Santo oficio, solo tomando en cuenta la opinión de un testigo. En una época en que la ciencia era casi inexistente y que las enfermedades de cualquier tipo eran atribuidas a la magia o al designio divino, espantosas coincidencias podían llevar a un inocente a ser torturado, colgado o quemado vivo.

Baste recordar que el primer condenado a muerte por el Tribunal fue un loco (un esquizofrénico de hoy en día) que tenía como territorio una huaca de la zona de Magdalena (la zona del distrito de Pueblo Libre actual). Locura o posesión demoniaca, que en esa época eran lo mismo, sumada a habitar un antiguo templo inca, ergo una idolatría hereje. Las alucinaciones de Mateo Salado, ciudadano francés, fueron tomadas por blasfemias y posesión demoniaca y fue condenado a la hoguera en el Auto de Fe del 15 de Noviembre de 1573. Hay que decir que el pobre Mateo defendió sus ideas hasta minutos antes de achicharrarse.

La mayoría de juicios fueron por blasfemias o comportamiento hereje, considerada la intolerancia a la profesión de otras religiones como los judíos o luteranos. Otro número importante fueron los delitos sexuales como bigamia o solicitudes indecorosas (con algunos frailes de por medio), pero un rubro que llamó la atención fue el de la hechicería, donde la mayoría de las acusadas fueron mujeres, de todas las condiciones sociales y raciales.

Lo que llamaba la atención era que las mujeres eran sobre todo menores de 40 años, contraviniendo el estereotipo de una bruja anciana. Las acusaciones en su mayoría versaban sobre la vida sexual de la hechicera y a la influencia que tenían o podían tener sobre la vida sexual o afectiva de terceras personas. La mayoría de denunciantes eran otras mujeres que acaso no habrían conseguido lo que solicitaban, ya que al parecer si algunas se conformaban con las plegarias para conseguir novio, otras recurrían a la magia negra.

Nuestras hechiceras entonces lanzaban conjuros a los espíritus oscuros mezclados con prácticas indígenas, como el siguiente relatado por una mulata de 27 años (reseñado en el libro Hechiceras, beatas y expósitas de María Emma Manarelli):

“Coca mía madre mía, hoy te masco para mi bien, no te masco así, si al corazón de (R) para que quiera a (M), tantos hilos tiene su camisa tantos diablos lo insistan a que me quiera, conjúrote coca mía con Satanás y Barrabás… con el diablo de la pescadería, con el de los mercaderes, coca mía has de hacer esto por la fe que tengo contigo...”


Ya sea utilizando ídolos incas o rezos al maligno, mujeres de distinto rango social intentaron recuperar o conquistar al ser amado, en una época en que la autonomía e independencia de la mujer espantaban a los hombres de la Colonia. Tema impensable en nuestros días. Sin embargo, de los 32 condenados a muerte en la historia del Tribunal sólo se encuentra una mujer, por lo que se infiere que los castigos fueron menores.

De los conjuros, encantamientos y otras insinuaciones carnales realizados por nuestras tapadas limeñas, blancas, mulatas, zambas o cuarteronas, hablaremos después de esta luna llena.

En la figura: Auto de Fe en la Plaza Mayor de Lima (dibujo)

lunes, 29 de octubre de 2012

Paseo por el Parque Kennedy: Los libros y los gatos





Movida de su calendario habitual de  cada diciembre la Feria del Libro Ricardo Palma abrió sus puertas la semana pasada. Con una afluencia asegurada por el alto tráfico de la zona el público ha comenzado a llenar sus instalaciones.
 
En esta feria no se esperan grandes novedades, es más un encuentro de amigos o una oportunidad para hacer las compras adelantadas de fin de año. Muchas ofertas, muchos saldos, los libreros quieren agotar sus stocks del año y los lectores complacidos de llevarse muchos libros.

En esta feria hay para todos los gustos. Se han programado algunos lanzamientos como CÍA Perú, 1985. Una novela de espías de Alejandro Neyra, Los Lemmings de Fabián Casas, ambos por Estruendomudo. Fuenzalida de Nona Fernández por Mondadori. Viaje de ida. Ensayos, notas, prosas de Fernando Ampuero por Lapix Editores y la última novela de Alonso Cueto, Cuerpos Secretos, lanzamiento de Planeta.

