viernes, 11 de enero de 2008

La Ley de Lavoisier




Fuente: Wikipedia
El Velo Pintado es una novela de referentes literarios. El epígrafe y el título pertenecen a Percy Bysshe Shelley (1792-1822) poeta romántico inglés muerto prematuramente, y quien fuera casado con Mary Wollstonecraft Godwin, que con su apellido de casada es mas reconocida como la autora de Frankenstein, o el Moderno Prometeo.

Uno de los diálogos pertenece a Oliver Goldsmith (1730-1774), dramaturgo anglo irlandés, que estudió además medicina en la Universidad de Edimburgo. La frase es tomada de la Elegía a la muerte de un perro rabioso, el poema cuenta de la existencia de un hombre de corazón noble en Islington, respetado por amigos y enemigos, que entre los perros del vecindario se hizo amigo de uno de ellos. Un día tuvieron una desavenencia, y el perro para obtener sus fines muerde al hombre dejándole una herida profunda. Los vecinos asombrados juzgaron que el perro se volvió loco, pero también que el buen hombre podía morir.
But soon a wonder came to light / That showed the rogues
they lied: / The man recovered of the bite /The dog it was that died. Pero pronto una esperanza se encendió / que mostró que los granujas mentían / El hombre se recuperó del mordisco / fue el perro el que murió.

Fue el perro el que murió fue lo último que dijo Walter al morir.

Otra de las referencias notables es Dante Aligheri, como la fuente de inspiración de la novela, esta tomada del prólogo escrito por el mismo Somerset Maughan. Se refiere a los versos del Canto V del Purgatorio en la Divina Comedia:

recuerdame, soy Pía, me hizo Siena,
Maremma me deshizo: bien lo sabe aquel que,
luego de poner su anillo, 135
con su gema me había desposado.» 136

Cuenta Maughan, que Pia era una dama de Siena cuyo marido, que sospechaba que ella le era infiel pero no la asesinaba por temor a la reacción de la familia, la llevó a su castillo de Maremma convencido de que los aires nocivos del lugar obrarían el mismo efecto; pero tanto tardaba ella en morir que el hombre se impacientó y mandó defenestrarla.

Y refiere además que la historia partió de una historia y no de un personaje, que le dió vueltas en la cabeza por muchos años Siena mi fé, disfecemi Maremma.

Por tanto a medida que avanzo en mis lecturas, me voy dando cuenta que las nuevas historias descansan sobre los hombros de las antiguas, y que los escritores recreamos, a nuestra particular manera, relatos contados hace cientos de años.

Por eso parafraseando la Ley de Lavoisier sobre la conservación de la masa, y otra mas reciente como la Primera Ley de la Termodinámica referida a la energía, podría decir que la literatura no se crea ni se destruye, solo se transforma.




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