sábado, 9 de noviembre de 2013

La Oscuridad de los Rayos X


Una de las cosas que más me impactó al llegar al laboratorio de radiología por primera vez fue una foto colgada en la pared. En ella, un profesor proyectaba la imagen de una calavera sobre la pantalla en un salón a oscuras, lo que convertía la imagen en tétrica pero a la vez interesante.

La calavera simulaba un espectro dando información a atentos estudiantes, como las apariciones del padre de Hamlet. Durante las siguientes semanas, me la pasé viendo estos espectros proyectados en la pared. Las clases se hacían en una sala oscura donde teníamos que hacer malabares para tomar notas y registrar aquellos trucos de radiólogo que permitían distinguir un hallazgo normal de una enfermedad. Ante nosotros desfilaban huesos, cráneos, sillas turcas, árboles bronquiales y complejas redes arteriales. Estas sesiones nocturnas tenían algo de surrealista por la oscuridad superpuesta a la arquitectura de un edificio antiguo y a esas horas silencioso.

Actualmente los habitantes de una ciudad estamos poco acostumbrados a la oscuridad y silencio casi absolutos. El alumbrado público y los automóviles le confieren una ausencia de quietud a las grandes ciudades. Distintas eran las épocas en que las ciudades dormían y al amparo de una noche cerrada, unánime como diría Borges, se tejían historias de espectros.

Cerca de la medianoche del 8 de noviembre de 1895, Wilhelm Conrad Röntgen continuaba aplicando corriente eléctrica a tubos al vacío. Solo en su laboratorio en una oscuridad casi absoluta vio destellos en el aire y en las paredes. Un fenómeno reportado también por sus pares en Inglaterra, que bajo la era victoriana albergaba historias sobre el ectoplasma, masa etérea informa que divagaba en el ambiente y era convocada por médiums. Arthur Conan Doyle los describe en su Historia sobre el Espiritualismo.

Imagino que las primeras “apariciones” habrán sorprendido y asustado a Röntgen, pero él no era un médium sino un científico. Así que continuó disparando sus cargas eléctricas especulando sobre la presencia de unos rayos invisibles que trató de detener infructuosamente con láminas de cartón, cobre y aluminio. Finalmente se decidió por una lámina de plomo. Al poner la mano entre la placa y el tubo el vacío electrificado vio los huesos de su mano proyectados sobre la lámina de plomo. No se le ocurrió mejor idea de poner sobre aquella lámina un trozo de papel fotográfico obteniendo la primera radiografía de la historia.

En ese momento Röntgen no conocía la naturaleza de aquellos rayos que proyectaban espectros óseos sobre las placas de plomo o el papel fotográfico, así que les llamó rayos X.

Era 1895, la electricidad había realizado otro de sus trucos. Ya había pasado la época del mesmerismo y los escritores románticos. El siglo XX estaba cerca esperando los trabajos de Edison y la genialidad de Tesla.

Pero las historias de espectros en la literatura y pronto en el cine que recién comenzaba no tendrían fin.
 
En la foto: la mano de la esposa de Röntgen, Ana bertha Ludwig,  con el aro matrimonial

No hay comentarios.: