Llegaré?
jueves, 20 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
Padre e Hija
En
el cine estadounidense es notable el uso del baseball como telón de fondo de sus historias, algo que no he visto
en esta parte de Sudamérica con el fútbol.
Un
ejemplo reciente fue Moneyball, la
historia de un entrenador que juega a perdedor en su vida mientras lleva a su
equipo a las grandes definiciones luego de darse cuenta del valor de las
relaciones humanas así como con la ayuda de su joven asistente, un freak de las estadísticas deportivas,
El
mas reciente ejemplo de baseball en
el cine es Trouble with the Curve. La
historia de Gus Lobel, el cazatalentos del Atlanta
Braves-interpretado por un invernal Clint Eastwood- cuando ya la modernidad
se arropa de las estadísticas de rendimiento y las contrataciones se deciden a
través de la pantalla de un computador.
Gus
decide continuar de la única manera que aprendió, usando la observación, sus
sentidos y la perspicaz exploración de las cualidades humanas. Por ello visita
las ligas menores en busca de algún joven deportista que llene sus expectativas
para recomendar su contratación.
Sin
embargo, Gus no cuenta con dos problemas fundamentales, la modernidad lo ha
convertido en obsoleto –con la presión un tanto cretina de los que vienen
detrás- y el inexorable avance de los años comienza a dañar sus sentidos: una
degeneración macular de la retina le impide una adecuada visión y las fallas
propias de la coordinación espacial en el envejecimiento dificultan el conducir
un auto. Sin saberlo, este viaje se convierte para Gus en su última oportunidad
laboral.
Su
gran amigo y miembro del directorio, Pete Klein, lo apoya ante los directivos del club, pero al
ver el hándicap físico de Gus, pide a la hija de éste, Mickey (llamada así en
honor a un jugador de baseball), que
acompañe a su padre. Mickey, quien a su vez pasa por un complicado trance profesional,
deja por unos días el estudio de abogados donde trabaja un caso cuya resolución
favorable le permitirá el ascenso.
Pero
Gus y Mickey llevan una relación que es hostil en lo superficial ya que debajo
de ese cascarón hay un mundo de cosas no dichas que pugnan por salir a la
superficie. Mickey, es dejada de niña en casa de sus tíos poco tiempo después de
la muerte de su madre. Gus decide vivir solo aunque tenga que lidiar
pesadamente con tales ausencias. Los reproches son mutuos, uno que no entiende
ni acepta que su hija ya no es una niña y por otro, el de una hija que no
entiende la razón del abandono y no tolera el carácter áspero de Gus. Sin embargo, el baseball los une más allá de
lo que piensan. Gus mantiene su rol de padre al intentar proteger a su hija y
enseñarle lo que sabe: a distinguir en una postura de los brazos, en el sonido
de una bola lanzada o en el movimiento corporal las virtudes de un talento y
Mickey no solo es una alumna aplicada sino una hija que aprendió el baseball como un acto de amor y homenaje
al padre distante. Mickey ahora se convierte en los ojos y protección de Gus,
invirtiendo los roles. Es cuando ocurre la crisis es que caen las máscaras y la
verdad entre ambos aflora ruda y tierna al mismo tiempo, cuando padre e hija
retoman el punto que dejaron inconcluso.
Por
otro lado, Gus demuestra que los viejos métodos siguen vigentes, que los
números son importantes pero nada reemplaza el arte de la observación y que la
experiencia de los años va afilando la perspicacia en forma lenta pero segura.
Que los ahora llamados multitask se
van a quedar solo en la superficie de lo evidente si no toman en cuenta el
valor de la observación paciente y con sentido, y que para trascender en una
decisión es importante tomar en cuenta las distintas expresiones de la
dimensión humana
Curvas
de la Vida (o Golpe de Efecto como se tradujo en España) utiliza el mundo del baseball para ofrecernos varias
dimensiones de la vida: el difícil reencuentro padre hija, el avance
incontenible de las nuevas tecnologías deshumanizantes, la frustración de no
lograr los proyectos de vida, el irremplazable valor de la observación calmada
y sistemática y la esperanza de una recompensa cuando hacemos las cosas con
honestidad creyendo en nuestros instintos y principios.
