Ayer terminé de la serie de rondas clínicas en Medicina Tropical a las que estoy comprometido cada verano.
Es una experiencia alucinante pero a la vez agotadora, durante semanas giro alrededor de los pacientes y los textos, esta vez científicos. Por mi mente vuelan los mosquitos y nadan las bacterias, los hongos se asientan y los virus se propagan.
Pero también se mezclan las historias y recuerdo una vez mas que las infecciones son producto de migraciones, invasiones y batallas. Que vivimos haciendo equilibrio sobre una cuerda inestable y en este juego incesante tenemos grandes y pequeñas victorias.
Las enfermedades tropicales funcionan también como coordenadas de referencia, nos dividimos en zonas endémicas y en zonas de susceptibles, donde a veces nosotros podemos escoger en que bando queremos estar. Otras veces somos secuestrados y tomados como rehenes por la colonia de gérmenes.
Muchas historias se han escritos sobre epidemias, pestes y pústulas, de eso me nutrí todo este tiempo, que por coincidencia se superpone a la cuaresma, es una zona de retiro en mi vida de la que usualmente salgo transformado, con nuevas ideas.
Es una revancha donde me nutro de los gérmenes para entender mejor la vida y crear historias. Una cuarentena literaria.
En la foto: no todos los bichos son así de simpáticos
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