Sin embargo, la novedad editorial del año es el lanzamiento del segundo número del Buen Salvaje, una revista literaria con una numerosa recopilación de reseñas, que más que académicas  intentan encontrar libros con lectores, además hay entrevistas, cuentos y hasta una viñeta de comics. Es loable que con los bajos índices de lectoría aparezca una revista de este tipo que todos los interesados en la cultura debemos de apoyar.

En los stands como siempre hay de todo, libros viejos y muy viejos en Ideal, Casa del Libro Viejo y Casa de la Cultura Peruana. Hallazgos impensables entre cientos de libros comprados al peso como en Riguse y Ordecupe, hay que pasar unos buenos minutos explorando sus anaqueles.

Una buena noticia es el regreso de Océano a la Feria Ricardo Palma, tiene descuentos de 40% en los libros de Anagrama y 30% en otros sellos como Salamandra y Turner. A propósito recomiendo completar la colección de Pierre Michon, completar la colección de Auster, Nabokov, entre otros,   y si no lo tienen ha salido una edición de bolsillo de Purga de Sofi Oksanen.

Planeta esta vez ha llegado con novedades en libros de bolsillo: la colección Booklet con las reediciones de la obra de Paul Auster, así como ediciones de Austral de Platón, Herman Melville (Moby Dick), Oscar Wilde, Curson McCullers, Yasunari Kawabata, tienen que darse una vuelta por allí. En Planeta pueden comprar además de Cuerpos Secretos de Alonso Cueto.

Librerías La Familia traen nuevamente la colección de Alianza Editorial: Clásicos de Grecia y Roma, Bibliotecas de autor (Borges, Freud, Kadaré, Hammet, Bernhard, Proust, Nietzche, Schopenhauer, Proust, etc), Biblioteca Juvenil y muchos libros de arte, así como los autores de Ediciones Tusquets, entre ellos nuestro caserito Haruki Murakami.

Se va haciendo costumbre encontrar a los Heraldos Negro (de los hermanos Sanseviero) en las ferias, el plato fuerte de  esta temporada es parte de la colección de la Editorial de la Universidad Diego Portales de Chile con La Caza Sutil de nuestro Julio Ramón Rybeyro, No Leer de Alejandro Zambra y Los Malditos una recopilación de leila Guerrero. Pero como en Sur o el Virrey de Lima encontrará verdaderas joyas, sobre todo una colección de nuevas ediciones de manuscritos antiguos sobre el arte de coser, de la destilería, de la perfumería, de brujería, entre otros.

PEISA saca el baúl de la abuela y pone en venta el histórico de su colección, allí encontrarán obras de Mario Vargas Llosa, Alonso Cueto, Fernando Ampuero, Luis Jochamovitz, Alfredo Bryce. Poesía de Blanca Varela, Javier Heraud y Antonio Cisneros. Muchos de los libros a precios muy accesibles.

Librerías Ibero ha traído parte de su colección de ediciones de Cátedra en Clásicos universales e hispánicos. Además hay ediciones de bolsillo de Ediciones Valdemar, La nueva y mastodóntica novela de Stephen King 22/11/63,  también hay Ken Follet, un autor que no leo pero otros sí y
la colección del best seller de moda de E.L. James y sus Cincuentas sombras de….
 
Como siempre están presentes los stands de libros académicos en el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica (con un interesante libro sobre Leer Pensando de Juana Pinzás, Los incas y el poder de sus ancestros, de Francisco Hernández Astete,  o Paisaje sagrado e ideología inca, de Julián I. Santillana, Universidad Garcilaso de la Vega (con bellas ediciones de los Comentarios Reales y La Florida del Inca) , Universidad Ricardo Palma (que relanza La Francia que amamos de Ventura García Calderón) , Universidad del Pacífico, Universidad de Lima y Universidad Nacional Mayor de san Marcos, también están los stands de Fondo de Cultura Económica, el instituto de estudios Peruanos y el Instituto Francés de Estudios Andinos que relanza un Atlas Geográfico del Perú de Mariano Paz Soldán.

Esta feria está en el corazón de un gran centro comercial y de esparcimiento. No hay excusa para no ir. Allí nos vemos, pasaremos lista.
 
Si de algo me olvido, seguiré posteando desde la Feria…

miércoles, 17 de octubre de 2012

La Blancura de la Ballena


Creo que el libro que responde sin duda alguna a la pregunta  de “la novela que me hubiese gustado escribir” es Moby Dick,  escribió William Faulkner en una carta dirigida al Chicago Tribune en 1927.