Aparte
de algunos pecadillos veniales en el guión y algunas situaciones predecibles en
las historias secundarias (como el romance de Mickey con Johnny Flanagan, un
talento del baseball que truncó su
carrera por la ambición del sistema) muestra un Eastwood actor como en sus
mejores películas: un rudo de nobles sentimientos y valores.
viernes, 7 de diciembre de 2012
Cuando los mundos paralelos colisionan
Fuente: Planeta
“Las cosas son
como la gente de arriba dicen que son...Hay que pensar que es así...por el bien
de todos”
reflexiona uno de los personajes de la última novela de Alonso Cueto, Cuerpos
Secretos, ante el designio inamovible de transfigurar la verdad por la
ciega y absoluta decisión de la dinámica social.
Una
dinámica, la de los compartimientos estancos y las cosas predestinadas, que es
adquirida al nacer en determinado círculo social. Somos colocados por el
destino en mundos paralelos que no pueden ser trasgredidos sin recibir un
castigo. Los personajes principales de Cuerpos Secretos: Lourdes, una dama
adinerada e infeliz esposa atrapada en una trama de apariencias; y, Renzo, un
joven profesor de matemáticas que intenta escapar de la pobreza con el trabajo
constante. Ambos tienen una gran carencia de afecto que los obliga a refugiarse
en la rutina hasta que la casualidad los junta. Un apurado desencadenamiento de
hechos fortuitos hace que el
deslumbramiento de Renzo y la vulnerabilidad emocional de Lourdes generen el
desarrollo de una relación sentimental.
Cuerpos Secretos trabaja la idea
de dos mundos paralelos: Uno, el dominante, con estrictas normas sociales pero donde
algunos de sus miembros infringen normas morales que se ocultan en un manto de
hipocresía, los que sufren esta situación no les queda más que dos alternativas
o caen en el nihilismo o en la frustración crónica. Dos, con menores normas
restrictivas, sus habitantes se orientan al trabajo como fuente de superación
social, si bien no está exento de problemas éstos pueden discutirse sin
remordimientos. Ambos mundos se miran con desconfianza e interactúan por un
beneficio propio pero sin posibilidad de empatía mutua.
Lourdes
y Renzo no solo comparten sus estados de vulnerabilidad sino además una fuerte
dependencia afectiva con el padre ausente, en ella, las culpas paternas
marcaron su compromiso de vida a largo plazo; en él, existe una gran
responsabilidad por concretar un legado. Esta lejana figura funciona como
derrotero para ambos personajes. Por contraposición, los personajes femeninos
lucen fuertes y seguros de sí.
La
novela trabaja el conflicto a partir de la relación sentimental entre actores
sociales dispares como Lourdes y Renzo, cuyos encuentros furtivos no son ajenos
a sus propios entornos. Por un lado, Vanessa, la ex novia de Renzo y, Milos, el
eterno pretendiente de Lourdes no funcionan como observadores sino además
realizan acciones que modifican el devenir de aquel limbo en que se ha
refugiado la pareja. Pepe, el esposo de Lourdes, es el detonante de las crisis,
a veces desencajado, a veces ligeramente grotesco.
Cuerpos
Secretos es una historia sentimental que deviene en policial. Acaso una salida
traumática era la manera mas apropiada para resolver un conflicto que comenzaba
a enredar a sus protagonistas, ya que los personajes de ambos mundos comienzan
a entrecruzarse y entablar dilemas sin solución aparente. Una crisis quiebra
temporalmente la relación afectiva y que puede leerse como castigo a la
trasgresión de las normas sociales, el amor que atraviesa las diferencias de
clase, raza y edad. En ese momento la relación entre Lourdes y Renzo pasa a un
segundo plano y es desplazada por las tareas de pesquisa de dos agentes
policiales con un profundo y práctico sentido de la vida y cuyos diálogos
oxigenan el ambiente taciturno de los acontecimientos.
