jueves, 18 de febrero de 2010

Sensei no Kaban


Fuente: Manga News

Se oscurece el mar.

Las voces de los patos,

son vagamente blancas
Basho


Por alguna razón los traductores o los editores en castellano colocan títulos a las obras que por vendedores hacen que la obra pierda el significado original del autor. El caso más patético se ve en el cine, donde algunas películas quedan sepultadas bajo un nombre infame.

Sensei no Kaban, es el título original de la novela de Hiromi Kawakami llamada en castellano como El Cielo es Azul, La Tierra Blanca Una Historia de Amor (Acantilado, 2009). Consulté con un amigo japonés sobre el significado del título: me confirmó lo de sensei, que es maestro, pero me sorprendió acerca de kaban, que no solamente significa maleta, como se mencionó en otras reseñas del libro, sino que da la idea de todo contenedor de objetos personales. Tal aclaración me hizo pensar en la riqueza semántica de ciertas palabras en determinado idioma y como presentan una gran dificultad durante la traducción. Caso parecido es el de la novela Der Vorleser de Bernhard Schlink, traducida como El lector pero que significa en realidad: El que lee en voz alta.




La lectura de esta novela me transportó a un jardín de cerezos a recrear la historia de amor entre una joven y su antiguo maestro para mostrarnos los imbricados caminos del enamoramiento.





Oficialmente se llamaba profesor Harutsuna Matsumoto, pero yo lo llamaba "maestro". Ni "profesor ni "señor". Simplemente, maestro. Me había dado clases de japonés en el instituto. Puesto que no fue mi tutor ni me entusiasmaban sus clases, no conservaba ningún recuerdo significativo suyo. No había vuelto desde que me gradué.



La historia, narrada en primera persona por la protagonista, Tsukiko Omachi, se inicia con el reencuentro en una taberna de el ex profesor y la ex alumna, dos adultos solitarios. A medida que pasan los minutos ella descubre, y acaso también él, que tienen los mismos gustos. Desde entonces se suceden encuentros que perfilan la personalidad de los personajes. Él una persona mayor, rígido en sus costumbres, con un permanente aire didáctico, que en casa adorna su soledad con decenas de artilugios. Tiene la clara intención de abrigar su presente con el remanente del pasado. Un ejemplo de ello es la memorable escena de las pilas oxidadas, cada una lleva una leyenda pegada que denota la función que desempeñaron mientras eran útiles: en una calculadora Casio, en una linterna durante el tifón de la bahía de Ise, en una radio, etc. Para el Maestro, los recuerdos se cosifican y adquieren vida propia mas allá de su propio presente, pero existe uno, tan grande como el mar, tan encrespado como sus olas, que está activo y golpeando su monolítica soledad.




Tsukiko, en cambio, una distraída alumna de japonés en su momento, hoy es treintañera, soltera y solitaria. bebe sola, se emborracha sola, se divierte sola. Vive para trabajar y hace un tiempo ha dejado los viajes internacionales con las amigas, acaso por agotamiento o porque todas ellas hicieron sus propias vidas. Entonces, la vida de Tsukiko adquiere el anodino tono del presente: trabajar, comer, beber, dormir. Entre esos momentos le quedan espacios de introspección acompañada de la melancolía del crepúsculo.




Encuentro tras encuentro, no necesariamente diario ni siquiera semanal, en una taberna y acompañados de botellas de sake y platos en base al sillao ambos atraviesan las barreras que franquean sus vidas, que como papel de arroz se abren blandas, y muestran sentimientos escondidos y rotulados, recuerdos anotados como las pilas oxidadas del Maestro Matsumoto. Él, propina coscorrones conceptuales a Tsukiko con la intención de enseñarle algo más que lecciones olvidadas del instituto: el reconocimiento de variedades de setas, el significado del karma o las interpretaciones de los haikus. El Maestro le está enseñando los abismos y las cumbres de la vida utilizando como ejemplo la suya propia. En ese andar, de mostrarse como realmente es, va liberando poco a poco sus ataduras hasta enamorarse de Tsukiko.










Las olas susurran.

La carne de pulpo

tiene un tono rosado


Entre las tabernas y los paseos, entre la playa y la estación lluviosa, entre el sake caliente y las comidas exóticas, se va construyendo el vínculo entre ambos, y como dijo el Maestro la carne transparente del pulpo al cocerse se vuelve blanca, pero justo antes de eso adquiere un tono rosado, metáfora del instante de la epifanía del amor. La revelación ocurre durante una tormenta, donde no se conoce si el miedo de Tsukiko se debe a los truenos y relámpagos o la revelación abierta de su amor y un abrazo es capaz de calmarlo todo.

