martes, 15 de mayo de 2007

Algoritmo Infame


El Túnel es una novela donde el amor adquiere rasgos posesivos, desencadenando celos enfermizos y una eclosión de angustias y frustraciones. Sábato lo explica así: "...Los seres humanos no pueden representar nunca las angustias metafísicas al estado de puras ideas, sino que lo hacen encarnándolas...Las ideas metafísicas se convierten en problemas psicológicos..."

Una de las primeras ideas que se me vienen a la cabeza es la pensar que Castell padece del Transtorno Obsesivo Compulsivo, enfermedad parte de la Ansiedad en que las obsesiones y compulsiones interfieren con la vida normal de una persona.

Las obsesiones son pensamientos recurrentes y persistentes, impulsos o imágenes que causan disgusto o ansiedad. son reconocidos como anormales pero no pueden ser evitados y las personas que los padecen tratan de anularlos con otro pensamiento o acción.

Las compulsiones en cambio son comportamientos que la persona se ve obligada a realizar en respueta a las obsesiones.

Acaso el hallazgo y posterior acoso a María sea la compulsión que ejecuta Castell en respuesta a su misantropía, a la soledad, desesperanza e incomunicación que hace de su vida un acto miserable. Compulsión que lo hace escapar de los demás y de perderse en una maraña de preguntas y respuestas que se abren como las ramas de un árbol "...Me he apartado de mi camino. Pero es por mi maldita costumbre de querer justificar cada uno de mis actos..." . Un algoritmo escrupulosamente infame.

Castell ve en la aparente distancia psicológica de Maria, a su túnel paralelo. El comunicarse con ella a través de las pequeñas ventanas de los túneles es capturar una vez más el cordón umbilical que perdió hace ya muchos años y que trata de repreesntar en la pequeña ventana de su cuadro Maternidad.

Maria es como una geisha -para ser mas localistas, una tapada limeña- que ocultando su real identidad, con sus silencios, enigmas y escapes, acrecienta la pasion de Castell hasta convertirla en su nueva obsesión "...Amaba desesperadamente a María y no obstante la palabra amor no se había pronunciado entre nosotros..."

Es allí donde aparecen los celos y nuevas obsesiones, que se van reproduciendo a medida que avanza el relato. A ello se suceden nuevas compulsiones como esperar horas frente a un edificio, el imponer a María un orden odiosamente racional, el recorrer a solas los caminos que andaron juntos, el cuestionarse de modo enferizo la naturaleza de su amor.

Todo esto lejos de calmarlo no hacía sino aumentar la incapacidad de Castell no sólo para ser feliz, sino para poder vivir con un mínimo de tranquilidad.

Sus obsesiones mutan en celos, en amargura y deseperanza y para poder aplacr esa sed de ansiedad debe consumar su última compulsión: matarla "...Un súbito furor fortaleció mi almay clave muchas veces el cuchillo en su pecho y su vientre..."

María fue en la vida de Castell lo que es un fósforo prendido en plena oscuridad.

Ahora que recuerdo bien, terminé de leer la novela hace exactamente una semana, cinco dias y 23 horas.

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