Y también llegan los e-books y el Kindle. Si ingresan a la página de Amazon pueden encontrar que Perú es uno de los 100 países con acceso a lo privilegios de descargar un libro digital.
Al margen del entusiasmo que despierta un nuevo gadget (si no recuerden lo que ocurrió con el iPhone) uno va descubriendo cuales son las ventajas y limitaciones. En el caso del Kindle la ventaja tecnológica es innegable, el problema para nosotros es la limitación del idioma y la publicación de autores de interés, mas allá de la esfera estadounidense, ese mirarse el ombigo tan criticado por uno de los miembros de la Academia Sueca.
Y en mi caso particular, con los libros de medicina, a pesar de las obvias ventajas de tener decenas de volúmenes en el bolsillo del mandil, los títulos disponibles no son tan interesantes como parecen. Esto porque la revolución electrónica de los libros médicos empezó hace casi una década, con las ediciones interactivas en CD-ROM y luego las ediciones digitales disponibles para handhelds (Palm en cristiano). Tratándose de textos sobre ciencia, los gráficos, colores y animaciones a veces son más importantes que las palabras.
Como he leído en diarios y blogs, entre ellos Moleskine Literario, la irrupción del libro electrónico tiene que traer consigo una revolución tecnológica en el desarrollo de los editores literarios, no bastará que la edición digital sea una versión electrónica del hardcopy, debe de traer algo más (notas al margen, apéndices, índices, almacén de citas, etc), sobre todo para vencer la resistencia de los que amamos leer sobre papel, de tener un objeto que podamos cuidar en un estante junto a otros ejemplares.
Un gadget es un gadget, no podremos poner dentro de él, notas, recibos, cartas de amor o fotos, que vayan guardando parte de nuestra vida paralela a la lectura de un texto. Por ejemplo, hace poco, desempolvando mi viejo libro de Rayuela he recuperado una boleta de la universidad y un recetario con notas sobre como pensaba en esa época, una máquina del tiempo literaria.
Tal vez mis androides sueñen con ovejas virtuales y con un Amazon Kindle, yo aún con mis libros de papel y parte de mis recuerdos.
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