miércoles, 17 de noviembre de 2010

Enfermedades Paralelas


Cuando las ganas de vivir se van amortiguando por los golpes del destino y los ciclos de la vida los van dejando solos, el coronel y a su esposa comparten no solo sus afectos, la costumbre de estar juntos sino viven además a contrapunto de sus enfermedades. En este caso, el coronel con una diarrea crónica que se agudiza en otoño y su esposa con un asma persistente.

Ya que dentro de una vida en la que todos los días se viven iguales: levantarse, desayunar, vestirse y las campanadas de la iglesia a la misma hora, solo hay dos cosas que pueden cambiar: el clima y el curso de las enfermedades.



El coronel se sintió mal en el cementerio. Cuando don Sabas lo empujó hacia la pared para dar paso a los hombres que transportaban al muerto, volvió su cara
sonriente hacia él, pero se encontró con un rostro duro.

-Qué le pasa, compadre -preguntó.

El coronel suspiró.

-Es octubre, compadre

Regresaron por la misma calle. Había escampado. El cielo se hizo profundo, de un azul intenso. «Ya no llueve más», pensó el coronel, y se sintió mejor, pero continuó absorto. Don Sabas lo interrumpió.

-Compadre, hágase ver del médico.

-No estoy enfermo -dijo el coronel-. Lo que pasa es que en octubre siento como si tuviera animales en las tripas.



La casa queda en un espacio rural, una sala amoblada y amplia, un dormitorio -demasiado estrecho para la respiración de una asmática.-, un jardín y un silo. Dentro de ella la tensión es constante y los roles bien definidos, la mujer cocina cuando hay con qué, zurce y remienda las mil vueltas de una ropa venida a menos, la que plancha si no esta devastada por el asma. El coronel se encarga de las visitas sociales, de recoger el correo que nunca llega y de explorar la posibilidad de llevar dinero a casa, pero con parsimonia, como pidiendo permiso a cada habitante del lugar.




Llovió después de la medianoche. El coronel concilió el sueño pero despertó un momento después alarmado por sus intestinos. Descubrió una gotera en algún lugar de la casa. Envuelto en una manta de lana hasta la cabeza trató de localizar la gotera en la oscuridad. Un hilo de sudor helado resbaló por su columna vertebral. Tenía fiebre. Se sintió flotando en círculos concéntricos dentro de un estanque de gelatina.

Amaneció estragado. Al segundo toque para misa saltó de la hamaca y se instaló en una realidad turbia alborotada por el canto del gallo. Su cabeza giraba todavía en círculos concéntricos. Sintió náuseas. Salió al patio y se dirigió al excusado a través del minucioso cuchicheo y los sombríos olores del invierno. El interior del cuartito de madera con techo de zinc estaba enrarecido por el vapor amoniacal del bacinete. Cuando el coronel levantó la tapa surgió del pozo un vaho de moscas triangulares.

Era una falsa alarma. Acuclillado en la plataforma de tablas sin cepillar experimentó la desazón del anhelo frustrado. El apremio fue sustituido por un dolor sordo en el tubo digestivo. «No hay duda», murmuró. «Siempre me sucede lo mismo en octubre.» Y asumió su actitud de confiada e inocente expectativa hasta cuando se apaciguaron los hongos de sus vísceras. Entonces volvió al cuarto por el gallo.

-Anoche estabas delirando de fiebre- dijo la mujer.

Había comenzado a poner orden en el cuarto, repuesta de una semana de crisis. El coronel hizo un esfuerzo para recordar.

-No era fiebre -mintió-. Era otra vez el sueño de las telarañas.



Entre esa monotonía infame en que se convierte una vida aferrada al pasado y desplazados de la vida social del pueblo, la novela es también la historia de un matrimonio donde los reproches se hacen inocuos por desvencijados de tanto uso, donde los afectos se han trastocado en un interés mutuo por la supervivencia, donde el recuerdo del hijo perdido es su único anclaje con el calendario. Un matrimonio como testigo del deterioro de los tejidos vitales que tropieza con el desarrollo de las actividades diarias y cada incapacidad es un adorno más dentro de la casa.



Se sentía bien. Diciembre había marchitado la flora de sus vísceras. Sufrió una contrariedad esa mañana tratando de ponerse los zapatos nuevos. Pero después de intentarlo varias veces comprendió que era un esfuerzo inútil y se puso los, botines de charol. Su esposa advirtió el cambio.



