sábado, 1 de junio de 2013

De los entuertos cerebrales que provoca el Treponema


Parte de mis tareas de lectura incluyen la revisión de trabajos científicos, tanto los publicados como los que están en fase de proyecto. Sin embargo, de vez en cuando caen en mis manos ejemplares raros y apreciables, como trabajos notables por su antigüedad y autoría. ”Contribución a la Clínica e Histopatología de la Endarteritis Sifilítica de los pequeños vasos de la corteza”, es el título de la Tesis Doctoral del Dr. Enrique Encinas que data de 1944. Para los no entendidos debo decir que corteza se refiere a la capa más externa del cerebro, es decir los trabajos fueron hechos con muestras obtenidas de autopsia.

La estructura del trabajo es la de cualquier trabajo de investigación actual pero me llamó la atención una particularidad, algunos párrafos están escritos en un lenguaje más literario y coloquial, algo impensable en nuestros días.

El Dr. Encinas en su tesis hace referencia a su labor diaria en el hospital Dos de Mayo y repasando sus casos clínicos menciona su relación laboral y profesional con el Dr. Hermilio Valdizán, conocido por publicaciones de sus estudios en medicina tradicional peruana y los casos de locura.

Uno de los casos clínicos más llamativos es el de una mujer de 48 años, analfabeta, viuda, católica y de condición humilde, que ingresó al hospital en 1909 y muere 31 años después, en mayo de 1940 –presumo que la paciente vivía en el hospital ya que se menciona que conversaba con los médicos y se describen anécdotas en los pasillos y jardines del nosocomio-. La historia clínica de la paciente muestra que su memoria retrógrada es casi nula, con un pensamiento coherente y sensaciones frecuentes de deja vu  (refería conocer personas que se sabía nunca había visto antes), desorientada en tiempo y espacio, con un lenguaje claro pero con pobres señales de abstracción y un afecto conservado. La paciente refería con frecuencia el morir tres veces cada 30 años y resucitar igual número de veces.

Al alimón con el Dr. Valdizán  el Dr. Encinas glosa los dichos de la paciente en sus conversaciones con el personal hospitalario, incluidos los médicos. Estos dichos según el autor pertenecerían al acervo popular del ande peruano:


Hasta cuando mar inmenso
He de navegar sin viento
Hasta cuando remaré
En el mar de mi tormento

O esta otra, un tanto pícara:

 Unos viejos de cien años
Se fueron al monte seco
La vieja quedó preñada
Y el viejo quedó culeco

 Acaso la paciente sentía una profunda soledad y desamparo al decir esta copla:

 Yo soy hija de la nada
Y de la nada nací
No tengo padre ni madre
Ni madre se duele de mí

Si la paciente estaba en esa tesis es obvio decir que murió y su cerebro fue analizado. Sus arterias cerebrales estaban inflamadas por la Sífilis (la infección por el Treponema pallidum) y eso explica tales cambios de comportamiento y juicio, pero también deja entrever aquella lucidez remanente con la exposición de sus coplas. Un caso dramático en la historia de la literatura fueron los episodios explosivos de delirio de Guy de Maupassant provocados por la Sífilis terciaria.

El antecedente más lejano de una tesis con una mirada sensible al ser humano es la Isla de Sajalin de Anton Chekhov, que descubre la vida y miserias humanas en una colonia penal rusa cerca de la Siberia, una isla cercana al Japón. Aquella tesis fue rechazada por ser “muy social”.

Entiendo que la tesis del Dr. Encinas no fue rechazada y muestra aquella sensibilidad humana de los médicos antiguos del pasado. Una mirada que por el apego a parámetros científicos no deberíamos dejar.

No hay comentarios.: