viernes, 13 de septiembre de 2013

Léctura rápida...


Comienzan a aparecer las reseñas de "El Héroe Discreto". Esta vez viene de La Nación ADN Cultura por  Maria Rosa Lojo. Según ella la historia se lee de un tirón y cómo se vaticinaba, es una novela plena en peruanismos:

“…¿Qué vuelve? ¿Quiénes vuelven? En primer lugar, algunos espacios clave, como las ciudades de Lima y de Piura. Y ciertos personajes: don Rigoberto y familia: su esposa Lucrecia, su hijo Fonchito, la empleada Justiniana (Elogio de la madrastra, Los cuadernos de don Rigoberto). También Lituma (La casa verde, Lituma en los Andes), que ahora es sargento en una comisaría de Piura, y algunos sobrevivientes de su tormentoso pasado: dos de los "inconquistables", sus primos José y "el Mono" León. Pero ni espacios ni personajes son exactamente los mismos. Lima y Piura han crecido. Zonas miserables han ascendido a barrios de clase media emergente. La tecnología ha llegado a lugares impensables y aun Piura cuenta con shoppings refrigerados donde conviven varias salas de cine con boutiques de primeras marcas. Salvo Lituma, los ex "inconquistables" han prosperado. Se han vuelto, al menos desde la mirada del policía mal pago, "blanquiñosos y ricos", propietarios, respectivamente, de un taller y de una ladrillera. No obstante, aun en medio de cierto bienestar general, sigue existiendo pobreza, y la violencia toma otras formas. Como la de los sicarios, o las mafias que extorsionan a pequeños empresarios y a comerciantes. Con una amenaza de ese jaez se inicia la tensión dramática que inaugura la novela y que pone en jaque la vida sencilla y rutinaria del "héroe discreto" don Felícito Yanaqué, dueño de la empresa de transportes Narihualá, radicada en Piura.

Si bien el título del libro está en singular, en realidad hay dos héroes, ambos en situación de conflicto (declarado u oculto) con sus hijos varones, y ambos también empresarios, pero de extracción muy diferente. Uno es Yanaqué, "cholo chulucano" de humildísimos orígenes; el otro es el limeño Ismael Carrera, dueño de una exitosa aseguradora fundada por su padre. Aunque Yanaqué se ha hecho desde la nada con ímprobos esfuerzos y Carrera ha heredado su empresa, los dos tienen en común una ética del trabajo y la disciplina, que anteponen a todo otro objetivo, y veneran la memoria de los padres que les han transmitido esos valores. Sin llegar a conocerse personalmente, sus historias se conectarán de todos modos, a través de algunos sucesos por demás extraordinarios.

…La parodia humorística y la identificación empática diseñan la imagen de ambos, sobre todo la de Yanaqué, minúsculo y enclenque; a falta de artes marciales, ha sido entrenado en la práctica salutífera del Qi Gong por Lau, un amigo chino muerto en la miseria y el fracaso. En contraste con su apariencia insignificante, este singular "héroe de nuestro tiempo" se obstinará hasta el final en cumplir el juramento que le ha hecho a su padre en el lecho de muerte: jamás dejarse pisotear por nadie. El octogenario Ismael Carrera, agobiado por los disgustos que sus hijos le causan, descubrirá en sí mismo fuerzas insospechadas para enfrentarse a los herederos que esperan su inminente fallecimiento. Los dos hombres, ya viejos o en camino de serlo, imprimirán a sus destinos un giro insólito. También, con suerte dispar, experimentarán la pasión amorosa más intensa de sus vidas…”


 

 
 

No hay comentarios.: