El
Burlador de Sevilla, obra de estilo barroco de Tirso de Molina narra las
peripecias de Don Juan Tenorio, hábil en el arte de la seducción femenina. La
obra abre la escena con una duquesa engañada y la huida del pícaro. Ante tales
evidencias el Rey exclama:
[Que] no
importan fuerzas,
Guardas,
criados, murallas, fortalecidas almenas,
para amor, que la de un niño
hasta los muros penetra…
Isabella,
la mujer seducida y prometida del duque Octavio, implora al Rey ofendido el
perdón, pero éste sigue de espaldas invocando un castigo. A lo que Isabella
replica:
Mi culpa
No hay disculpa
que la venza; mas no será el yerro tanto,
si el duque Octavio lo enmienda
El
duque Octavio, versos más adelante será motivo de burla del mismísimo Don Juan
al exclamar que el duque pasó de Sagitario (amante con las flechas del amor) a
capricornio, es decir un vulgar cornudo.
Sin
embargo, las fechorías tienen un castigo cuando el burlador es burlado. De este
modo el lector obtiene la moraleja entre la salvación y el pecado.
Tratado
de moral, de amor cortés o simplemente literatura, El Burlador de Sevilla es
una obra divertida que mantiene vigencia.
Si no me creen, a darse una vuelta por la prensa del corazón o
las conversaciones de las tías
1 comentario:
!Ha ya sé Aldito! ,estas leyendo a Don Juan Tenorio y las trampas del amor.
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