Me he detenido a explorar la amplitud del capítulo 42 “La Blancura de la Ballena” y preguntarme si es el color blanco una construcción mental o tan sólo una combinación de longitudes de onda que nuestros conos de la retina se encargan de enviar al cerebro.

Creo que ambas cosas. La percepción del color no sólo es una compleja cadena de reacciones químicas y físicas en los órganos de la visión, sino además está ligada a la memoria que nuestro cerebro tiene de experiencias pasadas con objetos y colores. Una vez que percibimos un color a una luminosidad determinada, nuestro cerebro se encarga de reconstruir la imagen que vemos y no necesariamente lo que realmente es. Una imagen acaba siendo un constructo cromático y también un constructo mental.

Es lo que pretende explicarnos Melville en el capítulo 42, el aparente significado de pureza e inocencia que puede irradiar la blancura, se convierte para algunos seres humanos en el heraldo de un vacío, de algo terrorífico o de un ente ausente de color y de vida, es decir de la muerte.

El blanco viene a ser para Ismael el caos que la naturaleza le impone al ser humano, esa ausencia de color que a la larga es la no presencia de fluidos vitales, como la sangre, la melanina o la clorofila que confieren un significado a la vida. El blanco es el color de los muertos, el color de sus túnicas o de la neblina blanca que rodea a los aparecidos. Al tener los seres humanos una eterna incertidumbre frente al significado de la muerte asociamos el blanco a nuestros propios temores frente a lo  desconocido.

El blanco de la nieve de las cumbres, la asfixiante blancura del paisaje antártico, la espuma blanca del mar en una noche de navegación o los lancinantes fulgores blancos de las escenas del Apocalipsis cristiano, todos ellos configuran un sino triste y neurótico del ser humano sobre la insignificancia de nuestras vidas frente a la inmensidad del Cosmos y su eterno conflicto con el Caos. El Génesis y el Apocalipsis. El Alfa y el Omega.

Frente a ello, en medio de la inmensidad del mar Ismael filosofa y atribuye al color  blanco, y por ende al leviatán blanco, el vacío y fragilidad de su existencia.

De nuestra existencia.

sábado, 6 de octubre de 2012

Miguel Grau en altamar con Herman Melville



Tengo por costumbre intercalar lecturas paralelas cuando me embarco en una novela mayor, como es el caso de Moby Dick, cuya lectura es como ver un prisma con sus múltiples resplandores. No solo es un relato de aventuras en un barco ballenero sino también fuente de datos en diferentes actividades humanas: ciencias, geografía, literatura, antropología, filosofía, historia y religión. El siglo XIX aparece a través de esta novela, como la consolidación del racionalismo científico y la supremacía del comercio marítimo.

Uno de aquellos que se embarcaron en largas y agotadoras travesías fue Herman Melville, nacido en 1919, quien en su vida ejerció diversas actividades como marinero, profesor, granjero, inspector de aduanas y conferencista esto último entre 1858 y 1860. Melville fue un explorador ávido e incansable, cumpliendo una de las condiciones para ser un buen viajero, según lo escribió en el ensayo “Viajar”: ser "joven y despreocupado, dotado de talento e imaginación" permitiendo que "el viaje también abra nuestro espíritu a los detalles". Fruto de su experiencia en un barco ballenero primero y en la armada norteamericana  después publica Taipi y Omoo, libros de aventuras marítimas. Es a los 32 anos de edad cuando termina de escribir Moby Dick, mezclando sus experiencias con el fruto de sus impenitentes lecturas a bordo, un novela de aventuras llena de profundas reflexiones que no es bien recibida por la critica ni por el publico.

 La experiencia de Melville como marino y la presencia de balleneros norteamericanos en los Mares del Sur, es consecuencia de una actividad que se inicia a finales del siglo XVIII y se consolida en 1795. Casi la totalidad de barcos balleneros zarpan entonces de los puertos de Fairhaven, New Bedford, Edgartown y Nantucket en Nueva Inglaterra, recibiendo el sentido de pertenencia del puerto de donde salen, como el Pequod de Nantucket o el Acushnet de Fairhaven donde se embarco Melville en Enero de 1841, de ese mismo puerto partió en Junio de 1845, zarpa ballenero Oregon quien al atravesar el Cabo de Hornos enrumba hacia las costas del Perú, en cuyas costas logra su primera caza en Noviembre de 1845. Era costumbre entonces que los barcos hagan paradas esporádicas en algunos puertos para tomar provisiones, desembarazarse de la tripulación amotinada y contratar nuevos operarios.

