martes, 11 de diciembre de 2012

Padre e Hija



En el cine estadounidense es notable el uso del baseball como telón de fondo de sus historias, algo que no he visto en esta parte de Sudamérica con el fútbol. 
 
Un ejemplo reciente fue Moneyball, la historia de un entrenador que juega a perdedor en su vida mientras lleva a su equipo a las grandes definiciones luego de darse cuenta del valor de las relaciones humanas así como con la ayuda de su joven asistente, un freak de las estadísticas deportivas,

El mas reciente ejemplo de baseball en el cine es Trouble with the Curve. La historia de Gus Lobel, el cazatalentos del Atlanta Braves-interpretado por un invernal Clint Eastwood- cuando ya la modernidad se arropa de las estadísticas de rendimiento y las contrataciones se deciden a través de la pantalla de un computador.

Gus decide continuar de la única manera que aprendió, usando la observación, sus sentidos y la perspicaz exploración de las cualidades humanas. Por ello visita las ligas menores en busca de algún joven deportista que llene sus expectativas para recomendar su contratación.

Sin embargo, Gus no cuenta con dos problemas fundamentales, la modernidad lo ha convertido en obsoleto –con la presión un tanto cretina de los que vienen detrás- y el inexorable avance de los años comienza a dañar sus sentidos: una degeneración macular de la retina le impide una adecuada visión y las fallas propias de la coordinación espacial en el envejecimiento dificultan el conducir un auto. Sin saberlo, este viaje se convierte para Gus en su última oportunidad laboral.

Su gran amigo y miembro del directorio, Pete Klein,  lo apoya ante los directivos del club, pero al ver el hándicap físico de Gus, pide a la hija de éste, Mickey (llamada así en honor a un jugador de baseball), que acompañe a su padre. Mickey, quien a su vez pasa por un complicado trance profesional, deja por unos días el estudio de abogados donde trabaja un caso cuya resolución favorable le permitirá el ascenso.

Pero Gus y Mickey llevan una relación que es hostil en lo superficial ya que debajo de ese cascarón hay un mundo de cosas no dichas que pugnan por salir a la superficie. Mickey, es dejada de niña en casa de sus tíos poco tiempo después de la muerte de su madre. Gus decide vivir solo aunque tenga que lidiar pesadamente con tales ausencias. Los reproches son mutuos, uno que no entiende ni acepta que su hija ya no es una niña y por otro, el de una hija que no entiende la razón del abandono y no tolera el carácter áspero de Gus.  Sin embargo, el baseball los une más allá de lo que piensan. Gus mantiene su rol de padre al intentar proteger a su hija y enseñarle lo que sabe: a distinguir en una postura de los brazos, en el sonido de una bola lanzada o en el movimiento corporal las virtudes de un talento y Mickey no solo es una alumna aplicada sino una hija que aprendió el baseball como un acto de amor y homenaje al padre distante. Mickey ahora se convierte en los ojos y protección de Gus, invirtiendo los roles. Es cuando ocurre la crisis es que caen las máscaras y la verdad entre ambos aflora ruda y tierna al mismo tiempo, cuando padre e hija retoman el punto que dejaron inconcluso.

Por otro lado, Gus demuestra que los viejos métodos siguen vigentes, que los números son importantes pero nada reemplaza el arte de la observación y que la experiencia de los años va afilando la perspicacia en forma lenta pero segura. Que los ahora llamados multitask se van a quedar solo en la superficie de lo evidente si no toman en cuenta el valor de la observación paciente y con sentido, y que para trascender en una decisión es importante tomar en cuenta las distintas expresiones de la dimensión humana

Curvas de la Vida (o Golpe de Efecto como se tradujo en España) utiliza el mundo del baseball para ofrecernos varias dimensiones de la vida: el difícil reencuentro padre hija, el avance incontenible de las nuevas tecnologías deshumanizantes, la frustración de no lograr los proyectos de vida, el irremplazable valor de la observación calmada y sistemática y la esperanza de una recompensa cuando hacemos las cosas con honestidad creyendo en nuestros instintos y principios.

Aparte de algunos pecadillos veniales en el guión y algunas situaciones predecibles en las historias secundarias (como el romance de Mickey con Johnny Flanagan, un talento del baseball que truncó su carrera por la ambición del sistema) muestra un Eastwood actor como en sus mejores películas: un rudo de nobles sentimientos y valores.

 

 

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