Los textos del cuento me recuerdan muchas cosas del hospital: los familiares ansiosos en las afueras del cuarto de reposo, la tranquilidad interrumpida de sus rostros. Su obsesión por el goteo del frasco del suero, como si cada gota marcara el compás del ritmo de la respiración. En cómo las imágenes del entorno hospitalario aparecen brumosas, desenfocadas del objeto principal de atención, el cuerpo doliente del pariente cercano.
Con los días, cuando la angustia va cediendo al cansancio, el mundo reaparece: los pasillos, el personal, otros familiares. Sin embargo, para los Weiss, a pesar que el mundo se le hace mas visible con los días, ellos tienen que lidiar con el Principio de Incertidumbre: no saber exactamente la posición de un fenómeno físico determinado, en este caso la salud de Scotty. Aplicado a la mecánica cuántica, es no conocer cual es la ubicación exacta de un electrón en un momento determinado.
Para los Weiss es hasta terapéutico saber si Scotty está en coma o en un estado intermedio y cuáles son sus posibilidades de despertar. Pero no lo logran, el doctor Francis siempre tiene palabras de aliento, de una falsa seguridad:
Tendría que haber despertado ya. No hay razón para que continúe así - dijo- Pero les aseguro que todos estamos convencidos de que esta fuera de peligro. No hay razón en absoluto para que no vuelva en sí. Muy pronto. Bueno, cuando se despierte tendrá una jaqueca espantosa, desde luego. Pero sus constantes son buenas, lo mas normales posible.
Las constantes, el error repetido de mis residentes e internos, pensar que el paciente es un resultado de laboratorio. Las constantes pueden estar normales hasta minutos antes de la muerte.
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