En
el cine estadounidense es notable el uso del baseball como telón de fondo de sus historias, algo que no he visto
en esta parte de Sudamérica con el fútbol.
Un
ejemplo reciente fue Moneyball, la
historia de un entrenador que juega a perdedor en su vida mientras lleva a su
equipo a las grandes definiciones luego de darse cuenta del valor de las
relaciones humanas así como con la ayuda de su joven asistente, un freak de las estadísticas deportivas,
El
mas reciente ejemplo de baseball en
el cine es Trouble with the Curve. La
historia de Gus Lobel, el cazatalentos del Atlanta
Braves-interpretado por un invernal Clint Eastwood- cuando ya la modernidad
se arropa de las estadísticas de rendimiento y las contrataciones se deciden a
través de la pantalla de un computador.
Gus
decide continuar de la única manera que aprendió, usando la observación, sus
sentidos y la perspicaz exploración de las cualidades humanas. Por ello visita
las ligas menores en busca de algún joven deportista que llene sus expectativas
para recomendar su contratación.
Sin
embargo, Gus no cuenta con dos problemas fundamentales, la modernidad lo ha
convertido en obsoleto –con la presión un tanto cretina de los que vienen
detrás- y el inexorable avance de los años comienza a dañar sus sentidos: una
degeneración macular de la retina le impide una adecuada visión y las fallas
propias de la coordinación espacial en el envejecimiento dificultan el conducir
un auto. Sin saberlo, este viaje se convierte para Gus en su última oportunidad
laboral.
Su
gran amigo y miembro del directorio, Pete Klein, lo apoya ante los directivos del club, pero al
ver el hándicap físico de Gus, pide a la hija de éste, Mickey (llamada así en
honor a un jugador de baseball), que
acompañe a su padre. Mickey, quien a su vez pasa por un complicado trance profesional,
deja por unos días el estudio de abogados donde trabaja un caso cuya resolución
favorable le permitirá el ascenso.
Pero
Gus y Mickey llevan una relación que es hostil en lo superficial ya que debajo
de ese cascarón hay un mundo de cosas no dichas que pugnan por salir a la
superficie. Mickey, es dejada de niña en casa de sus tíos poco tiempo después de
la muerte de su madre. Gus decide vivir solo aunque tenga que lidiar
pesadamente con tales ausencias. Los reproches son mutuos, uno que no entiende
ni acepta que su hija ya no es una niña y por otro, el de una hija que no
entiende la razón del abandono y no tolera el carácter áspero de Gus. Sin embargo, el baseball los une más allá de
lo que piensan. Gus mantiene su rol de padre al intentar proteger a su hija y
enseñarle lo que sabe: a distinguir en una postura de los brazos, en el sonido
de una bola lanzada o en el movimiento corporal las virtudes de un talento y
Mickey no solo es una alumna aplicada sino una hija que aprendió el baseball como un acto de amor y homenaje
al padre distante. Mickey ahora se convierte en los ojos y protección de Gus,
invirtiendo los roles. Es cuando ocurre la crisis es que caen las máscaras y la
verdad entre ambos aflora ruda y tierna al mismo tiempo, cuando padre e hija
retoman el punto que dejaron inconcluso.
Por
otro lado, Gus demuestra que los viejos métodos siguen vigentes, que los
números son importantes pero nada reemplaza el arte de la observación y que la
experiencia de los años va afilando la perspicacia en forma lenta pero segura.
Que los ahora llamados multitask se
van a quedar solo en la superficie de lo evidente si no toman en cuenta el
valor de la observación paciente y con sentido, y que para trascender en una
decisión es importante tomar en cuenta las distintas expresiones de la
dimensión humana
Curvas
de la Vida (o Golpe de Efecto como se tradujo en España) utiliza el mundo del baseball para ofrecernos varias
dimensiones de la vida: el difícil reencuentro padre hija, el avance
incontenible de las nuevas tecnologías deshumanizantes, la frustración de no
lograr los proyectos de vida, el irremplazable valor de la observación calmada
y sistemática y la esperanza de una recompensa cuando hacemos las cosas con
honestidad creyendo en nuestros instintos y principios.
Aparte
de algunos pecadillos veniales en el guión y algunas situaciones predecibles en
las historias secundarias (como el romance de Mickey con Johnny Flanagan, un
talento del baseball que truncó su
carrera por la ambición del sistema) muestra un Eastwood actor como en sus
mejores películas: un rudo de nobles sentimientos y valores.
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