Uno de aquellos puertos fue el de Paita, que cobró tal importancia a mediados del siglo XIX con los balleneros británicos y norteamericanos, que  fue uno de los pocos puntos de atraque de la flota ballenera en la costa sudamericana que contaba con una oficina del Consulado de los Estados Unidos. Llegaban centenares de embarcaciones, como lo hubiese hecho el Pequod del Capitán Ahab y donde acaso el mismo Melville haya pasado algunos días. Es en noviembre de 1846, durante el fondeado en Paita, que a los 12 años de edad, un púber Miguel Grau, es enrolado en el ballenero Oregon como ayudante y donde pasará los siguientes 22 meses en una larga travesía que lo lleva hasta Kamchatka (Rusia), las entonces Islas Sandwich (hoy Hawaii) y la costa peruana en busca de ballenas que en esa época proporcionaban insumos preciados como el aceite, principal combustible para el alumbrado público en los Estados Unidos. Miguel Grau se convierte a temprana edad en testigo de toda la actividad ballenera relata en Moby Dick, incluyendo los motines, las tormentas, los accidentes y el concurso de tatuados marineros polinesios.

La caza de ballenas era una importante actividad económica, sobre todo el aceite de ballena y, además en el caso de los cachalotes (sperm whales o Physeter macrocephalus) se obtenían dos productos: el espermaceti (sustancia alojada en una cavidad cefálica), grasa que a temperatura corporal es líquida y al enfriarse se solidifica, por lo que erróneamente se confundió con el esperma reproductivo-, este producto que era muy usado en la producción de perfumes; y, el ámbar gris, una sustancia grasosa que se forma en el intestino del cachalote para proteger su mucosa del daño de algunos alimentos como son los huesos de las presas ingeridas.

Grau, como Melville y el imaginario Ismael, fueron tripulantes de un ballenero, testigos de los vigías oteando el horizonte en busca de su presa, la que al ser avistada era perseguida por los botes donde los arponeros intentaban dar en el blanco. Si ensartaban la ballena debían luchar contra la resistencia del animal hasta que desfalleciera. Con las mismas sogas, la ballena muerta era remolcada hacia el barco, donde era decapitada y luego trozada en pocas horas para evitar que los restos sobre el mar fueran comidos por los tiburones. La carne era hervida para obtener la sustancia grasa que luego se almacenaba en barriles. Durante las largas travesías del barco, una pequeña parte de la mercancía era intercambiada por comida y agua en los puertos del Pacifico.

Un barco ballenero se convertía no solo en un medio de producción sino en un micro mundo donde confluían hombres de distintas culturas y temperamentos, una reproducción a escala del mundo continental, con sus virtudes, coraje y miserias. Un tripulante solo tenía la certeza de que si bien se poseía una porción de la riqueza del ballenero, esta podría ser perdida completamente, a veces con la vida,  en una epidemia, un motín, una tempestad o un furioso ataque de una ballena.

Tal incertidumbre podría devenir en actuar como si la vida no importara al día siguiente o podría dar lugar a las más profundas reflexiones acerca del inconcluso significado de la vida y de la muerte, que es lo que se lee en Moby Dick.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Moby Dick o La Ballena... o el Leviatán?

 
Esta vez si he comenzado a leer en serio Moby Dick, con lápiz y fichas, con referencias cruzadas. Hasta he conseguido algunas obas de Emerson, un artículo de Prescott sobre "Lima y los Limeños" y la oportunidad siempre latente de leer el Libro de Job. Con tales lecturas espero avanzar en  la educación literaria y filosófica que, compulsivo de mí, me impongo no solo para entender una obra monumental, sino para tener la fibra y el nervio necesarios para acometer mis aventuras narrativas.
 
