lunes, 14 de febrero de 2011

Fragmentos de Discursos Amorosos


¿De qué forma y consistencia es el amor? ¿Viene en la fingida apariencia de un pendiente de rubí con forma de corazón en una canción de Jackson Browne? ¿Desplegado con simetría y equidistancia como en la Geometría del Amor de John Cheever? ¿Vacuo como la búsqueda desesperada de amor y reconocimiento de Madame Bovary o épico y tenaz como el amor de Anna Karenina? ¿Distante, puro y apasionado como el de Dante a Beatriz o trágico como el de Tristán e Isolde? ¿Bello como un soneto de Shakespeare? ¿Fuerte, adúltero y fatal como en el Velo Pintado de Somerset Maugham? ¿A medio camino de consistencia entre lo que decía Salinger: la diferencia entre la felicidad y alegría es “que la alegría es un líquido, mientras que la felicidad es un sólido”? ¿Cristalizado como en Del Amor de Stendhal? ¿Cómo el relámpago que atonta en la Rayuela de Cortázar? ¿Cortante como un riff de guitarra o melodioso como melodía de violines?

Cada uno de nosotros tendrá su propia definición y significado y de entre las miles de formas de amar, nos quedaremos con la nuestra. Con esa forma y consistencia que ha creado nuestra propia historia de amores: amalgamada con los algodones y cementos de nuestros afectos y fraguada por los golpes de la pasión.

A continuación, algunos momentos estelares en los amores de otros, que también es otra forma de aprender a amar:

Este es el párrafo inicial de El Museo de la Inocencia de Orham Pamuk. Kemal, un rico heredero que ha perdido a Fusum, una pariente lejana de una clase inferior. Reconstruye su amor a partir de recuerdos y objetos:


...Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de haber comprendido que aquel era el momento más feliz de mi vida, nunca lo habría dejado escapar. Ese momento dorado en que una profunda paz espiritual envolvió todo mi ser quizá durara solo unos segundos, pero me pareció que la felicidad los convertía en horas, años…



Una de las tías instruye a Tsukiko Omachi, la antigua alumna enamorada de su maestro en El Cielo es Azul, La Tierra Blanca de Hiromi Kawakami:


En eso consiste el amor –repetía la mujer-. Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo, protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño deja que se marchite hasta que muera…



Las desventuras del amor adolescente de unos Nerds fascinados por la astronomía, la ciencia ficción de los viajes interestelares y el borroso límite entre el tiempo y el espacio en Al Fondo del Cielo de Rodrigo Fresán:

...Y me pregunto si existirá algo más sci-fi que la súbita irrupción del virus del amor en el hospital de la juventud, de esa presencia extraterrestre que de golpe y sin aviso te posee y te convierte en un cosmonauta en trance… ese amor que todo lo inicia y que te derriba para hacer que asciendas envuelto en los giros de un rayo curvo e invisible que pone a temblar a las agujas de todos los detectores de energías extrañas…



Las divagaciones filosóficas de la naturaleza mutante y caprichosa del amor y su efecto sobre los humildes mortales en la Balada del Café Triste de Curson McCullers


…Las personas mas extravagantes pueden ser el estímulo para el amor. Un hombre puede ser un viejo chocho y seguir amando a una desconocida que vio en las calles de Cheehaw una tarde, dos décadas atrás. El predicador puede amar a una mujer perdida. La persona amada puede ser traicionera, tener el pelo grasiento y malas costumbres. Si, y el amante puede ver esto con tanta claridad como el resto, pero no afecta un ápice la evolución de su amor. Una persona absolutamente mediocre puede ser el objeto de un amor salvaje, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo de un amor violento y denigrante, o un loco denigrante puede provocar en el alma de alguien un idilio tierno y simple…



El febril amor y no correspondido afecto en Las Desventuras del Joven Werther, que termina con el suicidio del protagonista en una novela de Goethe:


…¡Ah! ¡Que sensación corre por todas mis venas, cuando mis dedos inadvertidamente rozan los suyos o nuestros pies se tropiezan debajo de la mesa! Me retiro como del fuego y una fuerza misteriosa me impulsa de nuevo hacia delante, el vértigo se apodera de todos mis sentidos…


Y ya que hablamos de jóvenes, el amor honesto, primigenio y turbulento que anuló para siempre amores futuros en una relación desigual: una mujer adulta con un adolescente en El Lector de Bernhard Schlink


…En la noche siguiente me enamoré de ella. Me pasé la noche en duermevela, añorándola, soñando con ella, creyendo sentirla a mi lado, hasta que me daba cuenta de que estaba agarrando la almohada o la manta...


O el pervertido amor por una nínfula en Lolita de Vladimir Nabokov, que puede extrapolarse a otras edades para amores carnales y pecaminosos.


Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta...


Una Beatriz Viterbo, querida, muerta una candente mañana de febrero y perdida (físicamente) para siempre, vista con un amor inconmensurable, contemplativo y conmemorativo en El Aleph de Jorge Luis Borges. Parece que lo de Beatriz no es casual.


…Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oximoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis…


El amor visto como instinto animal y utilitario cuando Sócrates conversa con uno de sus discípulos en Fedro de Platón.


...Considera esto, joven justo, y conoce que en la amistad del amante no existe una bondad verdadera, él tiene un apetito y quiere saciarse de ti. Así como los lobos aman a las ovejas, los amantes aman a sus amores…

El amor visto como desgarro o liberación en una reflexión femenina encontrada dentro de los textos de Kitchen de Banana Yoshimoto.


…Son dolorosas tanto la despedida como la muerte. Pero un amor del que no se piense que será el último no llega a ser ni un simple pasatiempo para una mujer...
Y como esto tiene que acabar, dejo para el final un dialogo de dos amigos, una vez inseparables, distanciados ahora en el tiempo y la geografía por amar a la misma mujer. Ella se quedó cerca de uno de ellos pero murió varios años atrás. Uno de los amigos regresa para recibir un ajuste de cuentas moral y dejar dudas irresueltas sobre la fidelidad y la cobardía en El Último Encuentro de Sandor Marai


...¿Crees tú también que el sentido de la vida no es otro que la pasión, que un día colma nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, y que después arde para siempre, hasta la muerte, pase lo que pase? ¿Y que si he­mos vivido esa pasión, quizás no hayamos vivido en vano? ¿Que así de profunda, así de malvada, así de grandiosa, así de inhumana es una pasión?…

Finalmente no importa de que color, forma o consistencia sea el amor que uno ha vivido lo importante a la larga es haber amado y dejado huella.

En la foto: Stendhal menciona que una de las claves del enamoramiento es la Cristalización, es decir que recubrimos al ser amado de brillos que lo idealizan.

1 comentario:

verdemundo dijo...

Excelente recopilación. Con tu permiso lo copiaré para usos personales y batallas perdidas.