Para llegar a este punto se han tenido que sortear varias pruebas, el acoso de un amigo de Tsukiko, la atracción del Maestro por una atractiva colega, su diferencia de edades, pero sobre todo la cicatriz del duelo no resuelto del Maestro, abandonado por su mujer a causa de un amante, y al alejamiento de éste, por el consuelo de nuevos amantes, por ese amor que persistió a pesar del engaño y la muerte.


Pero cuando se oscurece aquel mar de la vida, las voces blancas de un sincero amor pueden cerrar definitivamente las heridas y se está listo para empezar de nuevo: a querer, a vivir, a reencarnarse en el ser amado.

Pero Tsukiko quiere poner una prueba mas, se aleja para vislumbrar la fuerza de su amor, si es débil se marchitará como le decía su abuela, por eso esquiva los encuentros con el Maestro, porque ella es así, un poco cabeza dura, reservada e insegura, a pesar de la imagen que proyecta, muy propia de su universo femenino, hecho de cosas no dichas, de detalles y de sentimientos escondidos a la percepción masculina. Sin embargo, el tiempo que conserva el amor sincero según la abuela de Tsukiko, logra que la pareja se reuna, esta vez despejando los temores de ambos, a empezar una nueva relación y a la cercanía de la muerte.

La novela es una historia de amor cantada desde el título y desde el inicio, edulcorada por moementos pero conmovedora. Un profesor otoñal y retirado con una joven aún llena de dudas, son unidos por el amor, vínculo tibio, placenteero y raspaso, como el sake caliente que toman en las tabernas, que más allá de la muerte se convierte en un legado, como todo el contenido y el vacío que permanece en el maletín del Maestro.
He recorrido un largo camino,
el frio penetra mi ropa gastada.
esta tarde el cielo está despejado
¡cómo me duele el corazón!

miércoles, 3 de febrero de 2010

Cul de Sac


Escribo en una noche de luna llena.

Escudriñar el cielo para descubrir las proteicas formas de las nubes, para explorar la simetría estelar y establecer coordenadas celestiales, puntos de referencia de nuestra vida en la tierra. Es lo que hacen algunos nerds mientras no estudian,

El Fondo del Cielo, la última novela de Rodrigo Fresán trata sobre aquellos nerds que miran el cielo y para suplir las carencias de los vínculos sociales. El futuro y la ciencia son para ellos una fantasía que les permite seguir viviendo pero están muy anclados al pasado como para levantar vuelo. El Fondo del Cielo está narrada desde distintas dimensiones, tanto literarias como argumentales. Como dice su autor es una novela con ciencia ficción y no de ciencia ficción. Una novela pop con cientos de referencias y guiños a la cultura del siglo XX, salvo una alusión al pasado remoto y eterno de la Divina Comedia de Dante.

La novela posee diversas trayectorias, una lineal y otras elípticas. Comencemos por la lineal: la historia de los Lejanos, pequeños freak, con alguna limitación física o mental para encajar dentro del promedio. Isaac Goldman, hijo de un rabino desquiciado y suicida que queda desamparado, y Ezra Leventhal, usuario de dispositivos ortopédicos que solo rehabilitan una anomalía en ambas piernas, hijo de una familia de comerciantes que adopta a Isaac. Parias infantiles unidos por la ciencia ficción. “Para Ezra, la ciencia ficción era un arma. Para mí, un escudo”, dice Isaac en una introducción de su vida. Incapaces de mayores vuelos sociales aterrizan en los engranajes del mimeógrafo para expresar sus fantasías sobre un futuro febril y atípico. Lanzan la revista Planet, punto de partida de la formación de Los Lejanos, grupo de a dos y equidistante de todas las corrientes futuristas.


Si el pasado es un país extranjero, entonces el futuro es una estrella lejana. Y por entonces, éramos tantos los que queríamos alcanzarla y clavarle la bandera de nuestro nombre.