En esta mañana fría y brumosa de setiembre, cuando no solo cae una tenue llovizna sino además una tonalidad gris sobre mi ánimo, me decidí a contrarrestar los aleteos de la tristeza traduciendo el primer párrafo de Moby Dick:
 
Pueden llamarme Ismael. Algunos años atrás –no importa con precisión cuantos- con apenas algo de dinero o quizá la billetera vacía, y con nada de particular interés para mí en tierra, pensé que podría salir a navegar para ver el lado acuático del mundo. Es la manera que tengo para quitarme la melancolía y regular la circulación. Cada vez que percibo en mí una mueca de disgusto; cada vez que hay un húmedo y brumoso Noviembre en mi alma; cada vez que me detengo involuntariamente ante un velatorio; cada vez que me pongo detrás de la fila en cada funeral que encuentro; y, especialmente cada vez que la tristeza se apodera de mí, es que necesito de un fuerte principio moral que evite que con toda deliberación salga a la calle y metódicamente comience a quitar de un golpe uno a uno los sombreros de la gente – entonces, me doy cuenta que es el mejor momento para salir al mar tan rápido como se pueda. Ese es mi sustituto a las balas y a la pistola. Con un ostentoso y filosófico movimiento Cato se arroja decidido sobre su espada, en cambio yo tranquilamente me lanzo al mar. No hay nada sorprendente en esto. Si lo supieran, casi todos los hombres en algún grado, en algún u otro momento, cobijan muy cercanamente  los mismos sentimientos que tengo yo hacia el mar.

Como un presagio temprano, al llegar hoy al hospital, inusuales graznidos de gaviotas me anunciaron un mar lejano.  

martes, 31 de julio de 2012

Aún hay tiempo para la FIL Lima 2012


La Feria del Libro de Lima 2012 aun no ha terminado. Un evento cultural masivo es siempre un termómetro de lo que sucede a nivel social (y político).

Por ello comenzaré por resaltar las ausencias. La primera y acaso pocos la recuerden: el pasado enero hubo un tímido anuncio sobre la presencia de Paul Auster para abrir la feria y que todo dependía de su agenda, parece que andaba ocupada pero no sabemos si se hicieron todas las gestiones para traer un peso pesado de las letras. Es lo que se espera desde hace tiempo para la feria de Lima, la visita de personalidades literarias más allá del continente, al igual que Bogotá, Guadalajara o Buenos Aires, sin ir más allá, Ohram Pamuk, Ian McEwan y J.M. Coetzee ya se han dado su vuelta por Santiago de Chile en los últimos dos años. Tarea pendiente para los organizadores.

Otra tarea pendiente es que las autoridades gubernamentales abran la feria: la alcaldesa de Lima o el propio Presidente de la República, eso daría la señal que tanta falta les hace a todos de hacer pensar que la cultura importa en las prácticas gubernamentales, ya que no solo de pan (o gastronomía) vive el hombre.

Yendo a lo específico no se puede negar que hay cobertura de medios y algunos escasos programas de televisión se han esforzado por informar diariamente. Donde la movida ha sido mayor ha sido en algunos medios de prensa escrita como diario16 y La República, pero sobre todo en portales como La Mula, blogs de todo tipo y hasta en el Facebook donde las invitaciones a eventos han sido un simpático bombardeo frecuente.

El recinto de la feria es amplio, céntrico y creo que a la vista no hay otro mejor en la ciudad. Hay mejoras respecto a los otros años y se ha habilitado un parqueo al frente en el Círculo Militar.

Las editoriales, distribuidoras, universidades, embajadas y organismos públicos  y librerías han mejorado la presentación de sus stands.

Por lo general casi todos se han esmerado en traer novedades en las publicaciones, aunque a algunas el sistema de envío o la aduana les haya jugado una mala pasada y el lote no llegue a tiempo para la feria. Por eso este evento tiene dos tiempos, los primeros días de apertura, donde se encuentran las novedades que han llegado en escaso número y hay que comprarlas antes que se agoten y el final como hoy y mañana cuando ya llegaron las novedades.

La revelación de esta feria y que confirma una tendencia es el empuje de las editoriales independientes. El descubrimiento es que por primera vez los Hermanos Sanseviero se decidieron a poner un stand: Heraldos Negros, como el nombre de su nueva distribuidora, allí encontrará una gran variedad de libros, casi todos ellos interesantes, de España y Argentina que no se encuentran en el resto de librerías. Visitar la feria sin pasar por Heraldos Negros es como no haberla visitado.

