martes, 18 de noviembre de 2008

El Africano




El libro no me pudo llegar en mejor momento, cuando pasaba el día con mis padres. Impulsado por la curiosidad del reciente premio Nobel de Literatura: Jean Marie Gustave Le Clezio, conseguí el único ejemplar disponible en una librería de El Africano.
Le Clezio fue considerado por la Academia Sueca como un "novelista de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada, investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante". Además, señalaba que, "partiendo de los últimos estertores del existencialismo y del 'nouveau roman', Le Clézio ha conseguido rescatar las palabras del estado degenerado del lenguaje cotidiano y devolverles la fuerza para invocar una realidad existencial".

Debo reconocer que supe de la existencia del escritor francés un par de días antes de la entrega del premio Nobel, intrigado por la novedad y la sorpresa abrí la primera página:
"Todo ser humano es el resultado de un padre y de una madre. Se puede no reconocerlos, no quererlos, se puede dudar de ellos. Pero están allí, con su cara, sus actitudes, sus modales y manías, sus ilusiones, sus esperanzas, la forma de sus manos y de los dedos del pie, el color de sus ojos y de su pelo, su manera de hablar, sus pensamientos, probablemente la edad de su muerte, todo eso ha pasado a nosotros..."
Cerré el libro, me levanté de la cama y salí al jardín: mi padre estaba podando unas plantas, mi madre metros mas allá sentada en un banco pegando el botón de una camisa. Solos, en silencio, cumpliendo esa regla no escrita de acompañarse aún sin decirse nada. Me quedé quieto a una distancia prudente, sólo para no perturbar el cuadro que se me presentaba tierno y candoroso.
Traté de retroceder el tiempo en mi mente, los imaginé diez, veinte, treinta años atrás. El tiempo y la vida se habían encargado de provocar fisuras en su vida y en su piel, podía notarse el cansancio que provocan las labores extenuantes, como la de ser padres a tiempo completo. Recordé sus consejos, sus cuidados y también sus llamadas de atención. Recordé también los momentos de mi rebeldía y su cara al verme llegar derrotado por ciertas circunstancias de mi vida.
Estuvieron siempre allí conmigo, como lo están ahora.


No hay comentarios.: