viernes, 30 de marzo de 2012

¿Dr.? TV




La relación de los médicos con los medios de comunicación es conflictiva, o bien los médicos aparecen como punto focal de denuncias o son invitados para tocar un tema tangencialmente y por lo general para resolver un “caso social”. Por su parte los médicos también sufren de tal ambigüedad, detestan que los medios ingresen a los establecimientos de salud pero acuden al llamado de un periodista porque saben que es una promoción masiva y gratuita. En resumen, esta relación amor odio se basa en un sentido utilitario por ambas partes.

Creo que esto se debe en gran parte a que los medios de comunicación masiva, sobre todo los públicos, no disponen de espacios para entregar mensajes claros y precisos que ayuden a la población a tener estilos de vida saludables. Los medios no se involucran en campañas de largo aliento en pro de medidas preventivas para los problemas de salud mas frecuentes en el Perú, a pesar que las frecuencias de radiotelefonía pertenecen a todos los peruanos.

Por eso vemos en algunos casos a médicos haciendo un remedo de consultas clínicas por teléfono o escribiendo columnas dando consejos, entre otros, de cómo curarse de los hongos o de los juanetes. Además, los medios han creado un estereotipo, para “parecer” medico (y creíble) hay que usar mandil, corbata y sobre todo un estetoscopio, así sea de utilería o la especialidad del medico no lo requiera. Una excepción solo en términos de vestuario podría ser el programa de Plus TV donde un pediatra habla de cualquier especialidad y sus invitados no se disfrazan, pero los temas son tan light, al estilo de “como broncearse regio y no sufrir de cáncer en el intento” que tal espacio merecerá un comentario aparte. Un caso particular lo constituye el de Elmer Huerta, siempre bien informado y conocedor de los limites de la información médica en televisión.

Todo esto lo traigo a colación pues acaba de aparecer la franquicia de un programa donde un médico es el conductor, se llama Dr. TV y se emite todos los días en cadena nacional. Aquí les muestro un extracto de una nota periodística:

En el primer programa de la edición peruana, Gisela Valcárcel se presentó en el set y no pudo evitar llorar cuando el doctor Borda contó la emotiva historia de su madre que padece de cáncer.







“Hemos visto a un médico diciendo que su mamá tiene cáncer. Fue hermoso que el
doctor Borda nos contara esto. No debe ser fácil para un doctor que está entrando y saliendo ver a esta hermosa y valiente mujer y cómo su familia está dando la batalla al cáncer y que ya la ganaron”, declaró Gisela Valcárcel, quien pese a haber declarado que con ‘Dr. TV’ no buscaba rating, debe estar contenta con las cifras.




Mientras aún no llego a descifrar la profundidad de la reflexión de Gisella Valcárcel, su frase me da una idea de cual es la dirección del programa., del cual solo he visto unos extractos en YouTube. Puedo afirmar que el sentido es el de convertir las enfermedades en espectáculo para que la gente los digiera. En tal sentido, “humanizamos al medico” haciendo que cuente sus tragedias personales o tocamos “temas de interés general” como “descubra los gérmenes de su cartera “o “Tips para reconocer un cáncer maligno: la historia de Cucha”. Si pareciera que los guiones los hace el mismísimo Pedro Camacho.

Creo que mi critica debe de entenderse en el sentido de cómo un medico banaliza su propia profesión y no en el hecho que se dedique a actividades paralelas a la medicina. Tengo amigos que tocan en bandas de rock, hacen fotografía o pintura, tienen restaurantes o practican deportes profesionalmente. En mi caso particular, escribo. Pero todos estos casos tienen en común que cuando atendemos pacientes lo hacemos con seriedad y privacidad, respetando la distancia ética a la que estamos obligados por un compromiso implícito al ejercicio profesional de la medicina. Además, lo peor podría ser que algunos jóvenes incautos crean que esa es la imagen “correcta” de la medicina y cuando se enfrenten a la realidad se den con un portazo.

Como un Dr Jekyll y Mr Hyde post moderno, el Dr TV ha decidido salir al aire a ventilar su lado mas banal y mercachifle, convirtiendo el arte de curar en una mercancía bien envuelta. No sé si quiera usar el antídoto o sepa usarlo. Esa ya es otra historia.

jueves, 29 de marzo de 2012

A la vuelta de la esquina



Cada época construye sus propias psicopatologías. Si bien es cierto que los trastornos mentales existen desde los inicios de la humanidad, las frecuencias de determinados trastornos han variado a lo largo de la historia. Por ejemplo, durante el siglo XIX muchas formas de locura eran secundarias a infecciones como la Sífilis o los parásitos intracerebrales. Otro tanto puede decirse de la Histeria, una entidad clínica que tuvo su cenit a finales del siglo XIX y que actualmente no goza de una denominación nosográfica sino que se ha subdividido en diversas condiciones clínicas conocidas ahora como Desórdenes Somatomorfos y Disociativos.

Existe otro grupo psiquiátrico importante como los Desórdenes de la Personalidad los cuales se van generando lentamente como efecto colateral de las normas sociales, de educación y crianza imperantes en determinado intervalo histórico. Con el paso de los años nuevas tipologías se suman a las ya existentes y de la misma manera otras llevan el camino de un lento pero inexorable repliegue.

El pasado domingo en el suplemento del diario La República, Jorge Bruce informa acerca de una nueva caracterización de la personalidad proveniente de la escuela francesa, el Perverso narcisista. Sus criterios serían:


1. Vampirización de la energía del otro. 2. Ausencia de empatía, frialdad emocional. 3. Insatisfacción crónica. 4. Denigración de su pareja, al principio con humor. 5. Indiferencia a las necesidades del otro. 6. Estrategia de aislamiento de su presa. 7. Egocentrismo. 8. Culpabilización del otro. 9. Incapacidad de autocrítica sincera. 10. Negación de la realidad. 11. Seductor y brillante en público; tiránico y destructor en privado. 12. Obsesión de la imagen que da al exterior. 13. Temible retórica. 14. Psicorrigidez. 15. No soporta el bienestar de su pareja. 16. Inversión de roles: se hace la víctima. 17. Discurso paradójico y contradictorio que confunde al otro. 18. Alivio mórbido cuando el otro se “bajonea”. (Le Nouvel Observateur del 15 al 20 de
marzo 2012).


Lo interesante del artículo de Bruce es la señal de alerta de que algo sucede en la sociedad actual, orientada al éxito y al resultado inmediato. Bruce explica acerca de los condicionantes, y para ello entrega una cita: Para Dominique Barbier, psicoanalista experto en tribunales, la intensificación del individualismo, la pérdida de autoridad del padre, la negación de la muerte, la obligación de gozar y consumir fabrica sujetos que “quieren todo, ya mismo, y el otro me estorba”. Se trata de sujetos arrogantes, insensibles y sin principios.

Bruce alude que el narcisista perverso es la nueva psicopatología del siglo XXI, pero es allí donde tengo mis reparos. Ya existe la tipología del Narcisista y pertenece a la categoría B (dramático, emocional, errático). Ya que los desórdenes de la personalidad son agrupados por compartir rasgos comunes, el narcisista comparte el grupo con las personalidades histriónicas, las limítrofes (borderline) y las antisociales.

Los desórdenes de la personalidad son patrones de comportamiento que lesionan la interacción social en dos sentidos, el que la padece y quienes lo acompañan. Los límites entre psicopatologías, como en cualquier clasificación psiquiátrica, son borrosos y como en las pinturas impresionistas, los trazos de un carácter son compartidos por otros y las tipificaciones se hacen mejor cuando, al tomar distancia, uno se fija en los rasgos dominantes. Es decir, es muy difícil encontrar una psicopatología que cumpla todos los criterios diagnósticos, por lo general tendrá algunos rasgos dominantes y se “prestará” algunos rasgos provenientes de otras categorías. Eso es lo que en cierta medida hace a los pacientes tan singulares, como al resto de seres humanos.

A modo de ilustración voy a mencionar los criterios de las psicopatologías del Grupo B:




Narcisista

(1) tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados)
(2) está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios
(3) cree que es «especial» y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status
(4) exige una admiración excesiva
(5) es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas
(6) es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas
(7) carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás
(8) frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él
(9) presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios

Antisocial:

1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer
3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro


4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros


Como se puede ver la potencial nueva psicopatología no es nueva sino que, al parecer su propulsor a mezclado los rasgos de otros desórdenes del grupo B y le ha dado un nuevo adjetivo acaso con fines de difusión masiva. Lo que quedaría claro es que el acentuado Utilitarismo y el efecto de la alta exposición de los medios de comunicación masiva de la sociedad actual tienen que ver con la supremacía de los desórdenes del grupo B. Bruce llama la atención sobre la presencia de narcisistas perversos en nuestra clase política, pero creo que tal afirmación es imprecisa. Basta caminar por las calles, leer las noticias o escuchar historias cercanas para darnos cuenta que narcisistas, limítrofes, histriónicos y antisociales están a la vuelta de la esquina en todas las clases sociales.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La Neo Inquisición



Existe un doble mensaje en la percepción de algunas personas con respecto a la literatura, sobre todo de quienes se espera un mayor y mejor nivel de lectura. Esta situación que a mi entender se ha mantenido soterrada, ha salido a la luz con un artículo publicado hace una semana en el diario El Comercio, “Vallejo, Ribeyro y Montaigne” firmado por Diego de la Torre, presidente del Pacto Mundial en el Perú.

El Pacto Mundial es una iniciativa creada por el sistema de las Naciones Unidas con la CONFIEP, es decir los representantes del empresariado nacional. La naturaleza del acuerdo consiste en un pacto ético que lleva a las empresas a respetar los derechos humanos, a tener buenas prácticas laborales – entre ellas no discriminar-, a proteger el medio ambiente y luchar contra toda forma de corrupción.

El sentido del artículo referido se orienta a deslizar la idea de que las obras de César Vallejo y la de Julio Ramón Ribeyro. Para ello se vale de un truco de redacción: primero los alaba y ensalza, pero, en una malintencionada vuelta de tuerca, los acusa de ser los causantes del inconsciente pesimismo colectivo desde hace décadas, tomando por ejemplo la frase de de Vallejo: “yo nací un día en que Dios estuvo enfermo” y, en el caso de Ribeyro le critica el haber sublimado a sus antihéroes de los cuentos “Alienación” o “Espumante en el sótano” y hacer del fracaso un estilo de vida a seguir. Para él, a nuestros niños “hay que decirles que han nacido un día en que Dios estaba contento y que el Perú es un país maravilloso”, una lógica acaso tomada de los Teletubbies.

Primer error, de la Torre hace una lectura literal, ignorando, olvidando u ocultando que un poema o un cuento tienen un sentido connotativo, que la literatura nace a partir de una mente creativa que interpreta muy a su manera una realidad fracturada o con carencias y que el escritor pretende hacer una crítica que permita a sus lectores darse cuenta de sus propias falencias o las de su entorno con acaso el fin ulterior de mejorar.

Segundo error, asumir que la lectura de vallejo y Ribeyro ha sido y es extendida en los niños y jóvenes. Ya quisiéramos que esto sea verdad pero la realidad se encarga de darle el portazo al autor del mencionado artículo.

Tercer error, parece que de la Torre no ha leído el ensayo XXI del Libro I de los Ensayos de Montaigne: “Los beneficios de unos son el perjuicio de otros” basado a su vez en Sobre los beneficios de Séneca. En este corto ensayo Montaigne se refiere a oficios humanos que nacen y prosperan a expensas de carencias o dificultades de otros, como por ejemplo los servicios funerarios, los guerreros que necesitan de las guerras, los granjeros de la necesidad de comer o los médicos de la existencia de enfermos. A partir de ello, Montaigne reflexiona que esta situación no se aleja de las leyes naturales donde la aparición y florecimiento de formas jóvenes en los seres vivientes ocurre a expensas de la degradación de los que fallecen.

En este caso de la Torre parece torcer a su manera la conclusión del ensayo XXI y le da una connotación de teoría económica, explicando con el llamado Dogma Montaigne la aparición de corrientes intelectuales y la explosión de cambios sociales significativos en la historia universal como la Revolución Francesa o la caída del Imperio de los Zares. Como si tales movimientos no fueran complejos y multifactoriales en sus orígenes.

Es con estas medias verdades y falacias que el representante de un pacto ético atribuye una carga negativa a la literatura. Dentro de este artículo hay un mensaje soterrado de censura y discriminación donde una literatura que nace de las entrañas de un artista, muchas veces a partir del padecimiento propio o colectivo y que desea denunciar las inequidades de la condición humana, debe de ser abolida, ocultada o sepultada bajo un alud de buenas noticias y caritas felices. Bajo ese punto de vista no hubiesen florecido Tolstoi, Shakespeare o Cervantes para mencionar a algunos de los más famosos. Diego de la Torre acaso sueña con un moderno Torquemada.