Un descubrimiento tardío fue el stand de editorial Arkabas, que ha traído el backlist completo de Bestia Equilátera, interesante editorial argentina.

Distribuidora Oceano, con su colección de Anagrama, incluidos los libritos amarillos de Panorama de narrativas, Ensayo (negro) y Narrativas Hispánicas (grises), tienen un 40% de descuento y si se compran dos libros amarillos, grises o negros el descuento es de 50%. Los Compactos también tienen un buen descuento.

Ibero, ha traído Mondadori, pero su colección más interesante es De Bolsillo, buena literatura a buen precio, siempre va a encontrar algo que llevar. No olvide que la colección de Borges ahora está en De Bolsillo, así como Vila Matas, Philip Roth, Coetzee y

Fondo de Cultura Económica, es un lugar para darse mas de una vuelta, hay colecciones de literatura, filosofía, ciencia e historia, que hay que buscar con detenimiento, imposible non salir con un libro comprado de FCE.

Librerias La Familia,  tiene interesantes colecciones de Alianza Editorial en sus pequeñas colecciones de Freud, Kadaré, Proust, Woolf, entre otros. Libros de filosofía de todas las épocas y los clásicos de Grecia y Roma son joyas a tener en casa. También tienen una interesante colección de Taschen sobre arte y a un buen precio.

Los Fondos editoriales de las universidades siempre traen novedades interesantes así que dependiendo de su interés no puede dejar de darse una vuelta por allí. En el stand de la UPCH quedan aún libros de la colección de obras de Honorio Delgado, para conocedores.

El Instituto de Estudios Peruanos, IFEA y el Ministerio de Cultura sobresalen con sus publicaciones dedicadas a la historia, sociología, antropología y arqueología del Perú.

Finalmente, a visitar los stands de venta de libros usados con paciencia y buen ojo puede encontrar el libro que andaba buscando desde hace tiempo.

Quedan dos días pero son los precisos para hacer las compras de la lectura de los siguientes meses.

No falten

miércoles, 18 de julio de 2012

Naturaleza Humana





Mi lectura de la semana es Un verano sin hombres de Siri Hustvedt, casi un monólogo interior desde un punto de vista muy femenino acerca de los logros y sinsabores de un matrimonio, sobre todo cuando el esposo decide tomar una pausa.
Como la lectura de un buen libro siempre tiene lecturas colaterales, esta vez me remití a hojear algunas páginas de Fisiología del Matrimonio de Honoré de Balzac, para lo cual solo transcribo algunos párrafos que pueden llevar a la reflexión y otros a una culpable sonrisa.
“El matrimonio se deriva de la naturaleza. La familia oriental difiere completamente de la occidental. El hombre es ministro de la naturaleza, y la sociedad la modifica. Las leyes se han hecho para las costumbres, y las costumbres cambian”
El matrimonio puede, por consiguiente, recibir el perfeccionamiento gradual a que todas las cosas humanas están sometidas.
Estas palabras dichas por Napoleón en el Consejo de Estado, cuando la discusión del Código Civil, impresionaron vivamente al autor de este libro…”
Como conoce la historia Napoleón Bonaparte  se casó con Josefina de Beauharnaiz, para ella fueron sus segundas nupcias y ya contaba con dos hijos,  y luego se marchó a la Campaña de Italia obteniendo allí parte de su mito como estratega militar. Josefina fue coronada Emperatriz junto a su esposo en 1804  y años después Napoleón le pediría el divorcio – aconsejado por su ministro Talleyrand- aduciendo el que ella no podía tener hijos y casarse con  la Archiduquesa María Luisa de Habsburgo-Lorena, llegando a tener un heredero y consolidando una unión diplomática con la casa real austriaca. En el ínterin Napoleón se enamoró de la Condesa polaca María Walewska con quien también tuvo un hijo.
En el libro además de muchas deliciosas historias matrimoniales, Balzac expone lo que para él son las razones por las que un hombre podría casarse:

Por Ambición… esto es muy conocido

Por Bondad, para libertar a una hija de la tiranía de su madre

Por Cólera, para desheredar a los parientes colaterales

Por despecho de una amante infiel

Por Enfado de la deliciosa vida de soltero

Por Fealdad, temiendo que llegue un día en que no pueda encontrar mujer

Por Ganar algo, como Lord Byron que lo hizo por ganar una apuesta

Por Honor, como Jorge Dandín

Por Interés, como se hace casi siempre

Por Juventud, como lo hace un colegial atolondrado

Por Locura, y el matrimonio siempre lo es.

