jueves, 7 de octubre de 2010

Confesión de Parte


Escribo este post de un tirón.


Luego de despertar y estar aún medio dormido, prendí el televisor. Las primeras imágenes se referían a la noticia del Premio Nobel de Mario Vargas Llosa. Eso terminó de despertarme.


Minutos después, ya con el café recién pasado en la mano, me asomé a la ventana: una calle silenciosa y sin personas, el aire muy fresco y frío. Me quedé con la mirada ausente por unos minutos, emocionado pero contenido, con una gran alegría que recorría mis ojos y mi pecho. Con la sensación de haber logrado algo por lo que se trabajó mucho tiempo, como si el triunfo fuera de uno.


Y es que para la mayoría de nosotros, en mayor o menor medida el premio Nobel es sentido como propio. Algunos recordarán al Vargas Llosa como condiscípulo, otros como alumnos, otros como paisanos. Cada uno reclamará para sí una parte de este Peruano Universal como es MVLL.


Particularmente me considero un groupie de MVLL. Comencé con la Ciudad y los Perros y desde entonces no he parado. En la Universidad, tambaleando entre mi vocación médica, estaba la literaria: "quería escribir como Vargas Llosa" les decía amis compañeros de aula y eso me impulsaba a participar fallidamente en los Juegos Florales. Hasta ahora, cuando me abruma el trabajo médico me digo a mi mismo "con tantas obligaciones como las mías Vargas Llosa no hubiera podido escribir"


La primera novela que compré con mis propinas fue la Guerra del Fin del Mundo en 1981, para entonces ya había leído La Casa Verde y Pantaleón. A partir de ese año las leí en orden de aparición, poniéndome al día con la Tia Julia y Conversación en la Catedral.


Una tarde, en el Cine Arte Julieta, encontré a MVLL con su primo Luis, yo solo tenía en mano una folleto de una presentación de Winternitz, conseguí un lapicero le pedí un autógrafo que buscaré con devoción.


Lo seguí en sus aventuras políticas, aún en la época en que casi se le priva la nacionalidad, tanto como en las teatrales, asistí a las presentaciones de la Chunga, La Señorita de Tacna, Ojos Bonitos, Cuadros Feos, y al Pie del Támesis.


Leí sus libros de ensayos políticos, los que llevaba a la playa para terminarlos más rápido. Por un tiempo esperaba cada semana Caretas para leer Piedra de Toque. Y durante muchos domingos dejaba todo para ver La Torre de Babel en el canal 5.


Por algunas revistas me enteré de su fallida aventura en el cine al adaptar Pantaleón, pero luego me tomé la revancha con las adaptaciones de Lombardi.


Últimamente fui a ver su bipersonal con Vanessa Saba en el Museo de Osma. Del mismo modo hice mi cola y vi de pie -ya que no habían asientos- el conversatorio con Claudio Magris. Gracias a su consejo-a través de sus entrevistas o escritos, me compré Las Mil y una Noches, Homero, Iliada de Alessandro Baricco, así como ví el documental Pecados de Mi Padre en el pasado Festival de Lima. Siendo la última locura comprar por Amazon el libro Mosquito Empires, combinando así dos pasiones la literatura y las enfermedades tropicales.


Dejo como colofón mi viaje a Trujillo, adonde viajé para presentar mi libro. Me quedaría solo un día y medio en la ciudad, pero esa misma noche MVLL daría una conferencia en Huanchaco. No dudé en ir, escuchar de primera mano, lo que había leído sobre su proceso de creación a enterarme de su nueva novela, en la arena de la playa y entre unas construcciones mochicas y el mar.


Por tal motivo me encuentro ahora, investigando sobre Roger Casement y la Fiebre del Caucho en el Perú, esperando impaciente leer el Sueño del Celta.


Es por eso que siento que el Nobel, remotamente, también lo gané yo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mis mas cordiales saludos Dr. Aldo Vivar, espero me recuerde asi como yo lo hago.

Elizabet Raymondi Robles