Han pasado algunas horas del terremoto, ademas de estar hipersensible a cada réplica, mientras arreglo los libros que se descoyuntaron del armario me encuentro con Crónica de San Gabriel, de Julio Ramón Ribeyro. Novela de aprendizaje sobre el viaje de un adolescente limeño a un fundo de la sierra. En uno de los capítulos finales, cuando los acontecimientos están por desemobcar en una crisis, ocurre lo siguiente durante un almuerzo familiar:
Todos aguzamos el oído y escuchamos, entonces, el nacimiento de un ruido sordo,
lejano como el de un rio subterráneo. el rumor fue aumentando. El agua de la
garrafa comenzó a oscilar. Al mirar hacia el reloj de pared vi que el péndulo
golpeaba con fuerza ambos lados de su caja. Cuando del cielo raso se desprendió
el primer cascajadotodos nos levantamos y nos precipitamos hacia el patio. La
tierra había comenzado a temblar...
A continuación se describen diversas experiencias vividas en un terremoto, como
Vivimos por casi dos minutos que parecían eternos, algunos recordando imágenes del pasado, otros pasándolas por primera vez, un terremoto que, como siempre y saca de nosotros acciones inesperadas....los primeros remezones fueron tan fuertes que la tierra parecía ondular y
mientras corríamos a través del corredor yo trastabillé...El rumor subterráneo
crecía sin tregua, al punto que nuetras voces apenas se escuchaban confundidas
con el aullido de los perros..el perfil de los cerros parecía desdibujarse y una
espesa polvareda rodaba por las faldas... el último zamacón inclinó el
campanario de la capilla. Todos vimos como lentamente se iba proyectando hacía
un costado, sin perder su forma, hasta hacerse polvo contra el suelo... Todos
habíamos quedado callados sintiendo bajo nuestros pies esfumarse las últimas
vibraciones...
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
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