Por Maquiavelismo, para heredar cuanto antes de una vieja.

Por Necesidad, para legitimar a nuestro hijo.

Por Obligación, cuando la novia ha sido frágil.

Por Pasión, para curarse de ella.

Por Querella, para acabar un pleito.

Por Reconocimiento, y es dar más de lo que hemos recibido.

Por Sabiduría, como lo hacen todavía los doctrinarios.

Por Testamento, cuando un tío muerto hace un legado con esa condición.

Por Usanza, para imitar a los antepasados.

Por Vejez, para tener quien lo cuide a uno durante los últimos años de su vida.

Por Yatidí, que es la hora de acostarse y significa todas las necesidades de esa hora entre los turcos.

Desde la época que se escribió este libro en 1829, algunas razones han quedado vigentes, otras no tanto y acaso algunas hayan sufrido una leve transformación para actualizarse.

Queda en la conciencia de cada uno saber porque lo hizo. Mientras tanto me voy acercando al final de la novela de Hustvedt y en algunos casos confirmando o conociendo de novo los diversos matices de la naturaleza humana.




miércoles, 11 de julio de 2012

Mi Residente, el Gótico


Ser interne des hôpitaux (interno de hospital) es una de las metas de todo estudiante  de Medicina. Trabajar todos los días, incluso hasta de noche. El Interno es una tradición académica que puede rastrearse hacia finales del siglo XVIII, luego William Osler crearía el sistema de residentado para formar especialistas en la segunda mitad del siglo XIX e incorpora una jerarquía más dentro de las ciudadelas de la enfermedad que son los hospitales.
Un hospital. Mi hospital, pueblo chico hecho de palacetes de otro tiempo, con una arquitectura afrancesada de inicios del siglo pasado: techos altos, columnatas, estatuas y amplios jardines. La ciudadela es bella durante el día pero la oscuridad de la noche le impone un tinte tenebroso.  Ahora solo voy al hospital durante el día, pero recuerdo vivamente mis caminatas nocturnas obligatorias atravesando los jardines y patios,  sobre todo cuando la neblina y la llovizna creaban un ambiente mortecino y los sobresaltos no eran pocos, como al movimiento brusco de los arbustos, el vuelo de un animal alado, los llantos desgarradores provocados por una muerte cercana o, cuando el cansancio inducía la ilusión de movimiento a las estatuas antropomorfas de los jardines. Aquellos paseos nocturnos si se le podían llamar así configuraban casi una historia de aparecidos.
Pero la siguiente historia es terrenal, al menos eso parece. Es una historia de Residentes, o mejor varias, de aquellos médicos en  entrenamiento que pueblan un  hospital docente, con rendimientos dispares que van desde reconfortantes a desalentadores hasta el ingrato extremo de convertirse en  una tortura para tutores como yo, con poca tolerancia al error en situaciones críticas. Pero solo  hasta hace poco no me enfrentaba a un nuevo tipo de residentes: los sobrenaturales.
M, así lo llamaré pues  debo confesar que no estoy seguro de su nombre o inconscientemente no lo recuerdo, nos fue presentado hace casi un mes y su presencia en nuestro pabellón fue espectral. En su primer día apenas saludó con una sonrisa y se quedó callado el resto de la visita. Luego de enviarlo con la Interna a que le haga un tour por el hospital para conocer los lugares de interés como  radiología, laboratorio, emergencia, cuidados intensivos, entre otros, lo perdí de vista. Hasta allí todo bien y atribuí su silencio inicial a timidez, tacto o simplemente la inseguridad del recién llegado.
Pero el silencio continuó al pasar los días. M no devolvía el saludo que doy a mi equipo cada mañana y, mientras caminábamos hacia el sector de pacientes, parecía seguir al grupo pero desaparecía sin dar explicación ni dejar rastro, para reaparecer de súbito al costado de la cama del paciente. M quedaba mudo y quieto, con la mirada fija al infinito, sin articular palabras o ideas luego de una pregunta suelta. A pasar al siguiente paciente, M  desaparecía pero casi de inmediato lo encontraba sentado en la estación de enfermeras hojeando papeles, unos metros más allá de donde estábamos. Su presencia se había convertido en algo fantasmal, como los hechos de un cuento de fantasmas.
