Ahora repaso Poesía Ingenua y Poesía Sentimental de Friedrich Schiller y me pareció conveniente dejarles los párrafos iniciales:
HAY en nuestra vida momentos en que dedicamos cierto amor y conmovido respeto a la naturaleza en las plantas, minerales, animales, paisajes, así como a la naturaleza humana en los niños, en las costumbres de la gente campesina y de los pueblos primitivos, no porque agrade a nuestros sentidos, ni tampoco porque satisfaga a nuestro entendimiento o gusto (en ambos respectos puede a menudo ocurrir lo contrario), sino por el mero hecho de ser naturaleza. Todo espíritu afinado que no carezca por completo de sentimientos lo experimenta cuando se pasea al aire libre, cuando vive en. el campo o cuando se detiene ante los monumentos de tiempos pasados; en suma, cuando el aspecto de la simple naturaleza lo sorprende en circunstancias y situaciones artificiales. En este interés, que no pocas veces llega a ser necesidad, se fundan muchas de nuestras aficiones, por ejemplo a flores y animales, a los jardines sencillos, a los paseos, al campo y sus habitantes, a muchas creaciones de la antigüedad remota, siempre que no entre en ello la afectación, ni algún otro interés accidental, Pero este modo de interés hacia la naturaleza nace sólo bajo dos condiciones.
En primer lugar, es absolutamente necesario que el objeto que nos lo inspira sea naturaleza o por lo menos que lo consideremos como tal; y luego, que sea ingenuo (en el más amplio significado de la palabra), es decir, que en él la naturaleza contraste con el arte y lo supere. Cuando esto último se agrega a lo primero, y sólo entonces, resulta ingenua la naturaleza.
La naturaleza, desde este punto de vista, no radica en otra cosa que en ser
espontáneamente, en subsistir las cosas por sí mismas, en existir según leyes propias e invariables.
Es indispensable que admitamos tal concepción si hemos de tomar interés en semejantes fenómenos. Aunque a una flor artificial pudiera dársele la más acabada y engañosa apariencia de naturaleza, aunque la ilusión de lo ingenuo en las costumbres pudiera llevarse hasta el máximo grado, al descubrir que era una imitación quedaría sin embarga anulado el sentimiento a que nos referimos.
De esto se desprende que tal manera de complacencia en la naturaleza no es estética, sino moral; porque no es producida directamente por la contemplación, sino por intermedio de una idea…
Ya que lo artificial es tan efímero como la moda y como tantas tendencias imperantes.
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