jueves, 27 de agosto de 2009

¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?


No he leido la novela de Philip K. Dick, pero si me considero un fan de Blade Runner. Aunque ahora he abandonado un poco la ciencia ficción y para dedicarme a ambas por separado, es decir por un lado la investigación y docencia en Ciencias y por el otro, a la fición literaria. Estoy involucrado, parte de mi tiempo, en la creación de escenarios de Simulación Clínica. Una versión de la Verdad de las Mentiras en el campo médico o como la la ciencia ficción pisa la realidad.

Bajo la premisa que uno aprende haciendo, y según considero también equivocándose, es que se somete a los estudiantes a situaciones clínicas ficticias en un ambiente artificial, con pacientes artificiales (muñecos o dummies). Tal como se hace en las simulaciones de vuelo de los pilotos, donde la idea es probar las destrezas del entrenado y el error no traiga consecuencias en terceros sino que sirva como modelo de aprendizaje.

Paradójicamente, no deja de estremecerme la oportunidad de estar manipulando robots o maniquíes, yo que estoy acostumbrado a enfrentar la vida y la muerte en tiempo real. En carne y hueso. Los ambientes clínicos parecen los de Dr. House, E.R. o Grey´s Anatomy, pero caminando por mi hospital me doy cuenta que lo me provoca extrañeza en el centro de simulación es la perfección.

Es que se necesita de modelos imperfectos e imprecisos como los seres humanos. con todas o parte de las deformidades físicas y mentales que otorga la enfermedad. Es como esas obras literarias donde todo es bonito con personajes son 100% nobles y uno termina empalagándose de tanto dulce. Ya que la tecnología no puede ni debería alcanzar los niveles truculentos de creaciones perversas como el monstruo de Frankenstein, la computadora HAL de 2001 Odisea del Espacio o los robots de Asimov, uno podría alterar las situaciones clínicas que imiten la vida real de un hospital, y como en las simulaciones de vuelo, crear personajes (léase pacientes) y argumentos (léase enfermedades), que a pesar de ocurrir en un ambiente fantasmal, crudo y frío, encuentren obstáculos como los cotidianos, para que el lado humano, es decir el error y la respuesta al stress, configuren un ambiente real.


Mientras tanto, salgo a mi ventana a ver la naturaleza y evaluar mi proceso de creación, pensando en las Leyes de la Robótica que creó Isaac Asimov:
  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

¿Soñaran mis androides con ovejas virtuales?

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