Al final de la novela los personajes centrales saben que antes que la esperada pensión o el dinero que amengüe el hambre de sus tripas, lo que puede llegar antes de cada amanecer o anochecer es la muerte.


-Es lo mismo -replicó la mujer-. Debías darte cuenta de que me estoy muriendo, que esto que tengo no es una enfermedad sino una agonía.

El coronel no habló hasta cuando no terminó de almorzar.

-Si el doctor me garantiza que vendiendo el gallo se te quita el asma, lo vendo en seguida -dijo-. Pero si no, no. Esa tarde llevó el gallo a la gallera. De regreso ncontró a su esposa al borde de la crisis. Se paseaba a lo largo del corredor, el cabello suelto a la espalda, los brazos abiertos, buscando el aire por encima del silbido de sus pulmones. Allí estuvo hasta la prima noche. Luego se acostó sin dirigirse a su marido.

Masticó oraciones hasta un poco después del toque de queda. Entonces, el coronel se dispuso a apagar la lámpara. Pero ella se opuso.

-No quiero morirme en las tinieblas -dijo.

El coronel dejó la lámpara en el suelo


Es que a lo largo de la vida cada uno aprende a desear una muerte a su manera.

La Retórica Burocrática


En El Coronel no tiene quien le escriba, Gabriel García Márquez hace un relato de la decadencia humana y la indolencia burocrática, en un pueblo innominado de la selva caribeña.

Un coronel retirado, ex combatiente en una guerra fratricida, espera inútilmente una pensión de veterano. Perdido entre los vericuetos y la retórica de la administración pública yace su expediente. El coronel, con ansiedad y desazón, espera la llegada del correo todos los viernes en el muelle de su pueblo. Quince años de la misma rutina esperando una carta que lo confirme como pensionado.

El coronel y su esposa viven rodeados de la esperanza en una pensión que no llega y en el recuerdo de un hijo asesinado por revolucionario, del que solo les queda un gallo de pelea al que alimentan con el fin de hacerlo pelear tres meses después, en la temporada de gallos, para recibir dinero de las apuestas.

Sin otro medio de subsistencia que la venta de artículos caseros y con la remota ilusión del triunfo de un gallo que si tiene sus alimentos al día, a diferencia de sus dueños, al coronel y a su esposa solo les queda lidiar con sus enfermedades, su dignidad marchita y el progresivo deterioro de una ancianidad en la pobreza.



El Coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de la tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.

Mientras esperaba a que hirviera la infusión sentado junto a la hornilla de barro cocido en una actitud de confiada e inocente expectativa, el coronel experimentó la sensación de que nacían hongos y lirios venenosos en sus tripas. Era octubre. Una mañana difícil de sortear, aun para un hombre como él que había sobrevivido a tantas mañanas como ésa. Durante cincuenta v seis años -desde cuando terminó la última guerra civil- el coronel no había hecho nada distinto de esperar. Octubre era una de las pocas cosas que llegaban.

Su esposa levantó el mosquitero cuando lo vio entrar al dormitorio con el café. Esa
noche había sufrido una crisis de asma y ahora atravesaba por un estado de sopor.
Pero se incorporó para recibir la taza.

-Y tú -dijo.

-Ya tomé -mintió el coronel-. Todavía quedaba una cucharada grande.

En ese momento empezaron los dobles. El coronel se había olvidado del entierro.

Mientras su esposa tomaba el café, descolgó la hamaca en un extremo y la enrolló en el otro, detrás de la puerta. La mujer pensó en el muerto.

-Nació en 1922 -dijo-. Exactamente un mes después de nuestro hijo. El siete de abril. Siguió sorbiendo el café en las pausas de su respiración pedregosa. Era una mujer construida apenas en cartílagos blancos sobre una espina dorsal arqueada e inflexible. Los trastornos respiratorios la obligaban a preguntar afirmando. Cuando terminó el café todavía estaba pensando en el muerto.

“Debe ser horrible estar enterrado en octubre”,dijo. Pero su marido no le puso atención. Abrió la ventana. Octubre se había instalado en el patio. Contemplando la vegetación que reventaba en verdes intensos, las minúsculas tiendas de las lombrices en el barro, el coronel volvió a sentir el mes aciago en los intestinos.