En
la segunda parte de la novela los personajes secundarios sostienen la trama y
de rato en rato revelan las acciones de Lourdes y Renzo, alejados de la ciudad
y sus propias vidas. Los protagonistas se separan geográficamente mientras el
tiempo realiza su trabajo reparador repitiendo los ciclos de muerte y
nacimiento. El Coronel Piña y su asistente, Gerardo, el medio hermano de
Lourdes y Milos, el amigo común de la pareja de esposos, se encargan de limpiar
y empañar consecutivamente las pistas de un evento traumático.
Cuerpos secretos es además una
novela topográfica que permite, a quien conoce Lima y el Cusco, el reconstruir
los viajes físicos de los personajes, como calles y plazas. Revela además las
influencias literarias del autor, que colorea los ambientes, dotándolos de una
perspectiva casi fotográfica y haciendo que sus personajes reflexionen ampliamente
sobre sus aspiraciones y sentimientos, así como la impronta que ha dejado el
pasado sobre sus destinos.
La
bondad y la maldad deberían estar igualmente repartidas. Sin embargo en algunas
personas el tinte esta más cargado de un lado. “Mi papá también era un maestro. Es una profesión para la que hace
falta ser una buena persona. A lo mejor para ser físico o un buen matemático no
es necesario ser una buena persona, pero en algunas profesiones sí; la
enseñanza por ejemplo, o la medicina”
Para
Cuerpos
Secretos esto podría ser una cuestión de cuanto amor se ha recibido en
la vida.
martes, 4 de diciembre de 2012
Ratón de Librería
Fue
el primer libro regalado a solicitud expresa. Aún lo conservo. En medio de
todas las cosas frente a mi vista, estaba aquel libro, reluciendo en el estante de una pequeña librería del Jirón de la Unión. Yo, caminando
en medio de mis padres, quedé impresionado por la carátula, a una edad donde sentía una pasión por el cosmos y los
viajes espaciales eran noticia de cada día. El libro: De la Tierra a la Luna de
Julio Verne y lo primero que me percaté fue
que no había figuritas. Igual pedí que me lo compraran. De regreso a casa,
embelesado con el interior del libro disfrutaba de una marcha interminable de
letras en cientos de páginas. Los capítulos avanzaban y de lo profundo de la
lectura aparecieron las figuritas, que se formaban en mi mente. Una explosión.
Una bala de cañón que podría impactar aquella lejana bola blanca, aquella bola
con forma de queso gruyere que imaginaba infantilmente como la luna.
Desde
entonces, fui gratificado con más libros hasta los días en que pude comprarlos
por mi cuenta. De todas las librerías que recuerdo una se ha quedado muy
grabada, era el último tramo de los
paseos de viernes por la noche por el Jirón de la Unión, una veza pasados el
Club Nacional y una estación de radio aparecía la librería Época, en el jirón
Belén. Tenía tres grandes puertas, el tercer ambiente de la librería albergaba estantes de pared a pared y de suelo
al techo. Centenares de libros y la colección más grande de revistas que podía
conocer hasta entonces. Un señor sentado en un rincón, con el gesto adusto siempre
callado custodiaba la caja registradora. Pagabas, el sonido de las teclas, un sonido
como de campanilla, una bandeja que se disparaba horizontalmente y de donde
sacaban tu vuelto.
Seguí
visitando la librería, que como la tienda de discos Boza, se convirtieron años
después en mis lugares de peregrinaje adolescente hasta que la tranquilidad y
el glamour del Centro de Lima se fueron extinguiendo y el camino se hizo intransitable. En aquellas visitas
volvía a revisar los estantes y a hojear las revistas internacionales, que me
servían como puerta de acceso a un mundo que era difícil conocer por las
restricciones de entonces, otras tantas veces las revistas me sirvieron también
como fuente de referencia para las incipientes discusiones políticas en los
cursos de sociología en la Facultad.