Como R2D2 y C3PO, los Lejanos viajan estelarmente con sus relatos. En su camino, adoptan a Jefferson Franklyn Washington Darlingskill, hijo único del dueño de una tienda por departamentos, inútil en talentos y pobre en empatías, también un paria pero deseoso de insertarse en la sociedad. La adopción es por conveniencia, es el niño con dinero que provee de comics, libros y entradas al cine. A cambio, Los Lejanos lo aceptarán como tercer miembro y no revelarán su condición de rico. El otro motivo es que JFW es sobrino de Phineas Darlingskill, un oscuro escritor de culto, a quien van a conocer en su lecho de agonía. Allí conocen a Ella, una joven tan linda como rara y ajena al común de las freaks de ciencia ficción. Y allí ocurre la primera explosión, los Lejanos se enamoran de Ella y el amor es correspondido pero para los dos. Ella, de la que no conocemos su nombre, se convierte para los Lejanos en su centro de gravedad, en el Monolito que cambia sus vidas como el tótem de granito de la película 2001 Odisea del Espacio, uno de los íconos recurrentes en la novela.

Sin embargo, hasta las galaxias más grandes llegan a su fin. Ella es abducida por una fuerza inexplicable para los Lejanos y desaparecerá de sus vidas. Para despedirse y consolidar su amor, Isaac y Ezra una fría tarde forman una gigante bola de nieve frente a la casa de Ella, crean un planeta helado y un ejército de hombres de nieve como símbolo de la utopía de este triangulo amoroso. De ese amor imposible quedan los recuerdos y una gastada foto, con unos adustos Lejanos y con Ella sonriendo a la cámara. A partir de entonces este Bing Bang humano dispersa a los Lejanos y a Ella. Isaac se convierte con el tiempo un escritor de ciencia ficción, alimentador de tramas para series tipo Star Trek o películas que ofrecen un guiño a Blade Runner, y vivirá como albacea literario de un viejo escritor de ciencia ficción, Wilbur Zack (Philip K Dick?), envejeciendo con el recuerdo de los Lejanos y de Ella. Ezra, al poco tiempo de la ruptura, se convierte en un científico de los servicios secretos que crea la bomba atómica y pergeña otros avances destructivos tomando como base un documento hecho en su adolescencia Manual de Instrucciones de Destrucción Planetaria firmado como Arcano Rex de la Vía Láctea, mantiene una comunicación distante y esporádica con Isaac hasta el encuentro final un encuentro final el 11 de Setiembre del 2001, en una de las Torres Gemelas, una transmisión borrosa en el instante que uno de los aviones impacta una de las torres.

Flotando como una estación espacial abandonada queda un testamento literario, la novela Evasión, de autoría incierta.

Tal vez por ser lanzada desde Mullholland Drive y no de Cabo Cañaveral, El Fondo del Cielo alcanza otras órbitas de vuelo, los capítulos restantes giran a modo de momentos, relatos y visiones desde los otros personajes, incluso una transmisión interestelar desde Urkh 24, de Aquel-Lugar-Donde-Se-Dejan-Oír-Las-melodías-Más-Desconsoladas. El tiempo absoluto que conocemos en la Tierra no es conocido en esta segunda lectura, no existe como tal, se contrae y expande para mostrarnos diferentes vistas de un pasado que no sabemos si ocurrió realmente o existió en la visión de los personajes.


Y, llegado este punto, siempre me encantó esa costumbre tan humana, tan primitiva, tan infantil, de preguntarse “¿qué hora es? O “¿en qué día estamos?”. Y enseguida responderse con las más absurdas abstracciones. Con números.
Y sentirse tan satisfechos

Y es que viajando a la velocidad de la luz, el tiempo varía según el observador y el presente puede hacerse futuro, el pasado presente o todo puede haber ocurrido en un instante. Al final nuestra historia es sólo un parpadeo del universo. Un Ping Nang que todo lo expande, arrasando con los acontecimientos y los recuerdos. Por eso es posible conocer al último habitante de UK 24, transmitiendo sus últimos instantes y frustraciones por no haber pisado la Tierra a pesar de habernos observado desde nuestros inicios. No sabremos si esta agonía ocurre en tiempo real o lo que estamos observando actualmente ocurrió hace ya varios años. Paradojas de la relatividad del tiempo y el espacio.