-Tengo los huesos húmedos -dijo.

-Es el invierno -replicó la mujer-. Desde que empezó a llover te estoy diciendo que duermas con las medias puestas.

-Hace una semana que estoy durmiendo con ellas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Pensando frente al jardín





Tiendo a la noche
La noche profunda es silenciosa y robusta
como una madre con un faldón amplio


Jose Watanabe
A la Noche
del libro Historia Natural


Anteanoche estaba la luna en cuarto creciente, una hoz dorada parcialmente visible al quedar atrapada en el telar de nubes.
Anoche vi un reportaje sobre José Watanabe, quien durante la entrevista dijo: si uno mira luz cayendo sobre una piedra, la naturaleza te está dando un mensaje que no puedes soslayar.

Hoy estuve pensando en la poca atención que las personas le dan a las cosas simples. Todos metidos dentro de sus pantallas, en sus conversaciones privadas hechas públicas de tanto gritarlas o caminando envueltos en sus preocupaciones.

Si preguntara como están el cielo, las plantas o las aves de seguro sería visto con extrañeza. Sin embargo, es la naturaleza la que domina todo nuestro entorno y nuestras vidas, aunque muchos se empeñen en pensar que la tecnología ha tomado su lugar.

Las mismas leyes que rigen el movimiento de los planetas, las corrientes del mar, las lluvias, el correr del viento, las tormentas eléctricas y muchas cosas mas rigen nuestros procesos vitales, como respirar, dormir, pensar o comer.

Y hasta cierto sentido los equipos que hacen de nuestra vida obedecen esas mismas leyes. Somos parte de la naturaleza pero parece que ya la hemos olvidado o de tanto verla se nos hace invisible.

Nos abrigamos al hacer frío, viajamos grandes distancias y atravesamos diversos climas para encontrarnos con nuestros seres queridos, miramos al cielo en nuestros momentos de angustia, respiramos profundo para sentir paz.

Abrir los ojos hacia la naturaleza, liberarnos de nuestras ataduras tecnológicas de vez en cuando para correr con la libertad que necesitamos para ser felices.

Al menos para sentirnos humanos durante minúsculos momentos.

Noche Cerrada

Fuente: Historias Clínicas

Noche fría, lápiz en mano registrando los Secretos en la Moleskine

Lo que Varguitas dijo en Huanchaco


Fuente: Historias Clínicas


Era el primer día de la Feria del Libro 2009 en Trujillo, fuí a presentar mi libro y esa misma noche se presentaba Mario Vargas Llosa para hablar de los Secretos de un Novelista.




No lo dudé y casi una hora luego de mi presentación subí a la minivan hacia Huanchaco. La noche comenzó a enfriar pero eso no impedía que cientos de personas llegaran frente al gigantesco estrado levantado de espaldas al mar.




Al iniciar la conferencia sus Secretos eran los detalles de la creación de su nueva novela, que fueron resumidos y reseñados en un post de febrero 2009, que paso a copiar tal como fue publicado:






En Los Sueños del Celta (título preliminar), se esconden sus viejos demonios: la libertad, la lucha contra la injusticia y las dictaduras, y la verdad detrás de las mentiras literarias.


En este caso, la historia de Roger Casement, un irlandés devenido en agente del gobierno británico, que denunció las atrocidades de Leopoldo I en el Congo, que estuvo un año y medio en la selva amazónica investigando entre 1910 y 1911 a los indios Putumayos en Brasil y el Perú sobre el maltrato y exterminio que les ocasionaban las compañías de explotación del caucho, y, el Casement que luego trasmutó en conspirador contra la Corona Británica al descubrir una similitud entre las injusticias vistas en Africa y América con la opresión del Imperio sobre su natal Irlanda, descubriendo a su vez su vena nacionalista. Una vida así ofrece una riqueza extraordinaria a cualquier escritor.


Para ello es importante repasar algunos detalles históricos: sabemos que Casement se hizo amigo del entonces marino Joseph Conrad a quien puso al tanto todas las atrocidades que ocurrían en el Congo, para ese entonces propiedad privada de Leopoldo I. Fruto de lo contado y de la experiencia del viaje mismo que hizo Conrad, salió esa vital y cruda novela sobre la explotación y los límites borrosos entre normalidad e insanía que es El Corazón de las Tinieblas.


