jueves, 14 de enero de 2010

Invisible, Paul Auster


Imaginen que acuden a un espectáculo de magia. Al inico no se presenta al mago sino un video con unas manos en fondo negro haciendo el primer truco. Luego, ingresa otro mago, que obedeciendo las ordenes del mago principal a través de un audio continúa con los siguientes actos. Al terminar, el aprendiz lee una carta del mago ausente. En la despedida, una de sus asistentes termina la obra contándonos qué pasó con el mago y porqué no pudo estar en los actos. Al salir recibimos un folleto informativo acerca de los trucos y la vida del mago. Ya fuera del teatro, pensaremos que sobre todas las ilusiones que representan los actos de magia, la mayor ilusión será imaginar si el mago realmente existe y cuestionar si todo lo que nos contaron de su vida es cierto.




Invisible, la última novela de Paul Auster, me dejó tal sensación. Se inicia en 1967 y tiene como protagonista a Adam Walker, a quien conocemos hablando en primera persona. Entonces un joven de 20 años, estudiante de Columbia y traductor de poetas provenzales, que al conocer a Rudolf Born (un académico mayor que él y futuro mecenas) y su acompañante Margot, se ve envuelto en una truculenta historia de amor, intriga y promesas que se rompen por un hecho trágico. Dias después, ante un intempestivo viaje de Born, Margot y Walker se involucran sentimentalmente. Al regreso de Born, los velos caen y a pesar de todo Born ofrece financiar una revista literaria a Walker. En una caminata, mientras ambos afinaban los detalles de la creación de la revista, un ladrón de poca monta, Cedric Williams intenta asaltar a los caminantes, pero es reducido por Born y dejado malherido. Walker huye. Williams aparece muerto a puñaladas. A partir de allí, Walker desata una serie de conjeturas sobre el verdadero autor del asesinato, acude a la policía y descubre sus verdaderos límites como persona.




En el siguiente capítulo, anclado en el 2007, nos enteramos que Walker, enfermo de Leucemia y convertido en un paciente terminal, intentado retomar una amistad perdida con James Freeman, un escritor ya renombrado. Walker le ha remitido un sobre con el manuscrito, un relato escrito en primera persona que es parte de una obra en tres capítulos: Primavera, Verano y Otoño, episodios de su propia vida. Ahí descubrimos que lo que leímos era en realidad Primavera, y no lo voz directa de Walker, que ya muy enfermo pide ayuda a Freeman para terminar el tríptico, y siente que el tiempo apremia. Poco tiempo después y bajo los consejos de Freeman, Walker envía el segundo capítulo escrito en segunda persona, distancia tomada debido a las dificultades que tuvo en contar detalles de su propia vida. La narración detalla los hechos posteriores al asesinato, el alejamiento con Born, la vida universitaria, la muerte de su hermano Andy en la infancia y la compleja relación con su hermana Gwyn. Al envio de este segundo capitulo, Verano, Walker y Freeman concertan un reencuentro que nunca se dará pues Walker muere antes.


Freeman se entera del hecho al acudir a la cita trunca y conversar con la hijastra de Walker, Rebecca, quien le entrega un sobre con el manuscrito boceteado de Otoño, última voluntad de un Walker emaciado por la leucemia e incapaz de corregir textos. El legado para Freeman es publicar lo textos bajo la forma de una novela. En el tercer capítulo, conocemos de las vicisitudes de Walker en París: el reencuentro con Margot, la sorpresiva reaparición de Born, la amistad con Helene (prometida de Born) y su hija Cécile, la trama urdida por Walker para vengarse de Born, que luego deviene en fallida. Walker retorna a America en una confusa expulsión de Francia . El texto concluye con frases inconexas pero reveladoras.




A partir de allí se desarrolla una obra polifónica, orquestada por Freeman quien visita a Gwyn, de la cual estaba secretamente enamorado, y a Cécile. A través de ellas Freeman, compone y descompone la historia de Walker, a partir de conversaciones que afirman o desmienten lo ya escrito, se vale además de diarios personales para conocer una verdad borrosa, como un juego de espejos que se va desdibujando y transformando en el pasaje de un personaje a otro. La narración concluye con la versión de Cécile y su reencuentro con un crepuscular Born, un acabado señor de la guerra, en una isla del Caribe.



Invisible, es una novela metaliteraria y como un fractal, sus ideas se van dividiendo en diferentes planos. Es pletóricas en referencias, usadas como sextantes en una navegación en la noche oscura de la vida, desde el Infierno de Dante hasta Enrique Vila-Matas, pasando por la poesía provenzal hasta Stendhal. Es una novela de escritores: uno agonizando, el otro en el cenit de su carrera. Los textos se heredan como antorchas que se prenden unas a otras para evitar que la luz se apague. De eso también trata la novela, de la riqueza de los textos literarios, que alumbran los rincones de la vida, para hacerlos visibles a los demás.


Invisible es la verdad, que aparece camuflada entre la ficción y la negación de los personajes. Invisible es Walker, al que conocemos por sus textos y por los recuerdos de otros. Invisibles son las pulsiones de los personajes. Invisible es el amor, de Walker a Margot, de Cécile a Walker y de éste a Gwyn, escabrosa relación narrada al detalle, pero negada por una de las partes. Invisible es la guerra, de Vietnam a Afganistán, pasando por las soterradas luchas del espionaje internacional. Invisible es el Invierno dentro de la metaficción, que suponemos es la muerte, vista acaso como vida después de la vida y como la redención de los pecados terrenales. Invisible es lo que se calla o lo que se mantiene oculto a sabiendas.


En la novela también hay una Venus y un Marte, conflicto que enciende el eterno motor de las historias humanas. Acaso no sea casualidad que el nombre de Walker sea Adam. El amor, que en esta novela genera acciones, desencuentros y equivocaciones, puede llegar a ser tierno e inocente, posesivo e incestuoso, puede sublimar o apagarse, puede ser abierto o prohibido. En cambio la guerra en esta novela tiene un sentido más real, partiendo de las intrigas del trovador provenzal Bertran de Born, hasta las guerras y revueltas de Vietnam, Mayo del 68, las escaramuzas de la Guerra Fría, el 11 de Setiembre, los Servicios Secretos y la invasión de Afganistán. La violencia física o conceptual en esta novela revela la condición humana, genera vencedores y derrotados tendidos en el camino de la vida.


La novela describe a Walker usando una narración en primera persona, luego en segunda, luego en tercera, como si el propio personaje se fuera alejando de la vida y el punto de vista del narrador a medida que su vida se apaga. Y es así como entendemos que la verdad es una ficción o viceversa, un juego de espejos que se hace confuso y dialéctico, una mentira que revela una verdad.


Como telón de fondo, están los sentimientos humanos y ese tour de force que lleva a Walker a dejar su testamiento literario y a Cécile a dejar constancia de su versión de los hechos, de esa visita final a Born, una especie de Corazón de las Tinieblas post moderna, donde se le revelan verdades confusas, primero dichas por Born y otra que es inferida por los ruidos que ella escucha pero no puede ver.

Eso es Invisible, una filigrana literaria de ilusiones, de ciertas verdades y mentiras que está sembrada de metatextos y metaficción. Una prosa exquisita que parece simple solo en lo superficial, ya que las implicancias narrativas y filosóficas son múltiples y profundas como la tragedia humana misma.


Invisible, es Auster en estado puro.

1 comentario:

zUmO dE pOeSíA dijo...

Buena novela, pero el final está mal logrado, mal resuelto.

Lamentablemente, lo que podía haber sido una obra maestra no lo es.