jueves, 19 de noviembre de 2009

Gummas Cerebrales

Fuente: Dermanities



Cuando la Medicina y la Literatura se unen.

Ha ingresado un nuevo paciente a la sala de hospitalización. Su único problema clínico (algo que mis alumnos aún no entienden) es una lesión en la mano. El paciente está despierto y orientado pero dice no recordar nada de lo que pasó. Se presentó a la emergencia con la mano hinchada.

Y vaya si lo está. La palma y los cinco dedos configuran una sola ampolla. Tensa y amenazadora. A través de la epidermis se transparenta un líquido opalescente. No es pus. Las uñas están a punto de salir disparadas como flechas. Casi no hay dolor, ni aparece la fiebre.

En la emergencia pensaron en una infección de partes blandas y el dermatólogo de turno, una alergia (dermatitis atópica severa). Fiel a mi costumbre, no hago caso ni a uno ni a otro, solo a mis instintos, y elimino toda la medicación pre existente. A mi me parece una quemadura o incluso una mordedura de araña. El paciente no recuerda nada, pero menciona que vive de guardián en una playa de estacionamiento. Llamo a los cirujanos para mondar la gran ampolla.

Me cuenta al día siguiente el traumatólogo que la piel salió fácil al contacto con el agua, "se peló como piel de serpiente" me dijo. Sigo sin entender que ha pasado. Me quedo con la posibilidad de la quemadura y descarto a la araña. Asumo que el paciente al menos me está mintiendo o realmente tuvo una laguna mental. Un dato de las enfermeras se hace notorio, el paciente despertó en la madrugada con una conducta agresiva y extraña y no dejó dormir a los otros enfermos.

Es la visita matutina, converso con el paciente, que llamaremos Juan, y percibo escondidas detrás de sus palabras, delusiones, alucinaciones y extravíos. La memoria tiene cráteres y su capacidad de juicio está alterada. No me está mintiendo, está haciendo un cuadro de psicosis y demencia, no se dio cuenta de lo que pasó.

Pero tener 56 años es un poco tarde para estar esquizofrénico. por descarte me quedo con la sospecha de Psicosis Orgánica (daño cerebral que provoca síntomas psiquiátricos). Empiezo lo que llamamos diagnóstico diferencial:
  1. Como los tumores "hablan" a través de los signos neurológicos, al estar ausentes, descarto la posibilidad de una masa que comprima al cerebro.
  2. No luce intoxicado por una falta de depuración del hígado o el riñón, además que no muestra irritabilidad permanente, así que descarto la chance de un daño por un defecto en el metabolismo.
  3. Voy por las infecciones. Algo que haya caminado en el cerebro por años, haciendo un silencioso trabajo de hormiga aplastando neuronas y sinapsis. Me quedo con la Sífilis y el virus del SIDA. Pido las pruebas. Al día siguiente tengo los reportes. La sangre revela anticuerpos contra el Treponema pallidum (el agente de la Sífilis). El SIDA es negativo. Aún no canto victoria. Le pido a mis residentes repetir la prueba sifilitica esta vez en el líquido cefalorraquideo (LCR) , el fluido que baña y amortigua a la masa encefálica.

Bingo!. La prueba es positiva. Tiene neurosifilis, la enfermedad que abatió a Guy de Maupassant, Friedrich Nietzche, Baudelaire, Paul Gauguin, entre otros. Los treponemas tiene una especial predilección por darse un paseo por el cerebro desde que entran al cuerpo. Una persona puede tener sífilis primaria y dejarla pasar inadvertidamente. El Treponema tiene todo el tiempo para caminar por el vecindario: la piel, los genitales, el corazón, el cerebro. Luego de 20 o 30 años de reacción corporal (léase inflamación) provoca lesiones tisulares conocidas como gummas. En el cerebro las gummas pueden pasar inadvertidas hasta que un día "brotan" como convulsiones, alteraciones psiquiátricas o daño motor. Me pongo a pensar ¿quien se fija en los dependientes de una playa de estacionamiento?. Entras con el auto, lo cierras bien. Regresas, pagas y te vas. En los anónimos y solitarios las enfermedades se hacen más floridas: no hay nadie para detectarlas a tiempo.

Pero me ha quedado la duda de la mano. Eso no es Sífilis. Llamo a mi padre, quien es un experto en herramientas, químicos y circuitos eléctricos, amén de haberlos sufrido en accidentes. Le cuento el caso del cuidador de carros. Me descarta la soda cáustica y el ácido sulfúrico, son demasiado corrosivos me dice, la carne estaría destrozada Nos vamos por la vía de la quemadura. Pudo haber sacado gasolina de un tanque, me dijo, y como es un líquido muy volátil se encendió al entrar en contacto con el fuego de la cocina o un cigarrillo. O tal vez, prenderse la mano en una alucinación temporal, pensé mientras conversábamos. Es una quemadura entonces.
Resolví un caso. Inventé una historia.

Como la que inventó Girolamo Francastoro, médico y poeta, que escribió en 1530 Syphilis sive morbus gallicus, donde Syphilis es un pastor castigado por rebelarse ante el Dios Sol, con una enfermedad llena de erupciones dérmicas (pox o marca de viruelas) -que era como se presentó en la Europa de entonces, una época donde no se conocían los antibióticos. De ese modo, la infección por el Treponema pallidum (The Great Pox), que nació en el Nuevo Mundo y fue llevada por los españoles al Viejo Mundo, adquirió su nombre definitivo a partir de un poema.

Por eso ya no tengo dudas: la enfermedad es un argumento que los médicos debemos de descifrar y entender a través del proceso diagnóstico.
En la Foto: tratamiento en el siglo XVII en Amsterdam (con mercurio)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Aldo:

Qué preciosa historia!

Gracias y mis mejores saludos

Alena