Durante la charla descubrimos también al Casement justiciero, al explorador, al receptor de epifanías que moldearían su comportamiento político a futuro, al conspirador y finalmente, al menos en apariencia, al ser humano en su intimidad profunda.


Es debido a participar en una conspiración originada en la Alemania de 1914, que tenía como fin el desembarco de un cargamento de armas y hombres en apoyo al movimiento separatista irlandés, que Casement fue apresado bajo los cargos de traición, espionaje y sabotaje.


Estando ya preso, muchos intelectuales de la época, entre ellos Joseph Conrad, George Bernard Shaw y Arthur Conan Doyle, pidieron clemencia a la pena de muerte que le había sido impuesta. En el ínterin aparecieron los llamados Diarios Negros, manuscritos con una abierta descripción de relaciones homosexuales con niños y jóvenes. Eso hizo que muchas personas retiraran su pedido de clemencia y Casement muriera ejecutado.


La historia descrita revela muchos matices de lo que MVLL describió en su ensayo las Raíces de lo Humano en La Verdad de Las Mentiras ( y que sirve también como prólogo a la edición de bolsillo de El Corazón de las Tinieblas). La trama de la novela esboza una historia apasionante que discurre por tres continentes, la lucha contra la opresión y el abuso, ya sea en el Congo o el Perú, del reconocimiento de la cultura nativa, sea congolesa o irlandesa y finalmente del poder de las mentiras, de asumir que aquellos Diarios pudieron ser originales sí, pero fruto de las fantasías, de momentos nunca vividos físicamente pero imaginados cientos de veces.


Y es ese final abierto, el más fascinante de aquella noche, la posibilidad que tenemos de expresar nuestra libertad a través de las ficciones, de crear mundos paralelos al contarnos historias, del poder de las mentiras de los escritores de entregar profundas reflexiones de la condición humana.

Ahora ya con la novela en casa, estoy con el lápiz y post it en mano para cerrar el círculo y explorar los secretos de nuestro novelista.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cartas Geográficas


Cuando la epidemia del SARS, dos revistas como New England Journal of Medicine y The Lancet publicaban los artículos sobre el nuevo virus y la epidemia corriente, casi en el mismo momento que eran escritos, algunos de ellos incompletos, tal era la premura de la comunidad científica internacional por compartir valiosa información para entender y contener la epidemia.


Con el Sueño del Celta pasa algo parecido, una novela prolija y densa en detalles, como las selvas tropicales, puede detener la lectura varias veces. Mi primera impresión al leerla es transportarme a los textos de las novelas del siglo XIX y me pregunto hasta que punto no habrá una metamorfosis flaubertiana en el universo que ha dibujado Mario Vargas Llosa en esta novela. El antecedente geográfico e histórico más cercano dentro de la obra del propio MVLL se parece mucho a la Guerra del Fin del Mundo


Dos ríos caudalosos y ecuatoriales nutren de experiencias a Roger Casement. Envuelto en el húmedo y asfixiante calor tropical, sus averiguaciones descubren el lado más oscuro de la explotación del hombre por el hombre, teniendo como pretexto la civilización, la conversión cristiana y el progreso.


Aún no termino la novela por lo que esta nota mas que una reseña es un consejo para la lectura, como esos reportes apurados que mencioné sobre el SARS: armarse de sendos mapas del Congo y el Amazonas, para ubicarse en el contexto geográfico, el resto es historia, política, salud pública y la pura condición humana.


A no desmayar e ir río arriba de la literatura vargasllosiana

El Precio del Celta

Fuente: Generaccion.com


Hace una semana comenté sobre la posibilidad de aprovechar el momentum del premio Nobel para apuntalar a la literatura local, asediada por la piratería, la desidia y el facilismo mercantilista.




Pero al parecer las cosas no cambiarán, al menos en el corto plazo.




Un ejemplo de ello es la comercialización del Sueño del Celta. Hace unos días apareció como primera plana en algunos noticieros y en diarios- oh novedad- el "lanzamiento" de la novela en versión pirata. Pero todos sabemos que el tema era cuestión de tiempo. De nada sirve escandalizarse ni decir que a la versión ilegal le faltan páginas o contiene errores tipográficos, tal argumento poco puede importar a muchos compradores, que anteponen el precio a la calidad. Al parecer la obra ha sido tipeada nuevamente y el texto ha sido comprimido para que ocupe menos espacio, eso explicaría las 100 páginas faltantes que aduce la Cámara Peruana del Libro.




