Emitir señales equívocas puede ser una acto voluntario o inconsciente. Cada mañana atravieso los jardines del hospital con un libro en la mano. Usualmente, el libro no es de Medicina, por días es una novela, un libro de cuentos, ensayos y en momentos extremos poesía.
Para muchos puede saber a pose, a otros confusión, la verdad es que me tiene sin cuidado. Leer es un hábito infatigable para mí. Reconozco que la lectura de ciencia está guiada por pulsiones prácticas, por necesidades inmediatas. En cambio, con la Literatura siempre hay un atractivo incesante, un texto puede transportarme a otras dimensiones que me da la distancia necesaria para entender mejor mi entorno y hacer como Ismael, navegar en un mar para evitar tirar los sombreros de los paseantes.
Esa costumbre de llevar además del estetoscopio un libro me ha traído gratas experiencias, una vez un alumno me preguntó que libro podría regalarle a una tía diagnosticada de una enfermedad terminal. Otros me han preguntado como elijo las obras que leo.
Allí me pusieron en aprietos, leo para cumplir con el ciclo de mi círculo de lecturas, leo para completar las obras de un autor determinado, para estar al día de las novedades y acaso, la que más me sorprendió al descubrirla, leo por rebote.
El rebote para mi es el llegar a un texto llevado por otro, ya sea por el tema, por el metatexto o por el estilo del autor.
Ahora por ejemplo, estoy leyendo a Henry James, jalado por la última novela de Alonso Cueto y hace unos meses leí a Roberto Bolaño jalado por la última novela de Rodrigo Fresán que reseñé el verano pasado.
Hoy me encuentro además en una encrucijada, terminada la lectura del Gran Gatsby, no sé ahora cual será mi próxima lectura, acaso deba empezar Moby Dick, continuar con Hamlet o retomar el Museo de la Inocencia.
¿alguna recomendación?
1 comentario:
Te recomiendo a Zola, un naturalista de miedo, me abrió los ojos cuando comencé a leer su obra a los 12 años..."La Taberna", "Nana", etc. notables.
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