miércoles, 11 de mayo de 2011

Personal e Intransferible








Cuantas historias interiores que contar dentro del Estadio Monumental,cuantas razones distintas para estar allí.





No recuerdo bien cuando escuché por primera vez a los Beatles, acaso por rebote de los mayores. En una época donde la televisión no era omnipresente aún, la radio llenaba los espacios que los juegos y el colegio dejaban libres. Por azar del dial caí en Beatlemania, un programa de sábados por la noche que marcó mi relación con la radio, al punto de terminar años después trabajando como DJ en una de ellas. Una historia que contaré mas adelante.


Esperar los sábados a escuchar el programa, a ir a los estudios de la radio y comprar mi primer disco de vinilo (long play) eran consecuencias esperadas pero que tomaron cierto tiempo entre una y otra etapa.




La más complicada fue la última, ya que viviendo de propinas, comprar un disco fue el evento crítico. Cómo no me alcanzaba la plata compré una recopilación con 2 long plays, la tapa era roja, se abría como un libro y dentro de las fundas había un encarte con las letras de las canciones. The Beatles 1962-1966 utilizaba una fota del álbum Please Please Me, creo que tomada desde los estudios de grabación.


Desde entonces, gané varias cosas: mejoré mi oído musical, exploré la discografía y la historia de los Beatles, aprendí a presentar canciones como en la radio y me interesé en el inglés, un idioma que me iba de patadas en el colegio. A partir de ese momento, un diezmo de mis propinas iba al fondo pro compra del siguiente álbum, el Azul: The Beatles 1967-1970.


En tal álbum el diseño era el mismo y el estilo de la foto también, pero con los Fab Four de barba y pelo largo. Una vez más un disco marcaba una transición, la música y el look eran distintos y al parecer mas elaborados (ahora diría que crearon una vanguardia) y me inspiraron, entre otros factores, a usar el pelo largo, aunque esto pueda parecer inversimil a los que me conocen.


Y hace 2 noches, estaba allí esperando el concierto y viendo una a una las figuras que desfilaban sin cesar, por las gigantescas pantallas 30 minutos antes del concierto, el collage de fotos y videos que contaban la historia de The Beatles y de Wings, la banda que crearon Paul y Linda McCartney. Solo para rebobinar los miles de momentos ligados a mi propia historia musical, la recolección de los discos 45 rpm o long plays de McCartney, y de aquellos que no pude comprar pero me deleitaba de ver, tocar y oír en la cabina de radio, como el Wings over America.


Hasta que por fin se apagaron las luces, y de entre el griterio general: Paul que comienza el concierto cantando Hello Goodbye y me transporta al viejo radio a tubos, al equilibrio manual en colocar la aguja sobre el surco preciso del disco, a la psicodelia y a las ganas que aún tengo de ver Magical Mystery Tour.



Si Hello Goodbye me sonó a himno, luego las siguientes canciones me dejaron paralizado pues no imaginaba hasta entonces tener al frente a una persona con tanta historia detrás, la de ellos, la del mundo, la mía, hasta que en The Long and Winding Road me quebró las fibras más sensibles y creo que nadie se dió cuenta de las lágrimas que salían en silencio.






The long and winding road that leads to your door,


Will never disappear, I've seen that road before


It always leads me here, leads me to your door.

Una y otra vez las canciones, imagino, nos llevaron de un modo u otro a todos a territorios escondidos en nuestra memoria, que en mi caso me refrescaron a las cajas de parlantes hechas por papá y a la cena de mamá cuando estudiaba hasta muy tarde escuchando música. Tonadas que unen distancias temporales, como cuando al ver a Sting en el Festival de Viña mis padres recordaron cuando lo escuchaba por la radio.




Han pasado dos días y el concierto aún rebota en mi memoria, asaltando aquellas rendijas de pensamiento que me quedan luego de resolver las tareas cotidianas. Allí escuché y vi del mismo Paul ese clásico One, two, three, four... que abré muchas de las canciones de The Beatles, en especial Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band, aquella canción que abría el programa que era más importante de no perder que la misa de cada semana: Beatlemania


Gracias Paul...y John, George y Ringo, por dejar (Let´em in) entrar mis recuerdos una vez mas.



Esta historia continuará...

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