martes, 20 de abril de 2010

Mañana Brumosa


Fuente: El Louvre


En esta mañana gris, en que pienso que a veces Dios tiene un mal sentido del humor, y la neblina empaña mi entorno, me dedico a traducir el primer párrafo de Moby Dick para sentirme mejor:

Pueden llamarme Ismael. Algunos años atrás –no importa con precisión cuantos- con apenas algo de dinero o quizá la billetera vacía, y con nada de particular interés para mí en la costa, pensé que podría salir a navegar un momento a ver el lado húmedo del mundo. Es la manera que tengo para quitarme la melancolía y regular la circulación. Cada vez que percibo en mí una mueca de disgusto; cada vez que hay un húmedo y brumoso Noviembre en mi alma; cada vez que me doy cuenta de estar detenido involuntariamente ante un velatorio; cada vez que me encuentro último en la fila de un funeral; y, especialmente cada vez que mis bajones se apoderan de mí, y se requiere que un fuerte principio moral evite que salga a la calle e impulsivamente comience a quitar de un golpe uno a uno los sombreros de la gente – entonces, me doy cuenta que es el mejor momento para salir al mar tan rápido como se pueda. Ese es mi sustituto a las balas y a la pistola. Mientras un filosófico y trémulo Cato se arroja decidido sobre su espada, yo tranquilamente me lanzo al mar. No hay nada sorprendente en esto. Pero si lo supieran, casi todos los hombres que llegaran a ese punto, en algún u otro momento, cobijarían muy de cerca los mismos sentimientos hacia el mar como yo.




Esta es una de las mañanas en las que hasta la brisa mas tenue raspa.


En la Foto: Mañana Brumosa de Camille Pisarro

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