A
continuación y como parte de las actividades programadas durante la visita del
premio Nobel de Literatura 2008 a la FIL 2016, se organizó una conversación entre
escritores, , Jean Marie Le Clézio y Alonso
Cueto.
Alonso
repasó parte de la biografía de Jean Marie, nacido en Niza y llevado de niño a
vivir a la isla Mauricio. Ambos coincidieron en señalar que la literatura es la
ocasión de hablar de sí mismo, a su vez Jean Marie mencionó que proviene de una
familia atípica, hasta cierto sentido surrealista, sus padres eran primos
hermanos y tuvieron que solicitar autorización papal para casarse. Su padre fue
médico y trabajó por más de diez años en la Guyana Británica luego en Nigeria y
posteriormente en el Camerún Británico, debido a este trabajo sus padres se
veían muy poco, por lo que Jean Marie cuando niño consideraba tal situación
como normal.
Como
era usual para quienes trabajaban en las colonias del Imperio británico la
jubilación era temprana y su padre volvió a Niza, que era una ciudad donde no
se sentía a gusto. En aquel entonces la pensión de jubilación era otorgada por el
territorio donde se había trabajado, debido a la independencia de las colonias,
esta pensión nunca se otorgó. Su padre emprendió una serie de viajes para instalarse
en otras ciudades, pero lo tuvo que hacer solo –su nomadismo colisionaba con la
estabilidad que significa criar y educar a los niños de la familia-, los
proyectos no prosperaron y tuvo que regresar a Niza
El
llegar al África a los 8 años conllevó un gran cambio en su vida, esa es la
edad en que empieza a escribir sus historias, las que hacía en letra de
imprenta para que se pareciera a los libros debido a que no contaba con máquina
de escribir. Su madre, que era artista siempre fue muy comprensiva y cariñosa
con su hábito de escribir, coleccionaba tales escritos y les daba forma de
libro. En cambio, su padre consideraba como un “fruto seco” su afición a la
escritura.
Alonso
comentó luego el tema de la formación de los escritores a través de sus
lecturas. Jean Marie respondió que su primera fuente de información fue una
colección de libros llamados “Diccionarios de la conversación”, publicación
dirigida a las mujeres en una época en que no se les permitía asistir a la
educación formal, la lectura de estos diccionarios entregaban contenidos útiles
para que las damas de sociedad pudieran mantener una conversación fluída sobre
diversos temas.
Sin
embargo, dos acontecimientos marcarían la formación literaria de Jean Marie: primero,
descubrir la narrativa estadounidense moderna, la de Steinbeck, Hemingway, Dos
Passos, Malamud, una literatura realista y moderna en un momento en que Francia
vivía el Nouveau Roman. Sin embargo,
el autor que más impacto le produjo fue J. D. Salinger con “El guardián entre
el centeno”, que habla de un muchacho, Holden Caulfield, que ama a su gorra y
decide escapar de la escuela a conocer el mundo, este tipo de literatura que
habla de la dificultad de ser en un mundo moderno es la que marca su forma de
escribir. Segundo, su viaje a México como parte de un servicio militar, donde
fue comisionado a trabajar en el Instituto Francés de América Latina con la función
de ordenar la biblioteca, lo que le dio la oportunidad de conocer a los
cronistas de la conquista como Bernardino de Sahagún, Garcilaso de la Vega,
Guamán Poma, entre otros, de quienes fue sorprendido por lo que Jean Marie llama,
la narrativa de la urgencia capturada por “aquella fuerza trágica de salvar
mundos que se desmoronan”. Este último acontecimiento orientó la mirada de Jean
Marie a los pueblos indígenas quién identificó que las tribus aborígenes son
distintas entre sí pero tienen un sentido común, su comunión con la naturaleza.
Alonso
retoma el tema de las comunidades indígenas para mencionar que las historias son
la conciencia y memoria de la comunidad, toma el ejemplo de José María Arguedas
y Juan Rulfo, en quienes las palabras brotan como de una voz colectiva.
Jean
Marie habla de su experiencia en el tapón del Daríen con los indios Emberá en Panamá
diciendo que en los pueblos indígenas la narrativa se halla en su estado
natural que da cuenta de su lucha contra los colonizadores y manifiesta que
estos pueblos han dejado constancia de aquella lucha y su resiliencia para
tolerar la invasión. Uno de los ejemplos, dice, fue la literatura de Arguedas.
Alonso
comenta que Jean Marie estuvo en el Perú como mochilero en los años sesenta.
Jean
Marie llegó al Perú en 1967, a un país que él conocía por haber sido una de las
colonias más importantes de España. Menciona que al llegar encontró dos mundos:
Lima, la capital que tenía una vida casi colonial, y la región rural e indígena
para decir que hoy ambos mundos se han integrado.
Alonso
habla del mestizaje, de un proceso largo y doloroso por el que ha pasado
América Latina. Arguedas vuelve a ser evocado por el concepto de todas las
sangres.
Jean
Marie menciona a la “raza cósmica” de Vasconcelos en México y dice no creer en
las razas y concuerda en que América es un laboratorio de integración cultural que
Europa debe observar para intentar la integración de diversas culturas que
llegan por las olas migratorias.
Dos
temas quedan para el final: el cine, un arte reciente con poco más de cien años
pero que ha pasado por diversos géneros en una forma más rápida que la
literatura, menciona Jean Marie que intentó hacer una película que se frustró
por no contar con una cadena de distribución; la soledad del escritor, en un
mundo dividido por el optimismo estúpido y el pesimismo inteligente, un
escritor es alguien que lleva una vida solitaria que lo lleva a la reflexión y
por ende al pesimismo, sin embargo, la escritura tiene un lado creativo y ya que
el acto de la creación conlleva una ilusión, ésta genera una forma de
optimismo.
Jean
Marie quiere terminar con un elogio a la historia, cuenta que durante su
estancia en Michoacán descubrió una costumbre local: una vez al año un
sacerdote indígena pasaba días sin comer contando la historia del pueblo a su
comunidad desde los inicios de la misma y cada vez que repasaba ciertos pasajes
los iba mejorando con su propia creatividad.
Esto
me hizo repasar lo que dijo Jean Marie en su corta alocución de la inauguración
de la FIL 2016, la literatura es un bien común que sirve para expresar el
sentimiento de comunión entre los humanos, que escribir no es en vano sino que permite
intercambiar nuestros sueños y esto de alguna forma es alcanzar la paz.