Mis
años universitarios rememoran también la gigantesca librería Studium de la
Plaza Francia, allí me refugiaba a veces en los intervalos meridianos de las clases
que tenía en uno de los hospitales cercanos. Studium mantenía una extensa
colección de libros técnicos y no pocas veces veía algunos de mis profesores
revisando los estantes y comprando pilas de libros.
Desde
entonces he visitado decenas de librerías y puestos de diarios en busca de
entretenimiento, para oxigenar mis excluyentes estudios de medicina. Ha caminado
por el Virrey de la calle Dasso, con sus interminables filas de libros y
autores, con la presencia del señor Sanseviero y sus partidas de ajedrez; por La
Casa Verde de la cuadra 10 de Larco, la primera librería que usó sensores
electrónicos para los libros; por los
cachineros del jirón Pachitea con el surtido de libros viejos; por la estación de diarios del Sheraton con
los últimos diarios y revistas del mundo; por un estrecho pasillo de la cuadra 1 de
Larco con un surtido de los más recientes números de Time, Newsweek y Rolling Stone. Luego Época se mudó al Ovalo Gutierrez pero ya no veía al señor de la caja y algo de
su encanto original se fue desvaneciendo.
Ni
que decir de aquellas librerías que descubrí fuera del país, de varios pisos y
secciones como en tienda de departamentos, algunas con servicio de café (o té) y
muffins donde me pasaba horas perdido
entre los estantes, las secciones de ficción y no ficción, historia, filosofía
o ciencia. Paradójicamente nunca me compré un libro de medicina en tales
librerías para eso estaban los bookstores
de hospitales y universidades. Con el tiempo aprendí a llevar una libreta y
tomaba apuntes de aquellos libros que no compraría, pero que eran muy buenos,
ya que ni la bolsa de viaje ni la maleta aguantaban tanto. Visitar las
librerías se convirtió entonces en parte del viaje, hasta llegué a establecer
mi record personal de permanencia, cinco horas.
Con
los años el centro de gravedad se ha repartido en librerías, campos feriales e
incluso compra por internet o a través de amigos. Literalmente los libros llegan
por aire, mar o tierra. No tengo escapatoria.
Entrar
a una librería, era y es hasta hoy, como atravesar un espejo y descubrir un
mundo paralelo, el de las ficciones que me hacen soñar despierto y que me
aíslan por completo de la complejidad y tedio de las responsabilidades que
fueron creciendo en todos estos años.
Leer
un libro es para mí, entre tantas otras cosas, el renovar cada día el
compromiso de vivir. Y volver como aquella primera vez a quedarme embelesado
frente a un estante de libros como si fueran lo único que importara. Total,
soñar no cuesta nada.
lunes, 3 de diciembre de 2012
Más lecturas
De cómo los recuerdos de una ciudad, el gusto por un buen escitor y una bellísima presentación hicieron que compre este libro. Una crónica personal de viajes por la Ciudad Eterna, vista a través del prisma de los años y, por supuesto, los ojos de un escritor.
La lectura de Vacaciones en Roma de Henry James (Abada Editores, 2012) nos muestra la siempre interesante diferencia entre ser un viajero y un simple turista.
Dice la contratapa:
VACACIONES EN ROMA contiene las evocadoras y personalísimas impresiones de la Ciudad Eterna que recogió Henry James durante más de treinta años. Las imágenes se suceden del bullicioso Carnaval al solitario Foro, de la Roma papal al Risorgimento, del abarrotado Corso a las solitarias iglesias, de los paseos a caballo a las excursiones en automóvil por la Campaña, de la Villa Borghese a la Villa Medici, o del Palazzo Barberini al Odescalchi.
Arriverdeci...
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