viernes, 1 de febrero de 2008

El Amor en los Tiempos del Cólera


Esta semana ocurrieron dos hechos relacionados a la novela, El Amor en los Tiempos del Cólera. Fuí a ver la pelicula de Mike Newell basada en el texto literario y leí un comentario de Alonso Cueto, Leer Mirando, publicado en el suplemento cultural de la Tercera. Acaso el mas relevante para mi haya sido el segundo de ellos.



En el artículo, Alonso dice que la película es el ejemplo de como se puede destruir una novela siendo fiel al original.




La unica manera de hacer una gran adaptacion literaria es no siendo literal. Un director está obligado a seleccionar, transformar, potenciar episodios de una novela, aquellos en lo que encuentre su corazón.

Tiene toda la razón. Si por un lado me la pasé reconociendo escenas de la novela, incluyendo una que pensé que no lo haría como el episodio del adulterio de Juvenal Urbino, aquel que requiere de un largo periodo de intriga, pero que en el film se resuelve de un solo tiro, las escenas aparecen como un collage de situaciones y no se puede apreciar la transformación psicológica de los personajes, es decir la anagnórisis.


La película es una larga secuencia de imágenes de la novela, que siguen el texto linealmente y que para colmo, como espectadores latinos, incomoda escucharlos en inglés.


Sin embargo, a pesar de la adaptación de época, los actores no convencen del todo, el padre de Fermina Daza, que me parece haberlo visto como gangster en Miami Vice, o la guapa Giovanna Mezzogiorno, poco creíble en su rol de Fermina envejecida, o Angie Cepeda como la viuda alegre que recuerda a su marido sobre todo durante sus orgasmos.


Un papel aparte es Javier Bardem, creíble en su papel de Florentino Ariza joven y en el proceso de envejecimiento.


Pero quien me decepciona de cabo a rabo es Benjamin Bratt como Juvenal Urbino, no importa si tiene ancestros peruanos como para capturar el sentir latino. No encaja en el personaje y tira para abajo la imagen literaria del médico obsesionado en la lucha contra el cólera. Mas que una sutil pedantería, Brat exuda burla y cinismo por el entorno.


Las novelas tiene muchas connotaciones, que en este caso, no fueron aprovechadas por un director que al parecer no sintió el texto, solo se limitó a copiarlo.


Ese fue su principal error, no ser un buen lector. Esperaré entonces a ver Expiación y No es País para Viejos, originales de Ian McEwan y Cormac McCarthy respectivamente.

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