jueves, 29 de abril de 2010

El Juramento





La enseñanza médica es como un monstruo mitológico para mí: su apariencia es atractiva, seductora y que a la vez inspira respeto. Si conoces sus trucos puedes establecer una convivencia armoniosa pero algunas veces, si se sale de control, puede devorarte.

Estaba preparando una clase sobre códigos en bioética y decidí revisar el Juramento Hipocrático. Al hacerlo, recordé los comentarios que he escuchado de diversas personas, sobre todo cuando hay situaciones de conflicto con el llamado acto médico.

¡Pero si han hecho el juramento hipocrático! mencionan como si aquello fuera una camisa de fuerza que nos obliga a la sumisión y al sacrificio perpetuo. Eso no significa que apoye algunas conductas, imprudencias, impericias y negligencias que lamentablemente salpican nuestra imagen ante la sociedad.

Como anécdota, hecho confirmado con algunos amigos, al menos en mi facultad no juramos con tal pronunciamiento, sino con otros de los cuales no tengo memoria, contraviniendo la creencia popular acerca de que todos los médicos hemos jurado ante Hipócrates. A la distancia, la lectura del juramento es como leer una clásica y fabulosa novela durante la juventud, al releer el texto con la densidad de los años vividos, las palabras adquieren una riqueza insospechada y aleccionadora. ¿Pero por qué importa tanto este médico griego?

Hipócrates de Cos (460 B.C.-377 B.C.), proveniente de una familia de médicos, fue el primero en retirar el mito y la superstición de la práctica y el conocimiento de la medicina de entonces. Sus actos se basaron en la observación de los hechos y la experiencia sistemática. Una colección de más de 60 libros, conteniendo sus métodos y enseñanzas, se compendió en el Corpus Hippocraticum, guardado en la Biblioteca de Alejandría. Se duda que Hipócrates los haya escrito todos pero se acepta que son el núcleo de sus enseñanzas y experiencia.

Aparentemente, en esa época los médicos, descendientes todos de Asclepios (Esculapio), escribían no sólo para sus colegas sino para el público, en la idea de que estuviera bien informado y pudiera discutir mejor sobre su propia enfermedad. El Corpus comprende libros que son un Tratado sobre las enfermedades, sus causas y pronóstico (Aforismos, Régimen en la Enfermedad Aguda, Pronóstico, De Fracturas y De Aires, Aguas y Lugares) así como sobre tratamientos, epidemias, humores y órganos internos (La enfermedad sacra, Afecciones, Nutrición, Humores y Epidemias).

Una evidencia indirecta sobre los actos de Hipócrates se puede encontrar en el libro Fedro, como parte de uno de los Diálogos de Platón. Al parecer el Juramento como ha llegado a la actualidad fue modificado con la introducción de algunos conceptos filosóficos posteriores a la muerte de Hipócrates




Juro por Apolo el medico, y Asclepius, e Hygieia y Panacea y con todos los dioses y diosas como testigos, que, de acuerdo a mi capacidad y mi juicio, Yo voy a cumplir este Juramento y contrato:…

Asclepios, fue el hijo de Apolo con una mortal, Coronis, quien le fue infiel y a causa de ello fue muerta por el mismo Apolo. En compensación, el dios decide salvar a Asclepios, quien estaba al lado de su madre en la ejecución, y enviarlo para ser criado por el centauro Chirón, quien le enseñó el arte de curar. Asclepios aprendió no solo medicina sino también cirugía y adquirió la capacidad de revivir a los muertos, cualidad obtenida al beber la sangre del lado derecho de Gorgona (monstruo femenino que es a la vez una deidad protectora, como lo fue Medusa) . Asclepius tuvo un mal final, fue muerto por un rayo de Zeus, como castigo por revivir un muerto a cambio de dinero, hecho denunciado por Hades, dios de los Infiernos.

En honor a Asclepios, considerado como el Dios de la Medicina, se organizan las Asclepiades, escuelas de Medicina. Tuvo además 5 hijos, entre las que destacan Hygieia (diosa de los hábitos saludables) y Panacea (diosa de las pócimas curativas).

Por eso el Juramento inicia así, en honor a los dioses y continúa con una serie de enseñanzas éticas sobre lo que el médico debe de hacer:


  1. Gratitud a sus maestros quienes son los que le enseñaron el arte de curar, respetarlo como se respeta a los padres. Tal gratitud que se expresa en atender a la familia del maestro y enseñar los secretos de la medicina a su propia descendencia como a sus propios hijos para que el arte perdure.


  2. Uso de las medidas de higiene a favor del paciente.


  3. No provocar daño.


  4. No administrar pócimas para causar la muerte, aún sea requerido a hacerlo.


  5. No operar al paciente, aún lo requiera, ya que existen para ello los cirujanos.


  6. En cualquier casa que visite actuará en beneficio del paciente, evitando cualquier actitud o comentario impropio.


  7. Cualquier cosa que escuche de su paciente será mantenida en secreto.

“…Mientras mantenga este Juramento con fe y sin corrupción, podré llevar una vida plena al ejercicio de mi arte, y así, ganarme el respeto de todos los hombres. Sin embargo, de transgredir este Juramento y violarlo, que todo lo opuesto sea mi destino.”



De una manera inconsciente, el legado de Hipócrates ha perdurado mas allá de sus escritos y a través del traspaso de sus ideas encarnadas en decenas de médicos a lo largo de la historia: Galeno, Ibn Sina, Osler, entre otros. Y es que curar es un arte, enseñar a ello también, tan consistente y aparentemente frágil como mantener una llama votiva ardiendo orgullosa a través de la oscuridad de los tiempos.

En la Foto: El centauro Chiron, Apolo y Asclepius

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