Comienzan a aparecer las reseñas
de "El Héroe Discreto". Esta vez viene de La Nación ADN Cultura por Maria Rosa Lojo. Según ella la historia se lee
de un tirón y cómo se vaticinaba, es una novela plena en peruanismos:
“…¿Qué vuelve?
¿Quiénes vuelven? En primer lugar, algunos espacios clave, como las ciudades de
Lima y de Piura. Y ciertos personajes: don Rigoberto y familia: su esposa
Lucrecia, su hijo Fonchito, la empleada Justiniana (Elogio de la madrastra, Los
cuadernos de don Rigoberto). También Lituma (La casa verde, Lituma en los
Andes), que ahora es sargento en una comisaría de Piura, y algunos
sobrevivientes de su tormentoso pasado: dos de los "inconquistables",
sus primos José y "el Mono" León. Pero ni espacios ni personajes son
exactamente los mismos. Lima y Piura han crecido. Zonas miserables han
ascendido a barrios de clase media emergente. La tecnología ha llegado a
lugares impensables y aun Piura cuenta con shoppings refrigerados donde
conviven varias salas de cine con boutiques de primeras marcas. Salvo Lituma,
los ex "inconquistables" han prosperado. Se han vuelto, al menos
desde la mirada del policía mal pago, "blanquiñosos y ricos",
propietarios, respectivamente, de un taller y de una ladrillera. No obstante,
aun en medio de cierto bienestar general, sigue existiendo pobreza, y la
violencia toma otras formas. Como la de los sicarios, o las mafias que
extorsionan a pequeños empresarios y a comerciantes. Con una amenaza de ese
jaez se inicia la tensión dramática que inaugura la novela y que pone en jaque
la vida sencilla y rutinaria del "héroe discreto" don Felícito
Yanaqué, dueño de la empresa de transportes Narihualá, radicada en Piura.
Si bien el título del libro está en
singular, en realidad hay dos héroes, ambos en situación de conflicto
(declarado u oculto) con sus hijos varones, y ambos también empresarios, pero
de extracción muy diferente. Uno es Yanaqué, "cholo chulucano" de
humildísimos orígenes; el otro es el limeño Ismael Carrera, dueño de una
exitosa aseguradora fundada por su padre. Aunque Yanaqué se ha hecho desde la
nada con ímprobos esfuerzos y Carrera ha heredado su empresa, los dos tienen en
común una ética del trabajo y la disciplina, que anteponen a todo otro
objetivo, y veneran la memoria de los padres que les han transmitido esos
valores. Sin llegar a conocerse personalmente, sus historias se conectarán de
todos modos, a través de algunos sucesos por demás extraordinarios.
…La parodia humorística y la identificación
empática diseñan la imagen de ambos, sobre todo la de Yanaqué, minúsculo y
enclenque; a falta de artes marciales, ha sido entrenado en la práctica
salutífera del Qi Gong por Lau, un amigo chino muerto en la miseria y el
fracaso. En contraste con su apariencia insignificante, este singular
"héroe de nuestro tiempo" se obstinará hasta el final en cumplir el
juramento que le ha hecho a su padre en el lecho de muerte: jamás dejarse
pisotear por nadie. El octogenario Ismael Carrera, agobiado por los disgustos
que sus hijos le causan, descubrirá en sí mismo fuerzas insospechadas para
enfrentarse a los herederos que esperan su inminente fallecimiento. Los dos
hombres, ya viejos o en camino de serlo, imprimirán a sus destinos un giro
insólito. También, con suerte dispar, experimentarán la pasión amorosa más
intensa de sus vidas…”
La reseña
completa se puede leer aquí http://www.lanacion.com.ar/1618011-paginas-que-se-leen-sin-poder-parar
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