lunes, 20 de septiembre de 2010

Sobre Hombros de Gigantes




El estudiante de Medicina debe ser un Naturalista para que pueda esperar convertirse en un epidemiologista científico, patólogo o práctico capaz.

Sir Patrick Manson


Hace unos días he introducido algunos cambios en mi perfil que para muchos habrá pasado inadvertido. El cambio más importante es el de Naturalista, que he decidido evocar ya que tal nombre fue dado a los científicos dedicados al estudio de las Ciencias Naturales o Historia Natural a través de la observación cuidadosa de la Naturaleza. Si bien los antecedentes se remontan a Aristóteles, los Naturalistas alcanzaron su apogeo entre los siglos XVII y XIX, en la época de las grandes expediciones y la colonización de nuevos continentes por parte de Europa.

Las conclusiones del Naturalista están basadas en una contemplación disciplinada y paciente. Es por lo tanto un ejercicio intelectual solitario y de largo aliento. Sólo luego de una observación tenaz y una ambición por capturar todos los detalles se pueden obtener patrones, ya sean estos de estructura o de comportamiento.

Estos hallazgos son registrados en las libretas del expedicionario. Palabras y trazos aparecen en el papel en un orden que sólo entiende su autor. Mas tarde, luego de una reflexión sosegada irá transcribiendo sus hallazgos en un texto coherente siguiendo su propia lógica de pensamiento.

Fruto de este proceso, Aristóteles en el siglo V A.C. estableció una clasificación zoológica dividiendo animales según su contenido de sangre, medio de locomoción o de reproducción. De este modo por siglos se usaron las denominaciones de animales con sangre o sin ella, bípedos, cuadrúpedos o ápodos y, asimismo, vivíparos, ovíparos u ovovivíparos. Para todos aquellos animales, por ejemplo algunos insectos, en los cuales no identificó un patrón reproductivo específico los colocó en un gran saco conceptual llamado animales de Generación Espontánea.

Casi 20 siglos más tarde, bajo el mismo proceso Carl Linné (1758) en su “Systemma Naturae” establece un nuevo sistema de clasificación basado esta vez en la comparación de semejanzas estructurales anatómicas. Este nuevo sistema es adoptado rápidamente por los naturalistas de fines del siglo XVIII.

Los naturalistas además de la cualidad de la observación sistemática gozaban de una polivalencia científica y humanista. Esta polivalencia conceptual en los Naturalistas borró en esa época los rígidos límites entre Ciencia y Arte tal como los conocemos hoy. Los expedicionarios de antaño llegaban imbuidos de conocimientos filosóficos greco latinos, así como de los teológicos medievales y del Renacimiento. Su eclosión intelectual fue máxima luego de la Ilustración. A través de estos conceptos entendían la naturaleza como un estado de armonía, por eso sus libros influyeron tanto en la concepción del mundo moderno.

Tomaré como ejemplo a aquellos, que recorrieron América sucesivamente como Charles Marie la Condamine, Alexander von Humboldt, Charles Darwin y Antonio Raymondi. A nivel mundial la expansión de los imperios europeos impuso el patrocinio de expediciones no solo para conocer los nuevos territorios sino para mantener la hegemonía imperial. De esta manera se sentaron las bases del sistema métrico global al medir la longitud de un paralelo respecto al ecuador, se describieron numerosas especies vivientes y accidentes geográficos en América, así como los procesos que explican el desarrollo de la corteza terrestre y las corrientes marinas. Acaso la expedición más famosa y productiva para las ciencias naturales fuera la del Beagle, que llevó a Charles Darwin a escribir años mas tarde el Origen de las Especies y cambiara para siempre el concepto de vida en el planeta.

El trabajo de los Naturalistas generó no sólo numerosos tomos de información sino además fueron la base de los hallazgos científicos contemporáneos y hasta se podrían considerar generadores de la identidad del Nuevo Mundo. Revalorando y actualizando las ancestrales obras nativas, tanto Darwin comoVon Humboldt recorrieron los Caminos del Inca, uno por el Sur otro por el Norte

Exploradores de tierras allende los mares, acaso los Naturalistas hayan tenido formidables viajes interiores ya que nadie podría estar excluido de conmoverse ante el titánico paisaje agreste de los Andes, la Tierra del Fuego o la Selva Tropical. Fruto de estas expediciones interiores quedan copiosas correspondencias, textos y grabados, los que permiten conocer no solo a la naturaleza sino al hombre que las recorre.

Este mismo sentimiento de aventura llevó también a algunos médicos de la época a examinar el comportamiento de enfermedades en regiones exóticas. Sir Patrick Manson (1844 – 1922), médico de la Armada Imperial Británica en el sur de China realizó varias investigaciones hasta sentar las bases del rol del mosquito en la génesis de la Malaria, el Dengue y la Filariasis, dejando de lado la teoría del Miasma, presente desde la era de Hipócrates.

Y en Perú nuestra Medicina Tropical está hecha también de médicos exploradores que han tenido lidiar con los agrestes microclimas del país generadores de igual variedad de infecciones, como lo demuestra este párrafo del Dr. Carlos Monge, extraído de sus Obras Completas:


Si estos hechos no fueran aun suficientes para hacer resaltar nuestra variada Patología tropical nos queda por revisar los procesos morbosos determinados por metazoos parásitos en el organismo humano o que directamente lo atacan y que se encuentran sobre todo en los países cálidos, lo que nos lleva inmediatamente a la necesidad de contemplar el estudio de la Historia Natural Médica.

Expediciones, apuntes, dibujos, experiencias, monólogos interiores están desperdigados en mi escritorio esperando ser ordenados. Es el momento para hacerlo. Por eso seguiré los pasos de los Naturalistas, en viajes reales o imaginarios, para ver mucho más allá pues ahora estoy parado sobre los hombros de gigantes

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