El tiempo es-todo el tiempo- todos los tiempos al mismo tiempo

Como corolario, quedan las revelaciones de Ella, colores interestelares puestos en una paleta, como en el cuadro de Roto, Yellow and Blue on Orange. Ella que terminó en otra historia, sacrificando su utopía amorosa con los Lejanos y aplacando la venganza de Jeff contra la humanidad casándose con él para evitar el fin del mundo y al mismo tiempo aplacando la ansiedad de sus padres al casarse con un joven millonario. Ella, que cumplió su destino estelar, acaso obedeciendo los designios del último habitante de Urkh 24. Ella, la chica rara, la del estado en trance, de sueños vívidos, la que mezcla colores en su mente y que escucha voces, la que recibe continuos electroshocks decide abducirse del mundo. Ella, la autora de Evasión que desde su espacio mantiene contacto con Isaac y Ezra en el recuerdo, el eterno y efímero recuerdo de su planeta helado.

Y es que El Fondo del Cielo, trata sobre eso: El Amor que nunca despega como las naves de Urkh 24, el Amor que viaja por todos los tiempos y, de los recuerdos de tres planetas (Ella, Isaac, Ezra) que fueron sacados de su órbita y viajan por el espacio como estrellas divagantes desde el Bing Bang hasta el fin del mundo en 7,590 millones de años. Y entre ambos, las transmisiones de sus recuerdos, saltando como partículas elementales, rebotando de una antena a otra al infinito, al fondo estelar. No es gratuito acaso que una de las canciones de la novela sea All You Need is Love de The Beatles, utilizada para la primera transmisión vía satélite en la historia.

Al escudriñar entonces allá arriba, en el fondo del cielo, es que buscamos en ese fondo de saco etéreo el sedimento de nuestras más íntimas emociones y recuerdos.

El Silencio Narrativo

En la vida existen espacios en blanco. Lagunas mentales que ahogan nuestros recuerdos o diálogos no realizados. El silencio coloquial puede ser cómplice, amistoso o perjudicial. Los seres humanos hemos creado una serie de códigos para entendernos, una función cerebral considerada superior: el lenguaje.
Pero algunas veces podemos perder esa capacidad de expresarnos, esa involuntaria pérdida es llamada Afasia.

Invisible, es además de lo mencionado anteriormente, una novela sobre la incapacidad de expresar de su protagonista, es una afasia, es lo que callamos. Por eso, una de las protagonistas no en vano es una logopeda, es decir una terapista de lenguaje. La novela discurre entre situaciones que se callan, que se piensan pero que no se expresan, intenciones soterradas. La venganza de Walker, las actividades de Born, el amor de Cecile, los afectos no correspondidos.

La Afasia no es una función unilateral pues depende de la integración de varias regiones cerebrales y una persona que ha dañado parte o la totalidad de los circuitos puede presentar distintas variedades de afasia:

  1. Afasia de Broca, el déficit primario es en la expresión, ya que se conserva la capacidad de comprender lo que se escucha. La persona afectada es incapaz del lenguaje verbal y a veces del escrito a pesar de que comprende el mensaje que recibe, por ello sufre de una gran frustración. en sus formas más leves el lenguaje está restringido a 10 estereotipos verbales por minuto en lugar de los 100 normales.
  2. Afasia de Wernicke, comprende dos elementos: una incomprensión casi total del lenguaje que escucha o el que lee y una expresión pero una expresión que a pesar de parecer fluida y articulada es inconexa e incomprensible con el estímulo, a esto se denomina parafasia, es decir hablar cosas que no viene al caso con la conversación. Al no entender nada, la persona no se da cuenta de su desorden.
  3. Afasia Global, debido a una destrucción de las dos áreas anteriores en la cual el paciente entra en un mutismo generalizado, ni entiende ni se expresa.
  4. Afasia de Conducción, es un trastorno donde hay una ruptura entre la conexión auditiva y motora (expresiva) del lenguaje, en la cual el paciente habla palabras inconexas y sin significado. existe una comprensión mínima del lenguaje escuchado y una repetición de la misma palabra, una especie de aliteración fonética.

Walker calla lo que ve y lo que siente o lo expresa a través de otras voces, es un afásico social, que puede haber lanzado algunas ideas inconexas sobre lo que vivió o pensó que vivía. Sus historias en segunda o tercera persona acaso sean distorsiones de una realidad que entendió mal o recordó difusamente. Los demás personajes, como en el gran teatro del mundo que es la vida, también viven sus pequeñas afasias, nuestros pequeños silencios cotidianos.

Ya que lenguaje y memoria son funciones superiores, los circuitos se intercambian, se funden o se separan. Una esencia de la ficción narrativa, el creernos y vivir de nuestras mentiras literarias.

Una afasia narrativa y selectiva.