Gracias a Ivan Thays, descubro la versión traducida por Mauricio Salvador del cuento Janus de Ann Beattie, escritora con fuertes influencias de Carver.
La historia trata sobre Andrea, una corredora de bienes raíces, o mejor dicho sobre un bol. Un objeto utilizado como "..un truco para convencer a un comprador de que la casa es en verdad realmente especial..". Inicialmente uno piensa que Andrea lo utiliza como amuleto, pues lo lleva consigo en todas las sesiones de venta. "..Lo maravilloso respecto del bol, pensaba Andrea, es que resultaba sutil y notorio -la paradoja del bol.."
A medida que avanza la narración se descubre que existe una extraña atracción de Andrea para con el bol. Como muestra de ello, una vez, dejó el bol involuntariamente en una casa, al percatarse del extravío emprende un regreso frenético en su búsqueda. Se llena de una desmedida ansiedad frente al objeto supuestamente perdido. Al recuperarlo solo le queda llenarse de reproches. "Era como dejar a un amigo en una excursión, tan solo yéndose"
Así discurren los días de Andrea, vendiendo casas y asumiendo su vida como una penitencia. A pesar de su exito como vendedora de propiedades, es solitaria, vacía y presa de un matrimonio que se extingue en la rutina. Paulatinamente su vínculo afectivo se traslada de su marido a un objeto inanimado. Pero ese vínculo, para Andrea,es como un amor secreto. Lo mantiene al margen de la interacción con su esposo. Pero hay más.
Como tratando de develar un secreto, el narrador omnisciente cuenta que el bol fue un regalo del amante de Andrea y, con cierto efectismo, descubrimos la clave de la atracción. Fue una relación aparentemente mas apasionada que su matrimonio. Una relación que le daba equilibrio a su vida: la pasión del amante y la amistad del esposo. Sus dos caras, las dos partes de su mundo. Sin embargo, puesta en un encrucijada, tuvo que optar por lo segundo. Intercambiar las noticias del día durante la cena o palabras somnolientas escuchando música.
Y allí Andrea queda como el bol, partida y vacía. Sola. Con el bol al frente, observandose mutuamente, comom en un espejo. Ambos, fríos e inmoviles pero conservando cierto brillo en la oscuridad.
In its way, it was perfect: the world cut in half, deep and smoothly empty. Near the rim, even in dim light, the eye moved toward one small flash of blue, a vanishing point on the horizon.
A su manera era perfecto: el mundo partido en una mitad, profundo y suavemente vacío. Cerca del borde, aún en la penumbra, el ojo se movía hacia un pequeño destello de azul, un punto que se desvanece en el horizonte.
Sólo un pequeño rayo de esperanza que ilumina la vida de Andrea.
Foto: Ann Beattie
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