viernes, 4 de mayo de 2007

Las Mancuspias


"Cuidamos a las mancuspias hasta bastante tarde, ahora con el calor del verano se llenan de caprichos y versatilidades, las más atrasadas reclaman alimentación especial y les llevamos avena malteada en grandes fuentes de loza; las mayores están mudando pelaje del lomo, de manera que es preciso ponerlas aparte, atarles una manta de abrigo y cuidar que no se junten en la noche con las mancuspias que duermen en jaulas y reciben alimentos cada ocho horas. No nos sentimos bien. Esto viene desde la mañana.."

En las siguientes líneas nos lleva por una descripción de diversas formas de cefalea (dolor de cabeza), dolor pulsótil o lancinante con mareos, vértigo, lagrimeo, fonofobia (intolerancia al sonido) o fotofobia (intolerancia a la luz) y de los posibles remedios homeopáticos usados para contrarrestarlas.

Los cuidadores demuestran una obsesión milimétrica en el cuidado de las mancuspias, en sus comidas, abrigo y protección de las crías -las mancuspias las imagino como roedores-. La situación se agrava cuando dos de sus ayudantes desaparecen llevándose algunos enseres, este hecho desencadena una crisis en la crianza de los animales. Las mancuspias se descontrolan, ya no eciben alimento con gusto, algunas decaen y mueren, otras enfurecen y escapan de las jaulas hasta rodear la casa.

Uno de los cuidadores lee un manual médico, que describe prolijamente el cuadro clínico y de pronto todo se transforma: "Entonces la casa es nuestra cabeza, la sentimos rondada, cada ventana es una oreja contra el aullar de las mancuspias afuera...", animalitos que poco a poco rodean la casa y caminan en círculos aullando contra las ventanas contra los oídos, muriéndose de hambre.

Al terminar el cuento uno no puede dejar que pensar que las mancuspias son seres que caminan en la cabeza produciendo los dolores, y toda la prolijidad de cuidados son en realidad todas las técnicas que, con rasgos obsesivos, sigue un doliente crónico, medicina clásica, homeopatía y hasta los remedios de la abuela.

En el cuento el interior y el exterior de los protagonistas se funden en uno al final del texto, de este modo pensamos que Cortázar materializa las obsesiones provocadas por la cefalea crónica en el cuerpo de las mancuspias.

Desde entonces cada vez que veo un animalito cruzar velozmente los jardines de mi hospital, pienso en las travesuras que estarán tramando las mancuspias y como debo neutralizarlas.

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