jueves, 4 de enero de 2007

Escritura y Curación

He dejado temporalmente mi lectura de Los Detectives Salvajes para revisar el suplemento de fin de año de The Lancet. dedicado a Medicina y Creatividad. El ensayo Escritura y Curación, de Anne Hudson Jones, quien es editora fundadora de la revista Literatura y Medicina, comienza con la frase inicial de Anna Karenina: "Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera...", sugiriendo, que la infelicidad es artísticamente mas interesante que la felicidad, además arguye que las mejores obras producidas en la cultura occidental han sido estimuladas por la infelicidad y el sufrimiento. Thomas Mann creía que había una afinidad especial entre la susceptibilidad a la Tuberculosis y una gran sensibilidad artística, paradójicamente Mann fue vivió aparentemente sano hasta los 80 años.

De allí, se introduce en la descripción de un nuevo subgénero de la autobiografía, la Patografía, la narración en primera persona de las experiencias de la propia enfermedad, que según Jones tendría un efecto beneficioso en las personas que lo escriben, víctimas de enferemdades o trauma psíquico.

La aceptación del trance de salud a la enfermedad, a través de la exploración interna, puede dar un nuevo sentido, visión y significado a una vida que alcanzó un nuevo estado a causa de enfermedades crónicas

me capturó la historia de Jean-Dominique Bauby, The Diving Bell and The Butterfly (La Campana de Buzo y la Mariposa), quien a los 43 años, siendo Editor jefe de la revista Elle, sufrió un Infarto Cerebral masivo que lo dejó en Coma, tres semanas después, al despertar, fué diagnosticado del Sindrome del Encierro (Locked In), en el cual su mente intacta queda atrapada en un cuerpo inmóvil, pudiendo sólo mover verticalmente los ojos y levantar los párpados, dejando la posibilidad de comunicarse a través de señales oculares.

Y así lo hizo, parpadeo tras parpadeo "dictó" letra tras letra, en francés, hasta componer su obra. De ese modo, aunque con un cuerpo encerrado en una cama, su mente prolífica volaba como una mariposa. Alimentado con papillas por un tubo "saborea" pasteles, salchichas y vino que su imaginación recuerda, otras veces "viaja" todas las mañanas a Hong Kong.

"...nadie aún me ha dado una figura clara de mi situación, y me aferro a la certeza, basada en pequeños trozos de cosas que he escuchado, que podría pronto recuperar el habla y el movimiento. Es más, mi mente errante se ocupa de miles de proyectos: una novela, un viaje, una obra, promocionar un coctel de frutas de mi propia invención (no me pregunten la receta, ya la olvidé)..." (traducción libre) dice una las frases del libro de Bauby.

Si al leer estas líneas, o la obra completa de Bauby, podemos sentirnos afortunados de realizar cosas tan "simples" como bañarnos, vestirnos o abrazar a alguien reconoceremos el efecto curativo de la escritura para nosotros y para el mismo Bauby.

Como dice el epígrafe del ensayo: "Todas las penas pueden ser toleradas si las colocas en una historia o cuentas una historia sobre ellas" (Isak Dinesen)

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