Esta
mañana amanecí una vez más antes del despertador. Como es mi costumbre, salí a
la ventana a sentir el silencio y ver el cielo, que era como un papel tornasol
con sus matices de celeste, blanco, gris y amarillo. Una brisa fresca entraba
pronto a la habitación.
Minutos
después, mientras tomaba el café recién pasado de todas las mañanas se me
vinieron en tropel la letra y la melodía de una canción. Horas más tarde y
google de por medio conseguí la canción: Annie´s Song de John Denver:
You fill up my
senses like a night in a forest
Like the
mountains in springtime
like a walk in
the rain
Like a storm in
the desert
like a sleepy
blue ocean
You fill up my
senses
come fill me
again
Come let me love you let me give my life to you
Let me drown in
your laughter let me die in your arms
Let me lay down
beside you let me always be with you
Come let me love
you come love me again
Let me give my
life to you come let me love you come love me again
Curiosos
zarpazos te da la memoria. Aquella hermosa canción me devolvió a la
adolescencia. Cuando utilizaba un diccionario para entender las letras de las
canciones y me escondía de mis triunfos y derrotas detrás de la oscuridad de mi
habitación, teniendo como única compañía un radio a transistores o una cinta de
casete que rebobinaba hasta el cansancio.
Y
desde ésa época, también miraba el cielo a través de la ventana, si con suerte
estaba despejado, adivinando las constelaciones y con la esperanza juvenil de
ver una estrella fugaz para pedir un deseo.
Como
aquellas marcas que hacía en la puerta de mi habitación de adolescente, para
comprobar mi crecimiento. Todos estos años la vida ha dejado sus marcas en mí.
¿Qué
mensaje me habrá querido dar la memoria el día de hoy? No logro aún
descifrarlo.
Solo
sé que sigo mirando el cielo con la misma esperanza de aquellos días.
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