Y esta es una situación, la de la libertad de expresarse y la de lectura, que debe de defenderse con buenos argumentos y no con insultos. Ojala más peruanos puedan leer no sólo a los clásicos sino además a Vallejo, Arguedas, Vargas Llosa, Ribeyro, Palma, Eguren, Martín Adán, Juan de Arona, Valdelomar, Manuel Atanasio Fuentes para entender el valor y el legado de la peruanidad y construir mejores ciudadanos y por consiguiente una mejor sociedad.

Claro que la literatura no es suficiente, pero es un buen comienzo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Spleen



En estos días me siento como el curador de un museo. Dos veces por semana tengo como tarea presentar casos clínicos de enfermedades tropicales. Para tal fin, los días previos doy un par de vueltas por los servicios del hospital entrevistando pacientes, revisando historias clínicas, averiguando sobre sus constantes de laboratorio y recuperando parte de sus tejidos corporales o un órgano completo en el gabinete de Patología para luego mostrarlo a los alumnos.



En el camino, me entero de historias personales, pequeñas voces que se pierden entre los miles de historias que se tejen a diario en los pabellones y consultorios del hospital. Como por ejemplo el caso de un anciano que fue esplenectomizado por una laceración del bazo, un joven con una meningitis viral o una joven que desde Madre de Dios llega por una tuberculosis peritoneal. En dos de tres casos los pacientes dan muy poca información y he de recurrir a pequeñas pistas que deja toda enfermedad en el cuerpo. Pequeñas señales que permiten reconstruir los hechos y explicar la naturaleza del daño. Como el caso del anciano, con un Parkinson pronunciado y casi viviendo desapercibido por su entorno familiar. Sin huellas de golpe externo que expliquen la laceración del bazo, pudo sufrir un amago de caída, común en el Parkinson, y la desaceleración haber provocado una avulsión de los ligamentos del bazo hasta lacerarlo. En este caso a mi me llamaron porque el anciano presentaba un derrame en la pleura del mismo lado y el equipo a cargo del paciente pensaba que esto se debía a una neumonía.



En los últimos años cuando estoy frente a un caso de éstos, antes de dar una opinión me quedo mirando en silencio el cuerpo del paciente y mentalmente me pregunto como es la vida del paciente, que pensará de nosotros y la necesidad que tiene no solo de que lo curen sino que respondan a sus preguntas. Asimismo, por mi cabeza pasan decenas de explicaciones y diagramas mentales. Esta vez hice lo mismo y debido a que el anciano no me prestaba atención ni podía conversar conmigo comencé a explorar su mirada, a averiguar si en sus muecas se reflejaba un gran sufrimiento o si su respiración delataba una crisis pulmonar. Para bien, las señales fueron positivas y no encontré evidencias de neumonía. Luego de averiguar con un cirujano sobre la topografía del bazo y sus referencias anatómicas concluí que el líquido pleural era producto del trauma ocurrido por una desaceleración corporal, que a su vez era consecuencia de una caída fallida. Algo así como una frenada intempestiva.



Dejé mis notas en la historia, dí mis explicaciones al Interno y remarqué mis sugerencias para el manejo del paciente. Prometí volver al día siguiente. Salí de la sala de cirugía en dirección de la biblioteca en busca de un libro de Cirugía.



Entre textos y diagramas del tratado de Cirugía resolví mis dudas y encontré con satisfacción que mis respuestas al problema eran las correctas, allí estaban los criterios clínicos y los grados de severidad del trauma. En mi cuaderno de casos raros anoté los datos clínicos del paciente y esbocé unos dibujos que mejoraré cuando tenga más tiempo. A veces me pongo a pensar que esta nueva manía adquirida de hacer notas y dibujos acaso no sorprenderá a varios y si no se preguntarán acerca de este médico medio loco que hace trazos extraños en un cuaderno de hojas blancas.



La verdad no me importa mucho lo que piense el resto. Lo que si me importó fue regresar al día siguiente y ver al anciano postrado en su cama con ese tremor sin fin y rostro inexpresivo propios del Parkinson, como si todo el ruido y ajetreo del mundo exterior no existieran para él.



Para mi ya estaba fuera de peligro y su recuperación era cuestión de tiempo aunque él no se diera cuenta de ello.