Entre dos mundos, la vida está suspendida como
una estrella,entre la noche y la aurora, al borde del horizonte.
¡Qué poco sabemos de lo que somos! ¡Y cuanto menos de lo que seremos! El eterno oleaje
del tiempo y del devenir se mueve y se lleva lejos
nuestras burbujas: las viejas estallan, y las nuevas emergen,
rompiéndose contra la espuma de las edades, mientras
los sepulcros de los Imperios suben y bajan como las olas pasajeras."
Lord Byron (Gran Bretaña,1788-1824)
Un
artículo reciente en la revista Nature
informa sobre la producción de gasolina a partir de bacterias. Científicos
coreanos manipularon el genoma de la bacteria E. coli insertando genes de
otras bacterias para alterar el metabolismo de sus ácidos grasos y obtener como
producto final una serie de hidrocarburos, entre ellos 580 mg de gasolina por
cada litro de cultivo.
Actualmente
la manipulación genética se usa para la producción de vacunas, hormonas y
alimentos modificados. Me pregunto si acaso el futuro nos depara la creación de
gigantescas granjas bacterianas, provistas de paneles solares y mini reactores
de fisión nuclear para generar la energía necesaria a un planeta hambriento y
recalentado.
La
lista de escritores que predijeron una forma de futuro es larga: H. G. Wells,
Aldous Huxley, George Orwell, Jules Verne, Ray Bradbury, Arthur Clarke e Isaac
Asimov, por citar a los más conocidos.
Por
otro lado, los físicos teóricos imaginan tanto la forma del cosmos como de las
partículas elementales. Un juego de leyes y fórmulas que se mueve dentro del
caos de una mente. De este modo Stephen Hawking ha explicado la naturaleza de
los agujeros negros, la expansión del
universo y la curvatura del tiempo. Pero sus teorías aún no han sido demostradas,
la razón fundamental por la que hasta ahora no ha recibido el Nobel. Una mezcla
de física teórica, matemáticas y filosofía. Pero una demostración pendiente no
invalida la teoría solo pospone su aceptación. Miren entonces cuántos años
tuvieron que pasar para que el Bosón que imaginó Higgs fuera demostrado
mediante el uso de un gigantesco acelerador de partículas. Imaginado en 1964 y
demostrado por primera vez en marzo del 2013.
Vivimos
entre los márgenes de nuestra propia y limitada percepción. Solo vemos un reducido
espectro de ondas de luz y percibimos una estrecha banda de ondas sonoras. Nuestras
terminales nerviosas recogen sensaciones táctiles, olfatorias o gustativas también
dentro de un rango. Más allá de los márgenes de confianza de nuestros sentidos existe
una realidad intangible que no podemos percibir pero que es cotidiana para
otros seres vivos.
Entonces
es bueno reflexionar que el ser humano no es el súmmum de la creación pues hay otros seres vivos con mayores
ventajas para sobrevivir donde nosotros no podemos hacerlo.
Nos
hemos aproximado más allá de los límites de nuestras percepciones gracias a
dispositivos que permiten escudriñar allende las estrellas y a una profundidad tal
que conocemos las superficies virales. Las ondas de radio o un haz de fotones
son capaces de diagramarnos un universo sideral o infinitesimal para los cuales
somos ciegos.
Todo
lo demás es un constructo teórico hecho diagramas o fórmulas.
Mientras
tanto, continuamos desafiando las leyes naturales y en nuestra soberbia como
especie intentamos romper un orden ancestral. Es obvio, que hemos superado
límites insospechados y que todo lo aprendido nos ha servido para vivir mejor
pero quebrar el orden nos ha generado un costo que debemos de pagar tarde o
temprano. Me pregunto si como especie somos conscientes de ello y si nos
preparamos para atenuar los coletazos de un universo profanado. Una nueva epidemia,
un nuevo cataclismo natural son señales de alarma que no podemos o no queremos
ver.
La
naturaleza se mueve por leyes rígidas que se cumplen desde el inicio de los
tiempos. Pero acaso podemos responder cuándo el inicio y cuándo el final. Acaso
no estaremos envueltos en un círculo infinito que recorremos una y otra vez sin
darnos cuenta. Un mundo que somos incapaces de percibir y siquiera imaginar. Mientras
que aquí en esta vida efímera seguimos tropezando con las propias bajezas del
ser humano.
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