Inside Llewyn
Davis
es un viaje circular hacia el fracaso recurrente. La última película de los Hermanos
Coen viene envuelta en los colores fríos del invierno neoyorkino. Estamos en
los inicios de los 60s viviendo el mundo de la música folk, los estudios de
grabación y los discos de vinilo en Greenwich Village. El buen Llewyn recorre
la vida cargando una guitarra y un pesado lastre emocional. Tiempo atrás su compañero
musical se tiró del puente George Washington en New York –en una época en que tenía
mayor distinción tirarse del puente Brooklyn, según un delicioso diálogo en la
película-. Desde aquel suicidio Llewyn parece haber perdido el centro de gravedad
y transita su melancolía en calles cubiertas de nieve, pernoctando donde buena
o malamente lo acojan, teniendo el sofá de los amigos como su mejor cama.
La
película es la travesía de aquella parte remanente del dueto Timlin and Davis
luchando por hacerse una carrera como solista y por, literalmente, hacerse
escuchar. En ese camino repasa su vida y acciones con los amigos de siempre (la
pareja formada por los músicos Jim y Jean, quien está embarazada sin estar
segura quien es el padre, por lo que desea abortar) y con una galería de
personajes estrambóticos como un conductor beatnik silencioso, un heroinómano
músico de jazz, el dueño de un bar, un soldado que canta folk, un viejo productor
discográfico. Completan el reparto una pareja generosa de adultos mayores, los
Gorfein, y su gato, quienes lo hospedan
temporalmente. En una de aquellas mañanas en casa de los Gorfein, a Llewyn se
le escapa la mascota, cuyo nombre desconoce, no teniendo como devolverlo se lo
lleva consigo y se convierte en su compañía temporal así como en la única
demostración de afecto que Llewyn tiene hacia los demás. Días después, estando en casa de Jim y Jean
el gato luego escapa.
A
lo largo de aquellos encuentros vamos conociendo los efectos del suicidio de
Timlin, el fracaso de Llewyn para tener una relación saludable con su hermana,
quien lo tilda de fracasado. Conversando con un ginecólogo amigo para que se
encargue del aborto de Jean, Llewyn se entera que su ex pareja desistió de
abortar dos años atrás, quien se mudó a Akron y que es padre sin haberlo sabido.
Mientras
tanto, Llewyn continúa recibiendo los reproches de sus amigos cercanos y su
hermana que atacan su apatía y abulia crónicas. En un intento por arreglar
cuentas con el pasado, Llewyn visita en el asilo a su padre que padece de demencia,
un ex marino mercante de relativo prestigio en su gremio. Lo único que tiene Llewyn
para ofrecerle y romper el hielo es una canción, The Shoals of herring, una hermosa canción que en clave de metáfora
pesquera habla de perseguir ideales y luchar por ellos. No sabemos si su padre
lo entiende pero al final de la canción le regala una profunda mirada y un
parpadeo desde el fondo profundo de sus recuerdos.
Llewyn,
tiene un disco como solista que no se vende, su productor, un hombre viejo que
está más interesado en asistir a los funerales de sus amigos que en vender sus
discos, no le presta atención a los reproches de Llewyn por promocionar su obra,
solo reacciona cuando Llewyn le dice tener frío y el viejo le presta su abrigo.
Llewyn canta en bares sombríos, canta bien, con aquel sentimiento que no
demuestra en sus relaciones humanas y un día vuela a los estudios de CBS para
tocar la guitarra y ahcer el coro en un disco que graba su amigo Jim.
Luego
hace un viaje onírico hacia Chicago aprovechando un aventón con el beatnik Johnny
Five que asiste a Roland Turner, un obeso
y heroinómano músico de jazz, interpretado por un genial John Goodman, quien se
burla constantemente de Llewyn, que se lleva a la mascota, “a folk singer with a cat”. En Chicago busca el local The Gate of Horn, propiedad del severo productor
musical Bud Grossman, quien no ha recibido la muestra del disco de Llewyn que
se supone había enviado su productor, Grossman le pide a Llewyn que cante en
lugar de escuchar su disco, quiere escucharlo desde inside Llewyn Davis, es decir que cante con las entrañas, y Llewyn
lo hace con The Death of Queen Jane”,
pero es no fue suficiente para Grossman, acaso hayan muchos Llewyn haciendo lo
mismo y necesita diferenciarse del resto.
Así
comienza el camino de regreso a New York haciendo autostop a través de un conductor cansado quien le pide conducir su
auto. Llewyn viaja por una oscura autopista que soporta una constante nevada,
atropella un gato parecido a la mascota que tenía pero no la mata, fuera del
coche Llewyn ve como el gato huye cojeando. Más adelante, ve el pueblo de Akron
pero desiste de tomar el desvío y visitar a su hijo. Ya en “casa” decide
reengancharse en la Marina Mercante pero por falta de dinero y papeles regresa
a su vida de músico de bares sombríos, donde se entera que hay hechos que
suceden al margen de él porque no lo toman en serio. Llewyn, visita de nuevo a
los Gorfein donde se entera que la mascota que él perdió volvió a casa, pues
los gatos siempre encuentran su camino de regreso y cantando una canción
explota mientras canta una canción de su dúo y la Sra Gorfein canta la parte
del fallecido Timlin.
Llewyn
regresa al bar donde usualmente canta, se emborracha y arma un escándalo al
escuchar a una cantante aficionada. Al día siguiente vuelve allí y padece de un
ajuste de cuentas en un oscuro callejón, todo al parecer por un marido
indignado. Por esa paliza se pierde la performance de un joven Bob Dylan que
canta en aquel bar, se pierde el inicio de una nueva era en la folk music.
Titulada
con inusual acierto como Balada de un hombre común, Inside Llewyn Davis es la última aventura de los Hermanos Coen, que
recibieron por esta película la Palma de Oro en Cannes 2013, una película en
espléndidos claroscuros e impregnada de contagiosas canciones folk, como Fare thee well. La película, tierna y
triste, es el viaje de un perdedor empedernido y melancólico pero que canta con
la entrañas, a quien su amiga Jean le recomienda usar doble condón para que no
se reproduzca. Llewyn, maestro del auto sabotaje viaja por la vida cargado de
tristeza y una pasión soterrada, de cuando en cuando comparte su camino con un
gato a quien le procura siempre un plato de leche, un gato cuyo nombre tiene la
clave de la película.
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