Una vez trabajé en una corporación farmacéutica transnacional, donde mis conflictos pasaban por las ventas en valores versus las ventas por unidades. Es decir, vendemos poco pero caro o vendemos mucho pero barato. Para productos como los medicamentos, con un alto valor social, siempre me inclinaba por la venta por unidades, por supuesto siempre perdía en las discusiones. Aún no llegaba la venta masiva de genéricos y las compañías gozaban de un monopolio relativo.




El aplicar el concepto del libro como commodity, es decir como mercancía sujeta a los vaivenes del mercado, conlleva a un error conceptual en un medio como el peruano, donde la piratería mueve millones de soles y se encuentra un público ávido por consumirlo, y donde sorprendentemente se encuentran adeptos incluso en sectores pudientes. Un ejemplo paralelo lo constituye el mercado de películas en DVD, pruebas de ello son la casi extinción de las tiendas de alquiler tipo Blockbuster y la caída en la asistencia al cine.




El Sueño del Celta es una constantación de que todavía no aprendemos. Su precio de venta es de 69 soles (casi 25 dólares). Una cadena de librerías promocionó la pre venta con un 10% de descuento con la condición de pagarlo antes del lanzamiento. Las ventas iniciales a precio regular han sido espectaculares. Días después, una cadena de supermercados las ofrece con 20% de descuento.




Es cierto que uno debe de respetar las leyes del mercado. Hasta allí todo bien, pero luego me enteré que Amazon ofrece el mismo libro a US$ 10.99, dentro de un paquete promocional, con incluso no aplicación de cargos por correo dentro de los Estados Unidos. Cuando uno se pregunta entonces por qué una sociedad con mayor capacidad de gasto tiene mayores facilidades para obtener el libro, uno no puede sino sentirse burlado. Máxime si la edición que tenemos los peruanos ha sido impresa en Lima, es decir no ha pagado ningún derecho de aduana o de transporte.




En comparación, la edición pirata con todos sus bemoles cuesta entre 10 a 15 soles. Obvian razones para predecir donde se alcanzarán más ventas.




Cuando la Hora Azul obtuvo el Premio Herralde y Un Lugar llamado Oreja de Perro quedó como finalista en el mismo, la editorial Anagrama permitió la impresión local de las obras a precios razonables, imagino con el fin de lograr una mayor difusión entre los lectores peruanos y atenuar el embate de la piratería.




Entiendo que por políticas del comercio internacional, en el caso de productos de difusión continental, los precios deben ser uniformes par evitar el contrabando. Pero existen formas, la editorial Alfaguara tuvo ya una experiencia local anterior con el lanzamiento de la Fiesta del Chivo del propio MVLL, en una edición de bolsillo más económica que incluía un holograma con la firma del escritor. Una edición mas lujosa, imagino a precio internacional, circuló además en el mercado.




Lamentablemente el precio actual de S/. 69 es inaccesible aún a grandes masas de personas ya interesadas o que hubiesen comenzado a interesarse en la lectura aprovechando el momentum del Nobel.




Los fanáticos y coleccionistas, entre los que me incluyo, no tenemos problema en conseguir un ejemplar original al precio corriente, pero si la idea es aumentar el número de lectores, de difundir la obra de nuestro Nobel, y en todo caso "aumentar la participación de mercado" colocar el precio a casi US25 no me parece una iniciativa apropiada.




El día de ayer, la editorial Alfaguara ha anunciado el lanzamiento de una edición popular a menor precio, pero dentro de unos meses.




Un poco tarde




jueves, 4 de noviembre de 2010

Vuelve Luis Loayza


El señor que le hace orejas de conejo a Mario Vargas llosa es Luis Loayza, el otro acompañante es Abelardo Oquendo.


Luis Loayza es un escritor de culto, es un escritor para escritores.


La prosa de Luis Loayza es como un fractal, sus significados se van dividiendo ad infinitum y su lectura es bella y de una tierna cadencia. Por otro lado, sus ensayos son lúcidos, eruditos y con un tinte irónico que invita a la relectura.


