martes, 25 de mayo de 2010

El Gran Gatsby


Los turbulentos años 20 vienen a mi memoria al leer El Gran Gatsby. Un paréntesis de ilusión entre guerras. Como toda novela clásica tiene tantas traducciones como ediciones a lo largo de todos los años posteriores a su publicación en 1925.

Resultado de una búsqueda electrónica conseguí la versión original, y me dediqúe a traducir el primer párrafo como un ejercicio literario:


En mis más jóvenes y vulnerables años mi padre me dio un consejo que ha estado dando vueltas en mi mente desde entonces.

“Cada vez que tengas ganas de criticar a alguien”- me dijo- “solo recuerda que toda la gente en este mundo no ha tenido las mismas ventajas que tú”.

No me dijo más, ya que siempre nuestra comunicación ha sido inusualmente discreta, pero comprendí que quería decir mucho más que eso. A causa de ello, soy propenso a reservarme todo juicio, un hábito que me ha revelado muchas cosas curiosas pero también me ha hecho víctima de no pocos pelmazos crónicos. Las personalidades anormales son rápidas para detectar y acercarse a esta cualidad cuando se hace visible en una persona normal, y así sucedió que en la universidad fui acusado injustamente de ser un político, ya que estaba al tanto de las secretas tristezas de hombres desconocidos y ordinarios. Muchas de las confidencias no fueron buscadas – con frecuencia fingía sueño, preocupación o una frivolidad hostil cuando presentía alguna señal inequívoca de que una revelación íntima asomaba en el horizonte; las revelaciones íntimas de los hombres jóvenes, o al menos los términos en los que las expresan, son remedos de otras y están deformadas por omisiones obvias. Reservarse un criterio es un asunto de infinita confianza. Aún tengo el leve temor de perder algo si olvido que, como mi padre me sugirió jactanciosamente, y que yo también repito jactanciosamente, el sentido primordial de las buenas costumbres es repartido de manera desigual al nacer.

Un delicado juego de discreción y desenfreno marca el ritmo de la novela, que refleja el pulso de una época que desde hoy se ve como un ensueño. Una época que la tengo cercana por dos razones: las historias que me contaba mi abuela, y una revelación reciente, mi padre me comentó hace poco que es la época en que le hubiese gustado vivir.

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