lunes, 1 de diciembre de 2008

Marcas Indelebles

Fuente: www.avert.org

Sólo al terminar de redactar el post reparo que hoy es Primero de Diciembre, Día Mundial de lucha contra el SIDA. Una actividad a la que estoy ligado desde hace 16 años. La novela El Africano me ha hecho recordar la serie de textos, manuales e infinidad de trabajos científicos dedicados a la cara africana del SIDA.

Recuerdo además las decenas de médicos, enfermeras y activistas africanos que he conocido a lo largo de todos estos años. Comprometidos con su trabajo, el de rescatar y asistir a moribundos, al de una lucha sorda y constante contra la incomprensión y silencio de gobiernos, muchas veces corruptos o fratricidas, que incluso, en el caso del gobierno de Thabo Mbeki llegaron a negar la existencia del virus del SIDA y atribuir los males de la epidemia a la pobreza y la hambruna, acaso para ocultar su responsabilidad de asignar mejores presupuestos para detección, prevención y provisión de medicamentos.

Esto obligó a mas de 5000 personas, entre académicos y activistas, incluyendo 11 premios Nóbel y múltiples instituciones académicas de todo el mundo a firmar la Declaración de Durban ad portas de la Conferencia mundial del SIDA del 2000 para reconocer lo que la ciencia había descubierto a 17 años de la aparición de la epidemia. Una declaración que firmé en su momento y que pueden ver aquí http://www.aidstruth.org/the-durban-declaration.php

Todo ese agotamiento y esa frustración de acompañar moribundos del SIDA, en la época que el tratamiento no estaba disponible en Perú y mucho menos en Africa me ha regresado al leer:

"...La proximidad física con ese país, ese sentimiento que sólo lo procura el contacto con la humanidad en toda su realidad sufriente, el olor del miedo, el sudor, la sangre, el dolor, la esperanza, la pequeña llama de luz que a veces se enciende en la mirada de un enfermo, cuando la fiebre se aleja, o ese segundo infinito en el que el médico ve cómo se apaga la vida en la pupila de un agonizante..."

Aún recuerdo a aquellos pacientes, una vez jóvenes y llenos de proyectos de vida, convertidos en una copia ajada de si mismos, despedirse de mi consultorio con un hasta pronto, cuando ambos sabíamos que era la despedida final, cuando en una sonrisa, un apretón de manos o un abrazo intentaba borrar el desgarro que me provocaba la situación.

Cómo se dice en la novela: ¿qué hombre se es cuando se ha vivido algo así?


En la Foto: Versión sudafricana del listón rojo de la lucha contra el SIDA

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