Cuentos que se habían vuelto recurrentes, como los de dos residentes que expiaron su rotación por mi sector unos meses atrás. Uno de ellos, siempre llegaba una hora tarde, empujaba de pronto una de las puertas de acceso, entraba apurado con ese  aspecto particular, delgado, casi calvo, de barba rala y con cabellos largos y desordenados, tenía en los ojos una permanente mirada de asombro que, junto con el mandil y la camisa abiertos, daba el aspecto de una alma aterrada que huía de algo o alguien y, aunque este sí saludaba, su andar rápido por el pasillo no admitía conversaciones y solo lo veía perderse a través de una de las puertas laterales. A la larga nunca estuve seguro si su presencia era real en el pabellón. Yo ya me había acostumbrado a su paso fantasmal raudo y anónimo que siguió igual hasta el día que desapareció definitivamente. El otro residente llegó casi al mismo tiempo con la misma actitud huidiza del primero, era de aspecto rechoncho y correctamente vestido pero, siempre hay un pero con estos casos, tampoco hablaba y sus pasos cansinos lo colocaban siempre en las márgenes del grupo, ocultándose de mis preguntas y si bien su mirada lucía perdida, tenía cincelada una eterna mueca que parecía una sonrisa sardónica, como la de un demonio juguetón, que no se borraba ni en las situaciones más críticas que nos tocaba enfrentar con los pacientes. Lo que ambos residentes tuvieron en común fue no examinar a los pacientes y no emitir opinión, como si su presencia entre nosotros fuera inmaterial.
Así era M, con apariciones por el pabellón que se hicieron sucesivas y cotidianas al punto que se convirtió en parte de la decoración, como los fantasmas de los castillos. Llegué a acostumbrarme, pero no del todo, ya que no dejaba de sorprenderme aquel mutismo e inexpresividad que apenas hacia contraste con la arquitectura del lugar, gruesas columnas, techos altos, claraboyas y ventanas de madera que crujían al batirse. Como la actitud de M ya rozaba con un estado de resistencia militante, opté por ignorar su presencia y como en algunos cuentos extraordinarios no le di importancia al fantasma y hasta me preguntaba si realmente M era capaz de reflejarse en un espejo.
Eso fue hasta cierto día cuando aparecieron unas notas ajenas y anónimas escritas en una de las historias, sin alguien que reclamara su autoría asumimos que eran de M, quien había pasado el umbral del silencio sepulcral para hacer obras materiales, una obra que me recordaba a la mano que escribía una profecía, descrita en el libro de Daniel. Pero al revisar la nota me di cuenta que de haberlas seguido, la enfermedad de mi paciente no habría mejorado en el corto plazo, así que me acerqué a M y le pedí que no escribiera notas inconsultas. Le mencioné además que tal prohibición no afectaba su libertad para opinar y aportar en el manejo de los pacientes. La mirada absorta me sugería que tal vez hablaba por gusto. Sin embargo, las notas desaparecieron pero M continuaba sin hablar y solo nos acompañaba para desaparecer de pronto por uno de los recovecos del pabellón.
Durante los días siguientes M continuó con las mismas actitudes y adquirió una conducta recurrente, la de quedarse horas hojeando los archivos de las historias ya sin hablar con nadie. Un día de aquellos no lo vi más y me dijeron que su periodo de entrenamiento había concluido. Cuál entrenamiento, me pregunte si todo aquel tiempo se había comportado como un espectro, tal como sus antecesores, M había divagado entre las camas de los enfermos como si portara inmateriales y  pesadas cadenas.
Las cosas en mi servicio no cambiaron mucho luego de la partida de M, solo que ya no respirábamos su presencia espectral. Si yo creyera en el mesmerismo hubiese dicho que tal ausencia nos hacia sentir el aire mas ligero y que actualmente nos sentíamos mas distendidos como equipo. Pero a veces pienso si esto no se va a convertir en una constante en los tiempos que vienen, seres espectrales que cada vez son mas comunes que me inducen a imaginar si el extraño vendré a ser yo en un futuro cercano.
Sin embargo, pase lo que pase conmigo, si usted se encuentra con uno de aquellos sobrenaturales en los pasillos oscuros de algún hospital del país, tenga cuidado, no grite, solo le sugiero que pida ayuda lo más pronto posible.