Sus publicaciones datan desde los 50s hasta que decidió no publicar más. Se pueden acceder a sus obras escarbando en libros de viejo solamente. Es más, decidió aislarse del vanidoso mundo literario y vive en Ginebra como traductor de la ONU


Hace un par de años apareció un libro de crítica a su obra que en sus páginas finales hace un listado de su obra completa desperdigada en diarios, semanarios, revistas especializadas y por supuesto libros.


En la pasada feria de libro me enteré de un confirmado: el Fondo Editorial de la Universidad Ricardo Palma reeditará al parecer la obra completa de Luis Loayza, incluso el libro ya tiene nombre y está listado como próxima publicación. Uno de los compiladores es Julio Ortega. ¿Volverá con un inédito? ¿Vendrá al lanzamiento del libro?


Ya están avisados, a organizar la pre venta. Y si viene, a hacer cola desde la madrugada en la sede del evento como en los eventos de rock.

Literatura Peruana: Producto de Bandera o como aprovechar el Momentum Vargas Llosa?




Hace un tiempo nos propusieron escribir un libro de Gastronomia, y si era un buen producto tenía altas chances de publicación. Era la época de la Escuela de Escritura Creativa y la propuesta la hizo un editor invitado a las clases. También era la época del inicio del boom de la Cocina Peruana. Hasta recuerdo que se hizo un concurso sobre el Cuento Gastronómico.





Actualmente, la Feria Mistura es el evento del año, Gastón Acurio, es lanzado de vez en cuando por algunos despistados como candidato a la Presidencia y ya se habla de cadenas productivas relacionadas a la cocina como motores de la economía local y regional. Como producto de ello, aumentan las escuelas de cocina, se incrementan las inversiones relacionadas al cultivo de determinadas especies nativas, se recuperan sabores y productos, se diversifica la oferta culinaria y se multiplica la producción académica en gastronomía.





El Premio Nobel a Mario Vargas Llosa ha producido un terremoto literario y mediático. Desde el 7 de Octubre las noticias rebotaron incesatemente y las ventas de sus libros se dispararon día a día hasta el clímax de la pasada Feria del Libro Ricardo Palma, que lo tuvo como leit motiv. Sus libros estuvieron en la mayoría de stands y presumo que sus obras fueron las más vendidas. Sus primeras ediciones subieron su cotización y sus traducciones fueron consumidas por la miríada de turistas que diariamente caminan por el Parque Kennedy.



La aparición del Sueño del Celta ha provocado un nuevo impulso. Solo en uno de los locales de una cadena de librerías se ha hecho la pre venta de casi 500 ejemplares y sólo en el primer día del lanzamiento se han vendido mas de 150 libros. Eso sin contar el numero de ventas en otras librerías.





La literatura peruana a través de Vargas llosa está alcanzando un momentum *, un impulso sin precedentes que debiera de ser aprovechado. No solo en las ventas. La literatura también genera cadenas productivas: escritores, agentes literarios, editoriales, imprentas, distribuidores, librerías, críticos literarios, medios de comunicación y por supuesto lectores.




Pero no es lo único, leer nos hace mejores personas, en un país con bajo índice de lectura la promoción de la misma se convierte en un imperativo, casi en una política de estado. El crecimiento económico del que disfruta el Perú debe de ir acompañado de una mejora en los niveles de salud y educación, es decir de un mejor desarrollo humano.




Este momentum nos debe de servir además para profesionalizar las cadenas productivas y combatir la piratería. La oportunidad ha aparecido y todos los que de una u otra manera estamos involucrados tenemos un grado de responsabilidad. Al frente del Ministerio de Cultura está un amigo de MVLL, Juan Ossio, bien se podría ir pensando como desde el estado se pueden fortalecer las políticas públicas culturales que refuercen lo que desde hace años realizan algunos valientes y solitarios quijotes: elevar el nivel y la calidad de lectoría.




A nivel micro, esta buena noticia debería ser utilizada en las casas para no solo comprar los libros sino para leerlos y en las universidades fomentar las áreas de humanidades en todas las carrreras, para en un futuro no muy lejano ver en la calle y en los buses a un buen número de personas disfrutando de la lectura como se puede ver en algunos países vecinos.




La tarea está pendiente.




* momentum: masa multiplicada por velocidad